Antonio soto. psicólogo experto en adicciones

"Hay medidas de reeducación para jóvenes que delinquen. En adultos eso está verde"

  • El profesional opina que las víctimas son las grandes olvidadas del sistema judicial y defiende que la cárcel no sea sólo para encerrar al delincuente, sino útil para su reinserción en la sociedad

TIENE 45 años y lleva más de 20 trabajando con adicciones. Primero en Proyecto Hombre y ahora en Monte Alminara. Es accesible, cercano y comunicativo. Ha ayudado a cientos de adictos a salir de la droga. Dice que su truco es guardar un delicado equilibrio entre implicarse y que esas historias tan duras no le hagan daño.

-¿Cómo han cambiado las adicciones?

-Han cambiado tanto las adicciones como el perfil de los adictos. Antes el perfil era más concreto, consumidores de grandes cantidades de sustancias. Eran politoxicómanos. Heroína, cannabis, alcohol, cocaína... Había mucho policonsumo. Ahora hay un abanico más amplio de perfiles. Hay estimulantes, cocaína, drogas de síntesis y se van normalizando, con mayor aceptación social, se asocian al éxito, al ocio. Hay una visión de la droga como algo no tan marginal., sino asociada al éxito. En las drogas de ocio, la gente no se considera yonki.

-¿El mecanismo es el mismo?

El mecanismo es bastante genérico. El proceso personal depende de cada uno en concreto. Con el cannabis hay una permisividad absoluta, lo que hace que se consuma más, que se perciba un riesgo bajo, sobre todo en gente joven.

-¿Hay personas más vulnerables a las adicciones?

-Hay ciertas variables de personalidad, pero sobre todo tiene que ver con la madurez personal y la edad. Los jóvenes no tienen el autocontrol todavía porque su desarrollo cerebral no es completo hasta los 21 años aproximadamente. Son mucho más vulnerables los jóvenes. Los más jóvenes pueden tener más riesgo de un mayor desarrollo de la adicción. No es lo mismo empezar a experimentar con drogas con 20 que con 14 años.

-¿La gente cada vez empieza más joven en la droga?

-Hay muchos tópicos. En cierta manera es real, pero va fluctuando porque hay drogas a las que se les coge miedo. Por ejemplo, las drogas de síntesis hubo un tiempo en que se dejaron de lado. Hay cambios sociales y fluctúa porque si no estaríamos hablando de edad inicio a los tres años. Pero cuando hay menos percepción de riesgo es probable que la edad se adelante.

-¿Qué le parece lo de despenalizar las drogas?

-Es un tema muy complejo porque lo que se puede ganar de una forma se pierde de otra. Lo que está claro es que la mayor accesibilidad -que sea más barata, que sea legal- siempre ha hecho que haya más consumo. Que la legalización sea una solución para mí no está claro. Tampoco está claro que la penalización lo sea. Siempre que queramos atajar este problema hay que atender a sus múltiples variables.

-¿Hay tolerancia con el alcohol?

-Sí y muy alta; siempre lo ha sido. Hay campañas de prevención, pero hay mucha permisividad y poca conciencia del peligro que tiene el alcohol por sí mismo.

-Pero en adicciones no sólo están las sustancias. También hay hábitos adictivos...

-Sí, estamos viendo que también hay muchos hábitos que empiezan a ser problemáticos. Son hábitos que pueden ser actividades que por sí mismas son gratificantes para la persona. Pero importa el uso que se haga... Por ejemplo, si yo trabajo mucho para evadirme porque tengo problemas en casa eso puede ser un problema.

-¿Refugiarse en un hábito?

-Sí. Pero no hay que crear la alarma de que todo es adictivo. No, todo no es adictivo. Los adictos son las personas. Una de las cosas que el libro que acabo de publicar pretende aclarar es que no es que haya adicción a una cosa o a otra, sino que es la persona es la que es adicta y a lo que recurre es muy variable. Puede ser una red social o un teléfono móvil que pueden ser usados como el ludópata utiliza un juego.

-¿Adicciones sin sustancias?

-Sí. Por ejemplo internet, videojuegos -hay chicos jóvenes muy enganchados-, nuevas tecnologías, el móvil, juegos on line -que multiplican de forma exponencial el problema de la ludopatía que ya existía-. Lo está favoreciendo porque el acceso es tan fácil, tan directo que no necesita un bingo. En un bingo te pueden prohibir entrar; en internet no te prohíben entrar.

-¿Y las compras compulsivas?

-Hay perfiles que están bastante definidos. Personas apáticas, sin grandes motivaciones que usan el ir de compras muchas veces para evadirse. Hacen compras compulsivas que ni desempaquetan, pero que luego las hacen sentir culpables. Igual que el adicto se siente culpable cuando consume.

-Ha trabajado más de 20 trabajando con adicciones. ¿Qué es lo que más le ha impactado?

-Lo que más me impacta es la dificultad de la persona que ya es un adicto para tomar conciencia real del problema. E incluso una vez que sabe que tiene un problema, la dificultad para poner un foco amplio de la situación, no quedarse en el consumo como problema. Sino entender que es un estilo de vida, una cuestión más existencial y que esa insatisfacción personal es la que va a seguir generando el problema. A mí lo que más me impacta es la persona, lo que hay detrás. Para mí la adicción es un concepto diagnóstico, a veces incluso vacío; lo importante es saber qué proceso ha seguido para estar ahí y qué proceso seguirá para salir. Y no es de un día para otro. La persona desarrolla una serie de hábitos y para salir tiene que tomar conciencia y realizar un proceso que es muy paulatino para hacer un cambio real, profundo. Y también me llama la atención cuando la persona pone la confianza en un profesional, en un centro. Se pone en tus manos. Eso me impone respeto y me causa un gran sentido de la responsabilidad.

