Málaga

El mango acorrala a las pasas

  • El tradicional cultivo malagueño se encuentra en seria regresión por falta de rentabilidad y por lo trabajoso frente a los beneficios de los subtropicales.

 Las viñas han dominado históricamente buena parte del paisaje de la comarca de la Axarquía hasta prácticamente hacerla reconocible por ellas. El tradicional vino y las pasas de la zona se han ganado a pulso un sólido prestigio internacional gracias a que los agricultores han mantenido generación tras generación la particular forma de producir unos productos únicos. Pero demasiado trabajo y poca rentabilidad están abocando a muchos de ellos a plantearse un cambio de cultivo por otro, el subtropical, más ventajoso por sus mayores beneficios relegando a algo tan característico de la provincia a un segundo plano e incluso a su desaparición en un futuro no muy lejano si no se produce un relevo generacional decidido antes de que sea demasiado tarde.

No es un simple mal augurio de los más pesimistas del sector, los datos de superficie cultivada y de producción de los últimos años avalan esta realidad. En el pequeño pueblo de El Borge, tradicionalmente junto a Almáchar los municipios malagueños con mayor producción de pasas, lo saben bien. Ahora apenas siguen en activo unos 70 agricultores dedicados a este cultivo, cuando hace tres décadas eran más de 160. La consecuencia más obvia ha sido la drástica reducción de la producción del típico producto malagueño: de los alrededor 200.000 kilos anuales en los años 80, a apenas 30.000 kilos el año pasado.

 

Es la cantidad de pasas que entró en 2015 en la Sociedad Cooperativa Andaluza San Isidro de El Borge, uno de los principales termómetros para medir la delicada situación por la que atraviesa el sector. "Cada día va a peor", según contó a este periódico su responsable, Francisco Javier Vela, que lo achacó principalmente al hecho de que no hay mucha gente joven dispuesta a coger el relevo en el campo y "menos en un cultivo tan trabajoso que da tan poca rentabilidad".

 

Solamente un mango puede dar unos 30 kilos al año, frente al medio kilo de uvas por cepa que suele producir una viña. Los precios de unos y otros no dejan lugar a dudas tampoco para los agricultores que están apostando por cambiar a los subtropicales. Si bien es cierto que por un kilo de pasas de la mejor calidad un agricultor puede recibir hasta cinco euros, por uno de mango se llegó a cobrar el año pasado hasta 1,8 euros con la ventaja de que es un árbol más productivo.  

 

Motivo suficiente que explicaría que solamente quedan 120 de las 300 hectáreas de viñas que han hecho tan popular a este pueblo de la Axarquía. Con el agravante, además, de que parte de ellas son demasiado viejas y su rendimiento también es mucho menor, ya que algunas tienen casi un siglo y más de 50 ó 60 años no suelen ser rentables.

La alternativa de los que no tienen más remedio que seguir pegados al campo como forma de subsistencia son los subtropicales, especialmente el mango que está sustituyendo el típico paisaje de viñas en toda la zona. El propio encargado de la cooperativa de El Borge lo hizo ya en 2004. "Quité unas 2.000 viñas y las sustituí por unos 600 mangos que me dieron el año pasado un beneficio de 12.000 euros y solamente voy a regarlos los fines de semana, si hubiera seguido con las viñas no hubiera llegado a ganar ni  3.000 euros", aseguró este agricultor también socio de la organización agraria Asaja Málaga.

Los números están claros. Un agricultor necesita disponer de al menos dos hectáreas de viñas para obtener un beneficio anual de 6.000 euros, una cantidad que se puede conseguir de forma más rápida y con menos quehacer con apenas media hectárea cultivada de mangos.

 

Así las cosas, todo aquel que tiene la posibilidad económica de invertir en el cambio de cultivo y dispone de agua en la parcela para poder regar está apostando por el mango. José María Palomo, albañil de 31 años que se ha visto obligado a volver al campo tras la crisis, está dispuesto a probar. En una de sus parcelas ha encontrado agua suficiente para el riego del mango y ha aprovechado para quitar las viñas para probar. Empezará con 400 mangos porque "las viñas no dejan nada y necesitan mucho trabajo, y si te pones a pensar en lo que vas a sacar después de todo no vienes", se quejó.

 

En esta época toca podar los sarmientos y retirar toda la vegetación de alrededor de las viñas. Un trabajo realmente duro completamente manual en parcelas con una pendiente de vértigo y francamente entretenido por la imposibilidad de ayudarse con maquinaria. En podar un terreno de viñas de apenas 7.000 metros cuadrados se necesitan entre seis y siete días "y sin ver un jornal al final del día", señaló este joven.

 

La preparación del terreno y de las viñas para la campaña es bastante laboriosa. Después de los trabajos de poda y quema  de los restos, toca aplicar los tratamientos herbicidas contra el mildiu y el odio, las dos enfermedades por hongos más graves para este cultivo y cuya aparición tiene mucha relación con las lluvias que se produzcan entre abril y mayo. Además, hay que abonar el terreno y controlar que todo va bien para a finales de agosto recoger la uva que posteriormente se dejará secar de forma natural en las paseras durante un mes, para luego picarla y empezar a finales de octubre a poder venderla.

 

Prácticamente todo un año de trabajo para obtener una producción escasa. Las cuentas no les salen a los que no tienen esa posibilidad. Francisco José Muñoz, un administrativo de unos 44 años que se ha hecho cargo de la finca de viñas de su padre por no tener ahora mismo otro trabajo, lo tiene claro y contó que "cambiaría sin dudarlo una parte del cultivo si tuviera dinero y agua".

 

La razón, al igual que los que sí han podido hacerlo, es que "tiene mucha labor para lo que luego ganas y si echas números no salen porque te da para comer si tienes una finca en condiciones, ya que encima la subvención la están quitando". Y tampoco es que las ayudas al sector supongan un gran alivio: alrededor de mil euros por hectárea cultivada.

 

Las organizaciones agrarias son conscientes de esta situación y, por ejemplo, Asaja Málaga pretende ofrecer a sus asociados hacer un curso dirigido a los agricultores jóvenes de viñas en terreno de secano que no tengan posibilidad de dar el salto a los subtropicales y enseñarles mejores técnicas para hacer los cultivos más rentables. El secretario general de la patronal agraria, Benjamín Faulí, lamentó que la uva moscatel "como buque insigne de la comarca por desgracia va en una línea totalmente descendente al ser un cultivo artesanal". 

 

Sin embargo, ve razonable que los agricultores busquen una alternativa en los subtropicales porque "la economía manda y la esclavitud del trabajo lo hace poco rentable"

A este ritmo la Axarquía terminará siendo definitivamente subtropical.

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