mercedes sánchez vico. docente, experta en igualdad y directora de 'las educadoras'

"La conciliación es una de las grandes mentiras que han vendido a la mujer"

  • Esta luchadora incansable cree en la educación como pieza clave para alcanzar la igualdad real y dice que "la historia que nos han enseñado está falsificada porque en ella no aparecen las mujeres"

EN estos días Mercedes Sánchez Vico no para. Tampoco creo que lo haya hecho nunca. Sobre todo, desde que se fijó como meta hacer de éste un mundo más justo. En su centro, el IES Eduardo Janeiro, es jefa del Departamento de Lengua y Literatura e imparte la asignatura Igualdad de Género a través de la Imagen. Ahora mismo se encuentra en la fase de montaje de su documental Las educadoras, en el que da voz a 15 mujeres empeñadas en romper esos techos de cristal que asfixian a mucho talento femenino.

-¿Vivió de pequeña en un entorno de igualdad? ¿Por qué y cuándo surgió su lucha por la equidad?

-Ninguna mujer que supere los cincuenta años, como es mi caso, creo que pueda decir que se crió en un entorno de igualdad. A mi siempre me animaron atener estudios universitarios y agradeceré siempre su apoyo en ello, pero también es verdad que cuando hablamos de corresponsabilidad ni siquiera unos progenitores como los míos comprendieron que era cosa de todos repartir las tareas. Mis hermanos estaban exentos y eso es algo ante lo que siempre me rebelé. A partir de ahí empecé a comprender que la mujeres no teníamos los mismos derechos que los hombres y surgió mi lucha por la igualdad. La primera batalla ganada fue en el hogar, no paré hasta que conseguí que ellos hicieran sus camas. Ese paso, que podría parecer tan pequeñito, fue toda una victoria y me hizo comprender como niña que tendría que trabajar duro para conseguir mi lugar como mujer en el mundo.

-Es defensora de que la igualdad se aprende y ha creado una asignatura que es evaluable. ¿Es bien acogida por los alumnos?

-Bueno, entre el alumnado masculino la primera reacción es de defensa, piensan que se va a relacionar masculinidad con ideas y actos negativos. Pero eso se va perdiendo conforme se avanza en las primeras clases y comienzan a entender que no es así, que no se les va a juzgar por el hecho de ser hombres y que también es interesante desaprender lo aprendido sobre lo que les han enseñado que significa ser hombre. Las nuevas masculinidades abren todo un mundo transformador para ellos y comprenden que saldrán ganando en todos los sentidos si se apuntan a este caballo ganador donde ya no van a tener que estar siempre demostrando que son fuertes, valientes, que no pueden llorar aunque se les rompa el alma, ni mostrar ningún tipo de afectos y emociones. Pueden llegar a convertirse en grandes cuidadores, amantes, seres sensibles que puedan sentir empatía y mostrarlo.

-¿Qué contenidos considera que son más necesarios impartir?

-El primero, evidentemente, la prevención de la violencia de género en la adolescencia. Son tremendos los datos y la forma en que se expande este lacra social entre los 12 y los 18 años. El machismo es el germen de esta violencia, pero en los últimos años es un virus que ha mutado, volviéndose sutil a nuestros ojos, por eso, hay que hacer visibles los micromachismos que es la pandemia de la adolescencia, principalmente en las redes sociales. Esto conlleva hacer una resignificación del concepto del amor, huyendo de los mitos románticos que tanto daño hacen y que dan pie a relacionar amor con posesión, celos o sufrimiento. También la corresponsabilidad, terreno en el queda mucho por hacer.

-Aún son ellas las que tiran del carro en casa...

-La mujer sigue dedicando el doble de tiempo a las tareas domésticas que el hombre y si hablamos del cuidado de los hijos e hijas y de las personas dependientes que pueda haber en casa también las máximas responsabilidades siguen recayendo sobre nosotras. Todavía bastantes de mis alumnos hablan de "ayudar" y no de "colaborar" cuando se refieren a sus responsabilidades y eso es señal de que muchas cosas tienen todavía que cambiar. Igualmente, hay que visibilizar los derechos del colectivo LGTBIQ en la escuela y trabajar para que ninguna persona de la comunidad educativa pueda sentirse discriminada por su orientación sexual y visibilizar los nuevos modelos de familia, rompiendo con la heteronorma.

