La Pelusa es una barriada relativamente moderna. Hay quien llama a esta zona del distrito Este "el barrio Calvario" por el mal estado y la inclinación de sus calles. El nombre le viene como anillo al dedo. Pues también cuenta con un monte homónimo. No es que el monte de La Pelusa fuera donde crucificaron a Jesucristo, pero sí sufre su particular vía crucis.

Durante años, estas veinte hectáreas de parque periurbano fueron usadas como cementerio de coches. Aunque se limpió, siguió siendo el vertedero de la zona. Desperdicios de todo tipo se amontonaban en estos montes afincados entre Miraflores del Palo y El Candado.

El pasado diciembre, después de años de reclamaciones, la Asociación de Vecinos de La Pelusa consiguió que el Ayuntamiento admitiera competencias en todo lo relacionado al monte. "Antes decían que el territorio pertenecía a la urbanización de Miraflores", relata Remedios Sánchez, vicepresidenta de la asociación.

En ese momento, la administración elaboró un proyecto "de una cara de un folio" con el lema Repoblemos La Pelusa. Después de años de peticiones, la administración propulsaba un plan que quería acabar en marzo, antes de que finalizaran los contratos de los planes de Empleo Andaluz.

De los 1.080 desempleados contratados por el Ayuntamiento con fondos andaluces, una treintena de personas participó el proyecto de La Pelusa. Algunos de ellos eran ambientólogos y redactaron un nuevo y más extenso plan para llevar a cabo la repoblación de los montes. "Nos presentaron un proyecto en condiciones, bien detallado y coherente", explica Miguel Ángel Barba, presidente de la Asociación Almijara, dedicada a la sensibilización y protección del Medio Ambiente. El plan vislumbraba una fase de limpieza y otra de reforestación. "Sin embargo, la primera pregunta que le hicimos fue: ¿vais a mantener lo que plantéis de alguna forma?. Contestaron que ellos no lo sabían porque acababan contrato cuando el proyecto se terminara. No quisimos colaborar si no teníamos garantizado el mantenimiento posterior".

La Asociación Almijara lleva desde 1997 realizando reforestaciones por todos los montes de Málaga. Ahora mismo está realizando una actuación en el Guadalhorce.

"Es necesario dos veranos de riegos para que arraiga y crezca lo que plantes. Aunque son especies autóctonas y muy duras es necesario cuidarlas. Si no se hace, se pierde todo". Y es lo que ha ocurrido en La Pelusa. Menos del 5% de las plantas siguen verde.

Después de un verano tan caluroso y un año igual de seco, predomina la estampa de rastrojos ocres. Sin embargo, aquí y allí sobreviven estoicamente manchas verdes de pinos, retamas o palmitas. Son los frutos de un trabajo de años realizado pacientemente por los alumnos de los colegios de alrededor. Solo el centro Jorge Guillén consiguió repoblar la ladera este del monte. "Es la prueba de que un trabajo concienzudo y hecho con el corazón supera la chapuza que el Ayuntamiento ha hecho aquí con una intención electoralista", apostilla Migel Ángel. "Ni siquiera nos han dicho cuánto ha costado todo, se lo hemos pedido hasta por escrito", se queja Remedios.

El monte presenta mejor aspecto que antaño. A un lado del sendero se amontonan brozas y ramaje de la última limpieza. "Dijeron que no les cabía en el camión y que volverían". Algún incívico ha dejado olvidados una docena de sacos de tela blancos con escombros. Pero lo más desolador es ver los hoyos, esparcidos por todos lados, con un amarillento y mustio esqueje en medio. "Tiempo, dinero y tierra perdida simplemente por razones políticas".