pedro moreno brenes. profesor titular de derecho de la uma

"Marbella fue un plan premeditado de saqueo con la complicidad de todos"

  • El también ex concejal de IU en el Ayuntamiento dice que no se puede confundir a "los sinvergüenzas y golfos" con los políticos comprometidos antes de la llegada de otros partidos

AMANTE del derecho, la política y la justicia, pero sobre todo de su familia y sus amigos por encima de todo. Pedro Moreno Brenes (Almogía, 1964) es de esas personas honestas y rigurosas que hacen que uno crea en la clase política. Militante del Partido Comunista desde muy joven y después de IU, la etapa más conocida de este profesor de Derecho de la Universidad de Málaga fue su paso como concejal en el Ayuntamiento de la capital entre 2007 y 2012. Pero la etapa que le marcó fue su paso como secretario en el Consistorio de Marbella con Jesús Gil como alcalde. Ya en 1991 advirtió de la corrupción que irrumpía, aunque pocos le escucharon. El tiempo le ha dado con creces la razón.

-¿Echa de menos la política o piensa que simplemente era una etapa con fecha de caducidad?

-A la política he estado vinculado muchos años desde que empecé a militar y sigo vinculado porque sigo militando. Cosa distinta es el cargo institucional, y eso fue un compromiso que hice con los ciudadanos y sabía que tenía fecha de caducidad porque además creo que la política institucional debe ser así con la perspectiva de que tiene un inicio y un fin. No la echo de menos desde ese punto de vista.

-¿Cómo está viviendo desde fuera los cambios producidos en el panorama político?

-Está claro que el panorama ha cambiado bastante, pero creo que lo que es bueno en principio que es romper el bipartidismo con la irrupción de otros partidos se ha hecho en algunos casos con unos niveles de demagogia importante. No me parece razonable que el discurso sea decir lo que todo el mundo quiere escuchar porque en política hay que posicionarse y saber que hay cosas que van a gustar y otras que no. Y tampoco presumir de tener el monopolio de la decencia, la honestidad y la democracia porque hay personas que llevan muchos años luchando contra la corrupción, por una sociedad mejor y que se dejan la piel. Esa imagen que se ha querido dar de los representantes políticos es, como todas las generalizaciones, injusta porque no se puede confundir a los sinvergüenzas y golfos que son pasto del Código Penal con las personas que simple y llanamente se comprometieron antes de que llegaran estas nuevas fuerzas, que en partes de su discurso tienen una carga populista muy importante.

-¿Piensa entonces que Podemos y Ciudadanos no representan realmente el cambio?

-Yo lo que me fijo es en los programas porque evidentemente sus prácticas no son todavía valorables al llevar poco tiempo en el ámbito institucional. Pero lo mínimo que hay que pedir son programas coherentes que el lunes digan una cosa y el viernes lo mismo. Lo que no puede inspirar nunca a un programa es lo que la gente quiere escuchar el lunes o lo que la gente quiere escuchar el viernes. Y la sensación que me da respecto a estas fuerzas es que al final pretenden ocupar espacios políticos de una manera muy general y con ese mismo monopolio critican a los demás. Ahora parece que la izquierda en este país no es más que Podemos, un partido que tiene apenas un año de vida. Y no es así. IU existe desde hace muchos años y ha llevado a cabo un trabajo muy intenso, con cosas que se pueden criticar sin ningún tipo de dudas, pero con una coherencia, con una trayectoria, con militantes y con cargos políticos. Ciudadanos en ese sentido tiene un discurso relativamente parecido, es decir, da la impresión de que pretenden descubrir el Mediterráneo en muchos casos. Aunque quitando eso, hay evidentemente cosas que se pueden compartir pero en la inmensa mayoría de los casos ya se han dicho antes, lo que pasa es que es verdad que ellos han tenido la suerte de encontrar un contexto en el cual han tenido más eco. Si a esto se le une que han tenido un apoyo mediático muy importante, especialmente Podemos, es como se suele decir en derecho, han estado en el lugar y en el momento oportuno. En ese sentido, hay que respetar lo que diga la ciudadanía. Pero yo tengo muy claro que Podemos e IU representan proyectos distintos, aunque tengan algunas coincidencias y no comparto esa tendencia hacia una fusión por absorción de una fuerza como IU heredera en cierta medida del trabajo previo del Partido Comunista.