-Pero si luego en casa se repiten los patrones, ¿sirve de algo el trabajo en el colegio?

-Sí, sirve. Lo vamos a tener más difícil, evidentemente, pero lo que no podemos hacer es quedarnos cruzadas de brazos porque en las casas se repitan patrones sexistas. Las revoluciones siempre comienzan desde dentro y estoy convencida de que mucho de nuestro alumnado puede cambiar el mundo a mejor. Hay que seguir trabajando a través de la coeducación. No hay otro camino. Estoy absolutamente convencida de que la igualdad se aprende, por lo tanto hay que educar en igualdad.

-Las familias jóvenes ¿son conscientes de la importancia de la corresponsabilidad en el hogar?

-Queda mucho por hacer, no hay una verdadera conciencia sobre ello. Los datos que nos ha aportado el Instituto Andaluz de la Mujer son muy esclarecedores: hay tareas en el hogar que siguen formando parte únicamente del universo femenino, principalmente, todo lo que tenga que ver con el cuidado. Todavía son las mujeres las que solicitan la mayoría de las excedencias en sus puestos de trabajo para realizar esta labor y que conllevará, entre otras consecuencias, que esa mujer no pueda gozar de la misma pensión que un hombre cuando se jubile puesto que no habrá podido cotizar igual que él.

-¿Y esto por qué ocurre, porque ellas lo asumen, porque no lo asumen ellos, porque es lo socialmente establecido...?

-Desde pequeñas a las mujeres se nos ha educado para ello. Los primeros regalos que recibimos son cocinitas, bebes a los que hay que cambiarles los pañales y darles de comer… No recibimos pelotas ni coches de carreras. Se nos educa en la desigualdad, a asumir esos roles, a ser princesitas y no heroínas. Por eso ellos no asumen ser cuidadores ni hombres entregados a las tareas del hogar. A las mujeres, a través de la literatura infantil, por ejemplo, se nos ha educado a cuidar y a esperar, a que sean los demás los que tomen las decisiones por nosotras, a esperar al príncipe azul, a que alguien nos salve y nos rescate. Por eso hay que romper, a través de la educación, con todos estos roles y comprender que somos nosotras las únicas que podemos ser las protagonistas de nuestras vidas.

--¿Habría que incidir en la formación a las familias?

-Por supuesto que sí. Fundamental. Desde la escuela habría también que incidir en este punto. Las AMPAS deberían de aportar mucho en este sentido, fomentando también cursos, jornadas de formación para las familias, trabajando a la par con la persona responsable del Plan de Igualdad, el equipo directivo y con expertos en igualdad y género. Casi me atrevería a decir que tendría que ser obligatorio. Nadie nos enseña a ser padres y madres, de ahí que la formación sea tan importante.

-La Junta acaba de presentar un segundo Plan de Igualdad de Género, aunque ya había uno de 2005. ¿Qué se ha conseguido en una década de trabajo?

-Es bastante lo andado a lo largo de estos diez años, pero queda todavía mucho por hacer. No solo es necesario que haya una igualdad legal o unos Planes de Igualdad extraordinarios, necesitamos que los mismos se puedan llevar a cabo porque se pongan los medios para ello y que de esta forma podamos hablar de una coeducación real, ya que la coeducación del "postureo" como yo la llamo, no sirve para nada más que para salir en la foto.

-Y ¿qué aporta el nuevo plan que le resulte más relevante?

-Este nuevo plan trae como novedades el hecho de que los Planes de Centro ya deben ser coeducativos, que los CEP tengan que elaborar su propios planes de igualdad, que la administración también tendrá que tener muy en cuenta la coeducación para legislar y elaborar proyectos y que se va a hacer mucho hincapié en la prevención de la violencia de género. Estas son las cuatro principales líneas de actuación pero necesitamos que se refuerce la presencia del docente responsable del Plan de Igualdad y su relevancia y derechos en los centros. Mientras esto no se haga y dejemos la coeducación en manos de la voluntariedad del profesorado seguiremos sin dar verdaderos pasos.

