Málaga

Oleada de robos en Los Montes con varias viviendas desvalijadas

  • Vecinos afirman que en los últimos dos meses casi una decena de casas han sido asaltadas Aseguran sentirse "abandonados" y reclaman más seguridad

Los vecinos de Peinado Grande, la última zona urbana de Los Montes de Málaga, no descansan tranquilos desde hace años por la proliferación de robos en sus viviendas. El problema, según explican, parece haberse enquistado al punto de que en apenas dos meses cerca de una decena de familias han sufrido un asalto. El modus operandi es similar en la mayoría de los casos: suelen producirse de noche, aprovechando el momento en que los inmuebles están deshabitados. "Creemos que dejan los coches aparcados en el túnel de abajo, vienen andando y suben. Es una de las formas más fáciles de pasar inadvertidos. Pueden ir escondiéndose de pino a pino y suben hasta arriba sin ningún problema", destaca José Luis, uno de los vecinos.

De la otra modalidad que sospechan es que los ladrones se adentren en las zonas traseras de las viviendas y utilicen una excusa que resulta cada vez menos convincente. "Van a coger espárragos y aprovechan el tiempo de la aceituna. Tenemos que estar pendientes de quién sale y quién entra. No podemos irnos de vacaciones porque uno no sabe lo que va a encontrar a la vuelta", relata otro afectado.

El último robo se produjo el viernes de la semana pasada cuando uno de los dueños, según los residentes, se encontraba en la ducha. Al parecer, los ladrones huyeron con cámaras, portátiles y tabletas. Ni siquiera el perro, que de pie, calcula uno de los consultados, puede tener una altura de más de medio metro, logró amedrentar a los asaltantes. El animal, dice, estaba "atemorizado". Tras robar en el inmueble, los responsables saltaron por la parte de atrás de la vivienda, desde una zona de campo, a la casa del vecino. La historia volvió a repetirse. Se llevaron las joyas de oro antiguo valoradas en unos 1.800 ó 2.000 euros, además de un par de cámaras de fotos y unos 100 euros en efectivo. No forzaron nada, tampoco había cristales rotos y los afectados no se explican cómo entraron. "Le dije a un policía que a ver si vamos a tener que dormir con un rifle debajo de la cama. Me dijo que él no lo tendría guardado en el armero", relata Jesús.

El desasosiego de las familias es tal que han abierto un grupo vecinal en WhatsApp para el que "todo el que vea algo raro o escuche un ruido" alerte al resto. "No podemos tomarnos la justicia por nuestra mano ni impedir que nadie entre porque esto es vía pública. Estamos en manos de todos los que quieran venir. Nos sentimos abandonados. Si se viera movimiento de policías, sería distinto. Sólo vienen cuando se les llama", asevera otro residente.

Para Juan, la solución estriba en hacerse con dos perros más grandes. "En cuestión de meses han desvalijado varios chalets. Son robos muy limpios. No se llevan el televisor ni el vídeo, sino joyas, cámaras y dinero", indica el afectado, que también sufrió recientemente un asalto. La casa de Luisa sirvió de salida tras cometer otro asalto en la vivienda de una vecina. "Fue hace tres semanas. Suponemos que entraron por delante y bajaron al campo. Se llevaron hasta la mochila de la niña para meter dentro las cosas", recuerda la mujer.

Pero la falta de seguridad que dicen sufrir no es lo único que les preocupa. "Si aquí hubiera un incendio con una sola cerilla, saldríamos todos como antorchas. Le temo al fuego. Urbanismo debería vallar el monte y arregarlo", se lamenta Jesús. En palabras de otro vecino, que asegura ser bombero existe un claro "riesgo" por la proximidad de la zona de campo. "Según la dirección del aire, se puede quemar cualquier casa. Los pinos son peligrosos", recalca.

A ello se suman los problemas de contaminación acústica por el tráfico que desde hace 29 años, cuando se construyó la autovía, padecen. "Es un nido de ruido insoportable. Las ventanas no se pueden tener abiertas y hay que tener continuamente puesto el aire acondicionado", aseveran. Su lucha se basa en conseguir la instalación de pantallas para aislarse del bullicio que genera la circulación de vehículos, que comienza desde primera hora de la mañana. Han llegado a recoger firmas y a plantear movilizaciones, pero su esfuerzo, señalan, ha sido en balde. "El contrato de compra que firmé se acompañaba de un recorte de prensa con el compromiso de que se instalarían", critica un vecino.

Tampoco han sido fructíferos los llamamientos para que el Ayuntamiento preste atención a los desperfectos de las inmediaciones de los inmuebles. "El mantenimiento es cero. Aquí no se repara nada. Las alcantarillas están sobresalientes y cuando llueve se forma un charco alrededor. Las palmeras impiden el paso por la calle y siempre nos ponen problemas para venir a podarlas, a no ser que llamemos a algún amigo y pidamos el favor. Aquí todos pasamos por caja y somos iguales ante la ley", precisa otro vecino, molesto también con las concentraciones nocturnas de vehículos. "Se juntan tres y cuatro coches todas las noches con gente de entre 20 y 50 años que saca sus botellas. Tienen un contenedor que no utilizan y se fuman lo que se tengan que fumar", sentencia.

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