-¿Qué piensa de lo que está ocurriendo en su partido?

-Hay una parte muy importante de militantes que quieren mantener un proyecto político en el que se lleva muchos años trabajando. Pero hay otra parte que está al trote intentando buscar fórmulas para una unión donde los que tienen las papeletas para liderar la hegemonía son los de Podemos. Y yo no comparto esa estrategia, y creo que es legítimo y razonable decirlo.

-¿Cree que de seguir así IU corre el riesgo de desaparecer?

-Espero que no, pero es un riesgo en una vorágine como ésta. Los complejos son muy malos y uno tiene que saber siempre lo que es y si consigue peores resultados no tener ningún complejo de inferioridad. Cuando se parte de una especie de complejo respecto a otras fuerzas, que insisto tienen una vida muy corta y por tanto no se puede medir su trayectoria, parece que hay que seguir la misma actividad y casi el mismo discurso y se está cometiendo un error porque terminas perdiendo identidad y diluyéndote. IU es un proyecto que debe mantenerse sin fanatismos porque es el programa más razonable dentro de la izquierda.

-¿Cómo vaticina que serán los próximos cuatro años en el Ayuntamiento de Málaga con un equipo de gobierno en minoría?

-No lo sé, porque yo sólo he vivido la etapa de mayoría absoluta del PP y ahora va a ser muy distinto. Eso va a exigir un nivel de habilidad por parte de quién gobierna y también de habilidad y compromiso por parte de los que están en la oposición y que deben hacer oposición en beneficio de la ciudad. Como no tenemos referencias anteriores, puede que nos encontremos con sorpresas y situaciones que hasta ahora no se habían dado. A mí me genera un cierto grado de incertidumbre, pero tampoco creo que sea peor que la situación de estabilidad de rodillo de antes y que implicaba que hiciéramos lo que hiciéramos y por muchos argumentos que tuvieras al final era el PP el que decidía. Ahora no va a ser así, pero yo lo que pido a todos es que tengan altura de miras y de poner siempre por delante los intereses de la ciudad proponga quien proponga. La oposición debe ser sistemática y respetuosa.

-¿Considera que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, tendría que haberse retirado?

-Humanamente creo que hubiera sido el momento de dejarlo porque ya es la hora de dar un paso. Cuando lo veo le digo, desde el cariño y el respeto siempre: "Paco, déjalo ya". Pero él siempre de forma muy cordial y cariñosa me responde que no, que se siente todavía bien.

-¿Cree que Limasa y Emasa son sus talones de Aquiles?

-Tiene muchos más. Pero es verdad que Emasa deja mucho que desear en muchos ámbitos orgánicos y de gestión. Y Limasa directamente es un fiasco, pero ya no por el numantismo ni el integrismo de que todo debe ser público, sino porque jurídica y económicamente la opción más razonable es integrarla en el ámbito municipal porque la situación que tiene ahora mismo no es buena para la ciudad. Es un desastre y, no por los trabajadores, sino por la forma de gestión y por un modelo que no ha funcionado y que es mucho más caro.

-En cuanto al Metro, ¿le suena a un cuento de nunca acabar?

-Sí, porque parecía que ya estaba enjaretado y siempre surge algo. No digo que siempre sea culpa del alcalde, pero hay cosas que plantea que son razonables y otras que no lo son tanto. Pero a pesar de todo lo que ha pasado, estoy convencido de que se terminará haciendo aunque sea ya por inercia porque está siendo un proyecto excesivamente dilatado. Con buena voluntad de todos y con mejor acierto en la gestión, debería estar ya culminado.

-¿Qué es lo que le hubiera gustado lograr cuando era concejal?

-Quizás haber puesto orden en el tema de las empresas porque hay un gravísimo error al creer que las sociedades mercantiles son una forma de huir de los controles porque se sustentan con dinero público. Insistí muchísimo para establecer reglas básicas, pero me temo que eso ha ido a peor. Y después me hubiera gustado haber logrado una red mucho más tupida para luchar contra la exclusión social porque los problemas hay que priorizarlos cuando hablamos de que hay gente que no tiene lo mínimo. Eso es muy duro y una sociedad civilizada no puede permitirlo. Me hubiera gustado que Málaga hubiese sido una especie de icono contra la pobreza y no se ha conseguido tampoco. Es mi espinita.

