Málaga

"Me endemonia que suba el paro y me pongan pegas para abrir una fábrica"

  • Aniceto Embarba, propietario de una de las mayores empresas de ascensores del país, exige al Gobierno que imponga a los constructores hacer VPO para acabar con la crisis y para que la gente pueda comprar viviendas

Es un nervio puro. Hablar con Aniceto Embarba (Madrid, 1937) es una de las experiencias más divertidas para un periodista porque es un torrente de expresividad y anécdotas y, gracias a la tranquilidad que le da el trabajo bien hecho durante más de 40 años, no tiene pelos en la lengua. Es el fundador y propietario de A.Embarba, el mayor fabricante de ascensores de Andalucía y una de las principales compañías de España. Compite de tú a tú con las grandes multinacionales con delegaciones en medio país y en el extranjero. Empezó con ocho trabajadores que se trajo de Madrid. Hoy en día factura 60 millones de euros anuales y tiene 700 empleados. Genio y figura.

-Usted llegó a Málaga en 1963 procedente de Madrid a montar unos ascensores en hoteles de la Costa del Sol.

-Sí, vine expresamente a montar 28 aparatos en unos apartamentos turísticos de Torremolinos. Pero antes de acabar esa obra vinieron algunos hoteles como La Cascada, Los Monteros, el Bellamar, el Aloha, Sierra Blanca, La Nogalera... Era el momento en que la Costa del Sol empezó a subir. Los españoles empezaron a veranear, una cosa que no habíamos hecho nunca porque no teníamos un duro. Los extranjeros venían además buscando el sol y la simpatía de los andaluces.

-Tenía mucho trabajo pero su primera intención era volverse a Madrid.

-Sí, todo el mundo me decía que me quedara en Málaga, que lo hacían muchos futbolistas. Pero yo pensaba ¿qué pinto yo aquí? La carretera nacional de ahora era un empedrado. Cuando yo vine Málaga estaba muy mal. Tenía mucha necesidad de todo y los que hemos hecho la Málaga actual hemos sido yo y 40.000 más como yo que hemos creado empresas y empleo. Obviamente yo lo hice porque quería y porque me gustaba, no ya por Málaga. Quería hacer algo importante porque para hacer el tonto me hubiera vuelto a mi casa. Al final me quedé en Málaga y he dado la vida por esta ciudad.

-¿Cómo siguió la aventura empresarial en esos primeros años?

-Después de trabajar en varios hoteles en la costa entramos en la capital y barrimos. En aquella época era un lujo tener un ascensor. Yo le monté uno a un promotor en calle Martínez de la Rosa. Cuando terminé de ponerlo me dijo que no había vendido ningún piso y que no me podía pagar. Me dijo que le comprara un piso para compensar en parte lo que él me debía. El piso valía 120.000 pesetas y el ascensor 180.000 pesetas, por lo que el ascensor valía piso y medio. El hombre era muy buena persona y le compré el piso aunque la verdad es que no me hacía falta porque yo ya tenía uno en los bloques de Cantó. Se lo di a uno de mis trabajadores porque se iba a casar como regalo de boda. Era más difícil comprar antes un piso en 120.000 pesetas que ahora en 30 millones.

-Desde pronto tuvo interés en salir a nuevos mercados. Cuénteme la experiencia en Irán.

-En los años 70, con el Sha de Persia, decidí montar una fábrica allí. Iran Embarba Manufacturing Company. Me asocié con un ingeniero iraní pero yo era el socio mayoritario y el que partía el bacalao. Montamos montañas de edificios. La fábrica la teníamos a 150 kilómetros de Teherán. Nos apoyaron. Los gestores de la Banca Industrial de Teherán me decían que pensase cualquier proyecto, que ellos me lo iban a financiar. El Sha decía que tenía petróleo para una serie de años pero que antes de que se acabara quería que Persia estuviera a la cabeza del mundo industrial. Yo creo que se pasó un poquito, pero bueno, había fábrica de coches, de ascensores... Su idea era buena. Quería montar el metro en Teherán, una ciudad que no tenía ni alcantarillas. Nuestras oficinas centrales estaban en un edificio con un cartel de Embarba enorme en la avenida principal de Teherán.

