EL 11 de junio de 2003, el presidente provincial del PP, Joaquín Ramírez convocaba de forma urgente una rueda de prensa sin comunicárselo previamente al alcalde de Málaga. El entonces número 2 de la lista del PP al Ayuntamiento de Málaga comunicó su renuncia a las aspiraciones de figurar en el equipo de gobierno de Francisco de la Torre.

Ramírez no había conseguido conquistar la Diputación y entendía que era proyectar una mala imagen que el presidente del Partido Popular se dedicara a ejercer de portavoz de la oposición en el organismo provincial. Así que quería ocupar la primera tenencia de Alcaldía del Ayuntamiento y un área de gobierno vinculada a las relaciones institucionales. "Es la primera vez que gana unas elecciones y comprendo las indecisiones y las dudas", disculpó el cariacontecido dirigente entonces, que agregó que estaba pactado con el propio regidor que de darse las circunstancias de derrota en Diputación él desempeñaría en el equipo municipal "un papel digno, más o menos destacado". El entonces líder de los populares malagueños compareció en aquella rueda de prensa arropado por 7 de los 17 concejales de la primera mayoría absoluta del PP tras la marcha de Celia Villalobos.

Minutos antes de aquella comparecencia pública que evidenció la ruptura interna entre los dos pilares del partido, el PP de Málaga podía respirar, De la Torre había justificado la polémica exclusión en que prefería que todos los dirigentes de su equipo tuvieran dedicación plena y que el puesto de Ramírez estaba en la Diputación.

En realidad la razón de aquel enfrentamiento público eran las sospechas de De la Torre, que entonces tenía 60 años, de que la permanencia de Ramírez en el Ayuntamiento constituía una seria amenaza para repetir de candidato a la Alcaldía cuatro años después. Así que se deshizo de él por las bravas.

Doce años después la historia se ha repetido casi de forma milimétrica. Pero ha cambiado uno de los protagonistas. Con 72 años, De la Torre se ha vuelvo a ver amenazado por otro presidente del partido. En este caso por Elías Bendodo, también su número 2 de la lista, aunque con una sustancial diferencia, su contrario será presidente de la Diputación. Y su reacción ha sido casi tan contundente como hace doce años. Los dos protagonistas dialogaron el viernes con motivo del Pleno, pero la confianza ha quedado más que triturada.