-Fue un gran batallador en el Ayuntamiento, ¿se sintió sólo?

-Sí claro, llegué a quedarme solo en una votación porque lo que se proponía técnica y jurídicamente era inviable. Pero en ese momento todo el mundo prefería quedar bien con una serie de vecinos. Creo que el primer gesto de respeto hacia ellos es ser coherente y no seguir adelante con algo que es inviable únicamente por quedar bien un día. No me arrepiento lo más mínimo de mi forma de actuar, aunque a veces me haya sentido muy solo.

-Pero supongo que nada comparado con lo que vivió en su etapa de secretario del Ayuntamiento de Marbella con Jesús Gil...

-Esa etapa fue terrible porque primaba la sinrazón. Aquello era un plan premeditado de saqueo sistemático al mando de un personaje deleznable y con una complicidad mediática y a veces hasta social muy importante. En esa época ponerte frente a Gil era caer en la marginalidad porque él quería gestionar Marbella como si fuera su empresa y para sus intereses. Y evidentemente yo era un obstáculo y el Pepito grillo que le estaba diciendo que lo que hacía era ilegal porque era mi obligación. Así que me quitaron de enmedio y me mandaron de vacaciones forzosas porque él no quería que volviera para evitar los controles. Ahí están los resultados y creo que se podría haber evitado con más valentía simplemente aplicando el Estado de Derecho y las leyes, y haber disuelto ese Ayuntamiento antes de lo que se hizo porque fueron 15 años de saqueo. Fue muy duro pero siempre tuve claro que yo en todo caso cumplí con mi obligación que era en definitiva el control jurídico y obviamente eso era incompatible con un sujeto como Gil.

-¿Imaginó entonces que Marbella terminaría así?

-Estaba convencido de que eso iba a acabar así, lo que pasa es que pensaba que iba a pasar mucho antes. Para ser sincero en 1991 pensé que esa situación sólo podía durar meses, nunca 15 años.

-¿Se hizo la vista gorda?

-Hubo falta de reacción de todos y también complicidad social porque ganaba por mayoría absoluta. El pueblo votó a unos impresentables, pero esos impresentables tenían que cumplir la ley por mucha mayoría que tuvieran. Aquello era propio de masoquismo colectivo y de poca dignidad y amor propio, aunque estoy seguro de que muchas de las personas que lo votaron están arrepentidos.

-A la vista de lo que ocurrió, ¿considera que la justicia ha actuado de forma contundente?

-La justicia ha actuado de acuerdo con el Código Penal y ha condenado en los términos que tenía porque en muchos casos algunos hechos habían prescrito, no existían suficientes pruebas o incluso han muerto los responsables. Por desgracia hay que reconocer que se actuó tarde, pero sí con intensidad.

-¿Se ha aprendido algo?

-El tema de Marbella fue el más cantoso por el personaje y por la brutalidad de la actuación, pero hay más casos de políticos que trabajan por el interés particular y eso sólo se puede evitar con los controles internos del propio Ayuntamiento y que la Justicia sea la última opción. Porque la ley no es un capricho, es una obligación y punto. Es puro sentido común.

-¿Qué opina de las viviendas ilegales que se han regularizado?

-El problema es que se hace una política de hechos consumados y da mal ejemplo porque la imagen que se da es que se tire para adelante que algún día se solucionará. Así habrá quien tenga la tentación de seguir haciéndolo.

-¿Cree que se exageraron sus palabras a favor del matrimonio homosexual en la Iglesia?

-Es que a mí nadie me tiene que decir lo que tengo que decir y lo que no. Lo que dije es de lo mal elemental y me moriré diciéndolo. Como católico, tengo muy claro cuál es el mandato de la Iglesia y cómo puedo decir que otro tiene que vivir en el ostracismo simplemente porque tenga una orientación sexual distinta a la mía y condenarlo a no ser feliz. No soy nadie para condenar a alguien que quiere vivir su vida. No pretendía que eso fuera el centro de aquel pregón, pero me sentí en la obligación de decir como católico lo que pensaba y no creo que sea el único que lo piensa.

-¿Cómo ve el futuro de la Universidad?

-Quiero ser optimista porque falta de recursos siempre va a haber. Pese a todo y aunque la situación sea difícil, pienso que su labor va a seguir siendo la misma que es investigar, generar conocimiento y difundir con la mayor dignidad.

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