-¿Y qué pasó para irse?

-Llegó Jomeini al poder. Cuando asomó por la puerta del avión todo el mundo se puso de rodillas. Le recibieron como si fuera Dios. Al principio, mientras tomó contacto con el Gobierno, la población y tal seguimos montando ascensores porque no se metía con nadie. Pero cuando tomó las riendas del país dijo que no quería allí gente de ciencias ni de letras porque, según él, las empresas lo que hacían era robar al trabajador. Se pararon todas las obras y no sabíamos que iba a pasar. Las calles se llenaron de mendigos y nos tuvimos que ir.

-También entró en otros países. ¿Qué tal la experiencia?

-Hubo de todo. Recuerdo que abrimos una delegación en Tánger hace 30 años. Abrí una cuenta corriente en un banco marroquí e iba ingresando el dinero que me pagaban con los ascensores que vendía y montaba. Cuando me hizo falta el dinero para la empresa, unos 20 millones de pesetas, el director del banco me dijo que no. Que no lo podía sacar todo de golpe porque descapitalizaba el banco. Tuvimos que coger a un operario nuestro que estaba en Ceuta para que fuera todo los días a sacar 50.000 pesetas y los ingresara en el Banco Bilbao de Ceuta. Nos costó Dios y ayuda sacar el dinero. Además, cuando enviaba los trailers con los ascensores la policía marroquí me lo detenía en la aduana de Tánger durante varios días. Tuvimos que pagarles a los dos policías y al jefe 20.000 pesetas a cada uno para que nos dejaran pasar. Me harté de todo esto y me fui de Marruecos. Ahora afortunadamente la situación ha cambiado mucho y vendemos muchos ascensores en el país desde otra delegación propia.

-¿Cuántos ascensores fabrican en estos momentos?

-Unos 2.000 al año. La situación de crisis actual la estamos notando un poco pero yo eso lo compenso abriendo más delegaciones. Este año hemos cubierto toda Castilla y León. Es curioso cómo han cambiado las cosas. Antes un ascensor valía 180.000 pesetas y ahora unos tres millones, pero es que el precio de los pisos se ha disparado. Como digo antes valían 120.000 pesetas y ahora 40 millones. Manda huevos.

-Llevan varios años intentando construir una fábrica en Mollina ¿cómo sigue el proyecto?

-Me han informado recientemente que tenemos prácticamente aprobado el proyecto a falta de algunos documentos. Vamos a hacer una planta de 40.000 metros cuadrados con una fábrica y un centro logístico. Queremos fabricar allí 6.000 ascensores, el triple que lo que hacemos ahora. Espero que podamos empezar a construirla este año porque llevo ya seis años esperando entre papeleos e historias. Yo soy de los que piensa que el que resiste gana. Me voy a Mollina porque desde que llegué a Málaga en 1963 todo lo que he hecho se me ha quedado chico.

-¿Qué piensa cuando ve el poco peso que tiene la industria en Málaga?

-Admiro a Sando que lo he visto nacer como empresario. Tenía una parcela alquilada con camiones en La Estrella cuando empezó. Ahora cuando voy a Madrid o Sevilla y veo carteles de Sando en aparcamientos o edificios me alegra mucho.

-Sando es la primera empresa de Málaga, pero es de construcción.

-Es que como industria Málaga no tiene nada. Málaga es turística y hostelera pero como metalúrgica no hay nada. Algunas multinacionales pero que lo traen todo de fuera.

-¿Qué le parece que el paro haya crecido en 27.000 personas en un año en Málaga?