--Se dice que la educación es la única vacuna contra la violencia de género, pero las noticias de asesinatos no cesan. ¿Qué falla?

-En este sentido soy muy contundente. Mientras no se haga un pacto de estado con todas las fuerzas políticas esta terrible lacra social no va a cesar. La ONU cataloga a la violencia de género como "terrorismo de estado". Si los gobiernos del mundo pusieran de su parte para erradicar este tipo de terrorismo los mismos medios que para el resto de terrorismos políticos conocidos, esta violencia contra la mujer se erradicaría. En nuestro país hemos vivido durante varias décadas un terrorismo sangrante. Cuando se pusieron los medios se acabó con él. Lo mismo sucedió en Irlanda de Norte. Si se invirtiera en esfuerzo, medios y estrategias de la misma manera y forma, estoy convencida de que se acabaría con esta terrible violencia. Pero, claro, en los dos últimos años ha habido un retroceso en nuestro país en este sentido, como así ya dejó patente el Informe Sombra. Entre otros datos, un 23% menos de presupuesto para la lucha y prevención. Y todo esto afecta igualmente en la enseñanza.

-¿Las víctimas se sienten menos seguras para denunciar?

-Sí. No podemos hacer campañas pidiendo a las mujeres víctimas de violencia que denuncien si no ponemos los medios para protegerlas. Terrible el último asesinato por violencia machista en nuestro país. Ahí son también muy importantes las sentencias que se impongan para la prevención. Aquella mujer denunció y acabó con su vida el uxoricida de turno porque se consideró que el hecho de que el agresor viviera a 400 kilómetros de distancia no suponía un riesgo para la víctima. ¿Y qué se puede decir ante esto? Se te llena el alma de rabia e indignación, porque si se pusieran los medios necesarios muchas mujeres seguirían con vida y esto es lo único que debería importarnos. Ahora bien, con esto no quiero decir que no se denuncie, siempre que se pueda es fundamental hacerlo.

-Se ha alcanzado la igualdad legal pero no la real. ¿qué aspecto le parece más sangrante?

-La brecha salarial es uno. La OIT dice que hasta el 2086 no se logrará romper con ella. También el tema de la conciliación, una de las grandes mentiras que nos han vendido a las mujeres: debemos ser magníficas madres, esposas, amantes, profesionales pero nuestro ascenso laboral se ve frenado al tener tantos frentes abiertos y se nos juzgará si descuidamos algunos de ellos, principalmente la maternidad, que será, a su vez, lo que haga que en muchas empresas no se nos admita. Igualmente, tampoco conseguiremos esa igualdad real si cuando hablamos de violencia de género somos nosotras las que debemos educarnos para defendernos y no deben de ser ellos los educados para no agredir.

-Ha realizado el documental Las Educadoras, con un buen puñado de mujeres ejemplares. Algunas de ellas con poca visibilidad...

-La labor que realiza el profesorado, en general, no está bien visibilizada, Si además eres mujer y te dedicas a la coeducación "apaga y vámonos". Esta es la razón que me llevó a querer emprender este proyecto audiovisual.

--¿Cuánta es la deuda que tiene la historia española con sus mujeres?¿Y en Málaga?

-La deuda es enorme. La historia y la cultura que se nos ha estado enseñando está falsificada porque en ella no están las mujeres y las mujeres hemos formado parte de ella. Hemos legalizado esa invisibilidad y esto es lo terrible. ¿Dónde están las mujeres científicas, escritoras, artistas, filosofas…en los libros de texto? Al no estar hemos dejado sin referentes femeninos a nuestro alumnado. No nos llegarían los días para poder visibilizar los nombres de esas mujeres. En el caso de Málaga también. Desde Concha Méndez, una de las grandes poetas del Generación del 27 y que no aparece en las enciclopedias, hasta llegar a Carmen Olmedo, a la que no se le ha dado el lugar que se merece por la gran labor que llevó a cabo por los derechos de la mujer. Y muchos más nombres que podríamos seguir dando y que no son del siglo XX.

-¿Cuál es el reto?

-Seguir trabajando, seguir haciendo camino, no cruzarnos de brazos pensando que no podemos cambiar las cosas. Claro que las podemos cambiar, y ese debe ser nuestro gran reto.

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