Málaga

El top manta: último eslabón de una mafia invisible

  • Muchos de los vendedores, en su mayoría senegaleses, han sido introducidos en España por redes organizadas La deuda les arrastra al negocio de las falsificaciones

Mantas de apenas un metro cuadrado -de las que los vendedores tiran cuando sus compatriotas alertan de la presencia policial- para albergar imitaciones de primeras marcas que venden a precios de coste. Detrás subyace un negocio internacional impulsado por mafias que manejan un meticuloso entramado. Los protagonistas, en su mayoría subsaharianos, conforman el último eslabón de una larga cadena.

Su foco original está en Asia, principalmente China, y cuenta con potencias de la industria textil de bajo coste como exportadores de artículos de imitación. Suelen ser los puertos de Valencia, Algeciras y Málaga los que reciben, normalmente a nombre de empresas, contenedores de gran magnitud con numerosas falsificaciones. La elevada cantidad que entra, según fuentes policiales conocedoras de estas investigaciones, dificulta que sean controlados uno a uno por las autoridades portuarias.

Tras haber logrado introducir los productos, el paso siguiente estriba en distribuirlos tanto en naves industriales como en mercadillos. Y para almacenarlos, estas redes organizadas tiran de pisos de alquiler que a tal efecto tienen repartidos por la Costa del Sol. Unos están destinados a bolsos, otros al calzado. También los hay para gafas de sol.

La muerte de un hombre de origen senegalés al saltar por el balcón de su casa en Salou cuando huía de los Mossos d'Esquadra en una operación contra la oferta de material falsificado o top manta reabrió hace un mes el debate sobre esta actividad, que se dispara con la llegada de miles de veraneantes que transitan cada día por las playas durante los meses de mayor afluencia. De Torremolinos hasta Manilva. De Rincón de la Victoria hasta Nerja.

Pese a que Marbella se erige en uno de los municipios que lidera la lucha contra la piratería, imagen que contrasta con la del lujo y el glamour que caracteriza a la ciudad, cuando cae la noche, el negocio de las falsificaciones se traslada al paseo marítimo. "Intentamos mantener un mayor control en las zonas donde hay comercios porque es una competencia desleal. Las medidas para evitarlo son el diálogo, las actuaciones disuasorias y la vigilancia. En ningún momento llevamos a cabo actuaciones de choque inmediato", explica el alcalde del municipio y edil de Seguridad, José Bernal, quien recalca que no se es "permisivo", pero que se tratar de evitar "la conflictividad y el que la policía corretee por el paseo marítimo por detrás de los manteros".

La realidad es que los subsaharianos viven en permanente fricción con los agentes. "Hay más vendedores que policías. Ocurre que cuando se le interviene la mercancía generan una deuda con la mafia y se ven obligados a seguir vendiendo. Es la pescadilla que se muerde la cola, una especie de esclavitud. El material que se decomisa es el que van tirando por el camino cuando echan a correr para que no se les pueda detener y así retrasar la actuación", apostillan fuentes policiales. Las imitaciones quedan a disposición judicial y después son destruidas.

La Policía Local ha puesto también el foco de atención en restaurantes. En Marbella, han sido varias las ocasiones en que han actuado tras aprovechar el descuido de clientes para sustraerles el bolso que después camuflan entre su género en venta. Los efectivos llegaron a arrestar a cuatro individuos por robar más de 2.500 euros a una familia de Madrid. La venta de productos falsificados se considera un delito de menor, por lo que la mayoría de los autores salen absueltos.

El fenómeno persiste también en otros puntos de la costa. Torremolinos y Benalmádena han acordado recientemente coordinar la vigilancia y el control de esta actividad. La idea no estriba en duplicar esfuerzos, sino que se pretende unificar un protocolo de actuación, en palabras de los portavoces, que destacan la importancia de coordinarse con la Policía Nacional para atajar este fenómeno.

Los manteros, que en algunos casos se ven obligados a pagar la deuda contraída con mafias que le han facilitado su entrada en la península, pueden obtener, calculan los agentes consultados, un beneficio de más de 300 euros al día. "Son muchos los senegaleses -la mayoría sin papeles- que vienen a la zona de interior cuando termina la época de la agricultura. Dicen que les resulta más rentable vender en la calle que arar o recoger frutas", detallan.

Según las cifras aportadas por el director general de la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual (FAP), José Manuel Tourné, en España hay unos 2.500 vendedores ambulantes y provocan prejuicio al 5% del sector de la propiedad intelectual. Este tipo de vendedores ambulantes y las descargas ilegales estarían detrás del cierre de unos 5.000 videoclubes en los últimos años. "Se han perdido enormes cantidades de riqueza y empleo como consecuencia de la piratería", asevera Tourné. A su juicio, en Málaga, hay "más mochileros que manteros". "Van de bar en bar. No es lógico que se permita. Cuando ha habido más presión policial, el problema se ha reducido. Se falsifica todo: hasta el tabaco, con excrementos de animales", resalta el portavoz de la FAP, que se pregunta cómo exigir a un comerciante el pago de impuestos "si el Ayuntamiento permite que se presente enfrente de su negocio alguien con una manta en los pies haciendo competencia desleal". "Las reglas son las mismas para todos", concluye.

Los protagonistas de este fenómeno constituyen, en palabras del portavoz de una asociación de inmigrantes de Málaga, el sector "más débil". "Detrás de las mafias se encubre un política de fronteras que están cerrando las puertas de la inmigración", asegura.

Para el concejal de Seguridad, Mario Cortés, el top manta en la capital "no es un problema", lo que responde, incide, a la firmeza de los agentes. "Aquí somos muy contundentes, implacables. Es difícil vender sin que la Policía esté en la esquina", afirma. Para eliminar la actividad, puntualiza, casi en su totalidad, ha sido necesario desplegar "numerosos refuerzos tanto de efectivos de uniforme como de paisano en zonas turísticas", lo que dificulta su práctica.

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