Málaga

Los años en los que la minoría fue virtud

  • La Corporación nacida en 1995 fue la única en la que un partido no alcanzó la mayoría absoluta... Hasta ahora La fotografía se repite veinte años después

Queda tan lejos en el tiempo que son pocos los que retienen en el recuerdo aquel episodio político en el que los representantes elegidos por el pueblo de Málaga estaban obligados a dialogar, a negociar, a ceder y a rebajar exigencias. Era la Corporación de 1995, aquella en la que los tres únicos partidos con representación, el Partido Popular, Izquierda Unida y el PSOE, tenían referentes de escala nacional: Celia Villalobos, Antonio Romero y Eduardo Martín Toval. Ni antes ni después de ese mandato el resultado en las urnas ha dibujado una Corporación sin mayoría absoluta... Hasta ahora.

La cita electoral del pasado 24 de mayo pone nuevamente a los partidos con representación en el próximo Consistorio ante el reto de afrontar un mandato sin mayorías garantizadas. Una instantánea que transforma el paisaje de los últimos 16 años, en los que la siglas del PP, bien con Villalobos al frente, en un primer peldaño, bien con Francisco de la Torre, en los tres siguientes, se convirtió en hegemónica.

El interrogante es si la dispersión del voto presente permite atisbar situaciones como las ocurridas hace ahora veinte años. ¿Qué opinan los que fueron testigos directos de aquel mandato? La que fuera alcaldesa en aquella cita, Celia Villalobos, apunta en esa dirección y cree posible la creación de un escenario en el De la Torre, como previsible alcalde investido a partir del 13 de junio próximo, pueda gobernar en minoría.

"Que se acuerde de que también tiramos nosotros para adelante y nos ha salido bien; él tiene el cariño de la gente de Málaga y está en muy buena posición para gobernar en minoría", recordaba esta misma semana la ex regidora en una entrevista publicada por este periódico, en la que incidía que ello obligará al alcalde en funciones a "pactar en cada momento y ahí vuelve a tener protagonismo la ciudad". "Nosotros negociábamos muchas cosas con las asociaciones de vecinos, con la gente de los barrios", añadía. Villalobos, tras cosechar 15 concejales en las municipales de 1995, se encontraba con un frente de dos formaciones de izquierdas, PSOE e IU, que sumaban 16 ediles. Suficientes para que haber impedido la designación de la que fue la primera alcaldesa de la ciudad.

Muchos consideraron la incapacidad de los grupos opositores para alcanzar un acuerdo el gran error de la izquierda. De ello tiene buena constancia el que se autobautizó como "alcalde moral" de Málaga, Antonio Romero. "Felipe González dijo que Antonio Romero no iba a ser alcalde de Málaga, me vetó", sigue relatando dos décadas después.

Para el histórico líder de IU aquellos cuatro años fueron "muy interesantes porque se puso de manifiesto la necesidad de negociar; se negociaron los presupuestos y cada año los hubo y eso nos permitió lograr ciertas conquistas en materia social, como la municipalización de la empresa de limpieza de los colegios", recuerda. Entre los logros alcanzados, presta especial atención a la puesta en marcha del Festival de Cine. "Nadie en aquel momento se pensó la dimensión que iba a tener", explica. "Aprobábamos muchas cosas por unanimidad y el gobierno no se paralizó en ningún momento", subraya Romero, que incide en que a pesar de existir un ambiente político "crispado" era, al mismo tiempo, "práctico, muy de consenso". "Villalobos cedía mucho porque no tenía más remedio; estamos hablando de un mandato en el que la moción de censura sobrevoló permanentemente y un gobierno bajo esa amenaza se esmera, se siente más vulnerable y lo hace más sensible a la ciudadanía", apostilla. Frente a lo conseguido en ese mandato, el dirigente de IU muestra la fotografía del último mandato de Pedro Aparicio en mayoría absoluta. "Fue de un abandono absoluto; la mayoría absoluta te hace dormir", sentencia. El interrogante es si lo sucedido en 1995 puede trasladarse al momento presente. "Las nuestras eran tres fuerzas con mucha personalidad política, mientras que ahora no sabemos bien qué es Ciudadanos, mientras la izquierda está muy fragmentada", expone. Por ello, Romero tiene claro que lo ideal es que se apueste por marcar las prioridades de la ciudad. Aunque no tiene confianza plena en que ello vaya a ocurrir. Más bien dice prever "una política de bloqueo". "No soy partidario de consensos ideológicos y políticos, sí de proyectos y prioridades; no se pierde la dignidad ni la línea política porque se negocie un proyecto de futuro de la ciudad", afirma.

Eduardo Martín Toval lideró el grupo municipal socialista tras la marcha de Aparicio. Tras la mayoría absoluta, el PSOE pasó a convertirse en la tercera fuerza del Ayuntamiento, tras PP e IU. Veinte años después asegura que tiene un recuerdo "relativamente agradable" de su paso por el Consistorio y del trabajo que se pudo realizar. "Había continuamente encuentros, a peticiones de unos y de otros, para hablar; eso hacía que no se llevase ningún asunto al pleno si previamente no era conocido por el resto de partidos", precisa.

Preguntado por las razones que hicieron posible ese movimiento, Martín Toval apunta a la "autonomía" que tenían los grupos en aquellos años para tomar decisiones. "Se pusieron en marcha muchos proyectos porque creíamos que eran buenos para la ciudad, como el nuevo Plan General, el Festival de Cine o Cortijo de Torres", comenta, al punto de destacar como uno de los avances más importantes de aquellos años el plan de aparcamientos públicos en los barrios.A lo que no osa es a extrapolar lo ocurrido en el 95 al momento presente. "Sería una osadía pretender que hoy ocurriese lo que en 1995; otra cosa es que pueda haber un gobierno en minoría, pero será de más inestabilidad". ¿Por qué? Desde su punto de vista no sólo por la inclusión de una mayor pluralidad de formaciones, sino porque algunas de ellas, caso de Ciudadanos, que es la que ideológicamente más se puede aproximar al PP, "podría poner en cuestión permanentemente la posición del PP, más aún teniendo a la vista las elecciones generales".

Villalobos, Romero y Toval son el rostro de un mandato que necesariamente se caracterizó por el consenso y la negociación. La debilidad de todos acabó se conviertió en el mejor pegamento, haciendo factible escenarios impensables con una fuerza elegida por mayoría absoluta. Dos décadas después son cinco y no tres las formaciones con representación. Tiempos distintos para comprobar la altura de miras de los nuevos dirigentes. Veremos si, como a los tres primeros, se les recuerda veinte años después.

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