-¿Quién cae más en la adicción, el hombre o la mujer?

-Tradicionalmente, la adicción se ha asociado más al rol masculino; tanto en el alcohol como en otras drogas, como cannabis. Normalmente hay más adictos hombres y llegan más a los programas de deshabituación. También es verdad que las mujeres adictas tienen un perfil más oculto, hay muchas más mujeres que no se sabe que tienen un problema de adicción; por ejemplo con alcohol, juego patológico, compras, medicamentos... Es menos visible en la mujer. Los hombres beben en público... Hay muchas mujeres hay con problemas de alcochol, pero beben a escondidas, o que caen en el abuso de medicamentos y no se percibe como un problema. El hombre se permite más el rol del adicto, aunque se va equiparando.

-¿Hay que acudir siempre a un profesional?

-Entiendo que sí, porque generalmente el adicto lleva mucho tiempo queriendo hacer algo sin poder. Si acude a un profesional es porque ha intentado salir y no ha podido. La raíz es que el problema es más profundo. Debe acudirse a un profesional porque es una enfermedad, porque hay una dependencia física o psicológica y una alteración del estilo de vida. Son trastornos importantes del comportamiento. Igual que un enfermo va al médico, también en este caso hay que acudir a un profesional. Nuestro centro Monte Alminara tiene un equipo completo para atender todas las variables.

-¿Le gusta mucho su trabajo?

-Disfruto porque hago cosas útiles, a pesar de lo difícil que es el acompañamiento de estas personas; porque cada día aprendo y veo que a las personas les puede servir lo que estoy haciendo. Creo que lo que hago sirve. Aunque el trabajo es duro como él solo...

-¿Por qué?

-Porque soy una persona y cuando acompaño a alguien y siento su dolor o veo que no consigue el cambio y recae, para mí es muy complejo y doloroso. Hay que lograr equilibrio entre 'me implico, pero que no me haga daño' y es complejo. Todos los días tengo que gestionarlo. Para mí es clave que constantemente estoy alerta. Tienes una relación profesional, pero a la gente la aprecias de una forma sana. Hay personas que llegan muy destruidas y yo no soy ajeno a eso. Eso no quita que intente cuidarme yo. Para mí es importante el apoyo de mi familia, tener formación...

-¿Cómo puede ayudar la familia para superar una adicción?

-Sabiendo cual es su lugar. El adicto tiene que ser el que afronte su problema. Cuando la familia intenta salvarlo, a veces no le ayuda a que sea consciente de su problema. Esa es la forma de no ayudar. La forma de ayudar es procurando que la persona que tiene la adición sea consciente de lo que le pasa y ellos lo apoyen desde el consejo profesional. Por eso es necesaria una alianza de la familia con los profesionales.

-¿Qué debe saber la gente de las nuevas adicciones?

-Que no se trata de tener miedo a las tecnologías, sino que hay que aprender a manejarlas. Nosotros trabajamos para que las familias acompañen a los chicos en el uso de internet, las redes sociales; que no los dejen solos porque no tienen un autocontrol. Es fundamental mandar el mensaje a las familias, a los educadores que el trabajo es acompañar, educar en el uso. No solamente prohibir.

-Pero muchos padres no tienen tiempo y no manejan tecnología tan bien como los hijos...

-Por eso nosotros ofrecemos a las familias asesoramiento en ese sentido. Ofrecemos las escuelas de familia, ofrecemos también grupos para familias que empiezan a tener el problema con chicos jóvenes. Los chavales están teniendo ya mucho mal uso y abuso. Vamos a educarles. Pero no hay que patologizar el problema, sino a entender de que se trata de hacer un buen uso. Un martillo se lo das a un escultor y te hace una obra de arte; si se lo das a un psicópata te hace un destrozo. El martillo no es malo, es el uso que se hace de él.

-El Metro tiene la ciudad patas arriba...

-Cuando pase esto sabremos si ha merecido la pena. Yo voy a una ciudad con Metro y me encanta. Es muy cómodo. En superficie o por abajo, no puedo opinar. Pero he estado en Madrid, Barcelona, Londres, París... Y una ciudad con Metro me parece muy bueno. No sé cuanto tiempo tiempo estaremos con este lío.

-¿Qué se hace con una juventud con un 52% de paro?

-Hay que hacer por todos lados a la vez.Incentivar la formación, tanto la reglada como la no reglada. También hay que facilitar las prácticas en empresas. Y a nivel institucional, tomar medidas a gran escala para que a las empresas les convenga contratar gente joven y que el aprendizaje se valore. Darle un espacio a ellos.

-¿Qué le parece que haya famosos y empresarios, políticos en la cárcel por corrupción?

-Si la Justicia es igual para todos, la sociedad es más justa. La cárcel en sí no es una solución, a veces es parte del problema. Debe ser igual para todos, pero además, debe ser útil. Porque como sociedad no sólo debemos apartar al que molesta, que en un primer momento es necesario, pero hay que buscar los cambios que hagan que de ahí se salga mejor, que sirva para algo esa condena. Eso es un déficit ahora mismo. Las personas que van a cárcel a veces salen más desestructuradas. Se trata no sólo de encerrarlas. Con menores se están incorporando medidas judiciales reeducativas o de reparar el daño hecho. En los adultos eso está muy verde. Las víctimas son las grandes olvidadas del sistema judicial. Si un pueblo entero ha sufrido el robo de un alcalde, ¿cómo reparamos a esas víctimas? Aparte de ver qué se hace con el autor del delito, también hay que buscar cómo se cubre el daño a la víctima.

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