-Cuando lo veo me pongo malo y me endemonio porque veo que sube el paro todos los meses y a mí me regatean la licencia para crear 150 puestos de trabajo en una nueva fábrica en Mollina. He visto a Zapatero diciendo que hay que recolocar a la gente parada. ¡Pues que me dejen abrir una fábrica en la que voy a necesitar mucha gente sólo para construirla y luego para fabricar los ascensores! Admiro tanto a los Estados Unidos porque paso por la Quinta Avenida y veo esa Catedral de San Patricio rodeada de dos inmensas torres, encajadita. Allí nadie dice que los edificios tapan la iglesia. Son negocios importantes y los americanos apuestan por crear riqueza y puestos de trabajo. El que quiera ir a misa que vaya pero que permitan que se desarrolle lo que haya alrededor.

-Intentar abrir una fábrica con lo que está cayendo es casi de aventurero.

-Yo soy un Fórmula 1 sin frenos, un kamikaze. Me dicen que estoy loco cuando digo que quiero invertir 12 millones de euros en la nueva fábrica. Yo me embalo y hago las cosas. Ahora he comprado una empresa en Londres que nos ha costado 1,5 millones de euros porque allí hay buenas oportunidades de negocio.

-No le podrán decir que no tiene experiencia porque ha vivido las dos crisis anteriores y la actual. ¿Qué recuerda de aquellas fechas?

-En 1992 los bancos me ofrecieron muchos hoteles de la costa porque sus propietarios no podían pagar la hipoteca. Yo particularmente nunca he tenido crisis. Siempre me ha salido el trabajo por las orejas. Simplemente ha habido años que he montado más ascensores en Jaén que en Málaga, hemos diversificado los mercados. No me considero una persona lista porque si no estaría jugando al golf, pero sí currante y si he visto que no vendía aquí me he ido a otro sitio.

-¿Está siendo también inmune a la actual?

-La estamos notando un poco pero creo que este año venderemos lo mismo que el pasado. Se trata de estimular un poco más a los comerciales.

-¿Qué solución cree usted que tendría la crisis?

-Se podrían matar todos los pájaros de un tiro si todos los pisos que están sin vender se pasaran a VPO, que con ellas también se gana dinero. Sería bueno para el Gobierno, para los trabajadores, para los promotores y para los ciudadanos. Hay muchas criaturas a las que le falta vivienda.

-Los constructores dicen que la VPO no es rentable porque el suelo está muy caro.

-El Gobierno tendría que imponer la VPO por decreto ley. Además habría que hacer una auditoría a ver si es verdad si ganan dinero o no. Los promotores se han acostumbrado a ganar fortunas y ahora se quejan. Además, las VPO tampoco son regaladas. Si se hiciera eso se venderían los pisos a su justo precio y se acabaría la crisis, porque no hay ninguna que dure 100 años. Si yo fuera el presidente del gobierno ya lo habría hecho.

-Usted ha sido un empresario que siempre ha ido por libre ¿por qué?

-Yo no creo en las asociaciones ni nada de eso. Sólo creo en el trabajo. El tiempo que se le dedican a otras historias yo prefiero emplearlo en buscar nuevos clientes. Fui vicepresidente de la Asociación Andaluza de Criadores de Caballos de Raza Española porque tengo muchos en una finca en Antequera y lo dejé porque no quería perder ni un minuto en eso.

-Cambiando de tema, ¿qué le parece la Málaga actual?

-La Málaga de ahora no la conoce nadie. Se han remodelado muchos bloques. El alcalde lo está haciendo muy bien. Dar gloria ver Málaga. Se ha convertido en una ciudad moderna y la gente sigue teniendo un encanto especial. De todas formas, a mí me gusta más la costa aunque hace 30 años que no meto los pies en el mar.

-¿Qué pensó cuando vio el atropello de un kamikaze en calle Larios?

-Que era un loco. Me enteré por la radio y pensé que estaba enfermo porque nadie en su sano juicio hace eso. Espero que se pueda curar y que no lo vuelva a hacer. Menos mal que no hubo muertos.

-Por último, ¿qué ha estado haciendo este verano?

-Llevo 25 años sin tomar ni un día de vacaciones. A mis hijos, que trabajan conmigo en la empresa, les dejo que se cojan 15 días y porque son mis hijos. Los trabajadores obviamente sí tienen el mes completo.

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