Málaga

Las faltas, la punta del iceberg

  • El absentismo es un indicador de riesgo y tras ausencias prolongadas suele haber mucho más La concienciación de las familias, la clave para el éxito

Tras los delitos urbanísticos, el absentismo es el menos judicializado. Y "muchas veces no se valora el tema en la profundidad que tiene", considera Alberto Rivera, director de los Servicios sociales del Distrito Palma-Palmilla. Faltar a clase se puede deber, a veces, a la desidia de la familia en un día de frío o lluvia, a las pocas ganas de levantarse de la cama o la necesidad de que los escolares ayuden a sus progenitores en alguna tarea. Pero otras es, como dicen los profesionales, la punta del iceberg. "El absentismo es un indicador más de riesgo, detrás de una familia cuyos hijos son muy absentistas siempre hay mucho más", comenta la trabajadora social Paloma Mora. Y si tienen una situación precaria, interrumpir la formación escolar y no titular merman aún más las posibilidades de mejora de los jóvenes. "La exclusión social tiene un componente hereditario y la correa de transmisión más importante es el absentismo, por eso estamos obsesionados con cortar esa cadena", comenta Alberto Rivera. Y la familia es el punto estratégico para conseguirlo.

Gema Cortés, madre de cinco hijos y miembro del consejo escolar del CEIP Doctor Gálvez Moll, es consciente de la importancia de que sus pequeños acudan a clase a diario. "El principio de todo esto son los padres, los que ponen los fundamentos, los niños son como esponjas y tienen que ver que es una obligación y que todo se gana a base de esfuerzo, que no es una opción, que hay que ir al colegio y no se pueden plantear faltar", afirma con rotundidad esta madre. Pero su entorno no piensa siempre igual que ella.

"Hay muchas madres que se quedan durmiendo y que luego ya no traen al colegio a los niños, porque no le ven la importancia que esto tiene", subraya Gema. Su hijo de 15 años ya está en el instituto. Con la Fundación Secretariado Gitano participa en el programa Promociona, en el que "ha conocido a muchos chicos gitanos con grandes impulsos y metas", como relata su madre, que le ayudarán a seguir adelante con sus estudios. "Muchas veces nos marginamos nosotros mismos, consideramos que nuestros hijos no pueden llegar a ser más, y es una pena y un atraso que los padres se pongan en contra", cree Gema Cortés. Ella no terminó la EGB, su marido tampoco tiene estudios, es oficial de pladur y está en paro. Viven una situación más que difícil siendo siete en casa y, aún así, sus hijos acuden a clase. En el IES Guadalmedina "la sensación es de que vienen más alumnos al centro, antes hacían puentes interminables de lunes y viernes y si llovía no había ni una decena de estudiantes, ahora si llueve casi no se notan las ausencias", dice el director del centro.

"Es verdad que hay situaciones muy difícil y, sin embargo, traen a los niños al colegio", valora José López. De hecho, como señala Alberto Rivera, en el barrio viven 32.000 personas y hay 197 familias absentistas, "por lo que el absentismo representa un porcentaje muy pequeño, muchísimas familias están motivadas y para tener un riesgo de exclusión social tan elevado no son datos tan escandalosos". Y agrega que "la percepción de que veamos el absentismo inadmisible ya es un logro". Sin embargo, mientras que haya un solo escolar que se les pierda en el camino, ellos seguirán trabajando para devolverlo a la escuela e intentar darle la llave de su futuro.

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