Balcón de notables · Julia del Pino y Pino

"El alumno en desventaja se pierde en un centro masificado"

  • Lidera un equipo empeñado en devolver el esplendor al Vicente Espinel, el instituto de las élites donde despertó el espíritu científico del premio Nobel Severo Ochoa.

El premio Nobel Severo Ochoa siempre reconoció que su vocación científica había nacido en el Instituto Vicente Espinel espoleada por el catedrático de Física y Química Eduardo García Rodeja. "Despertó con fuerza incontenible mi afición a las ciencias naturales", confesaba en 1987. El palacete barroco de la calle Gaona cedido por los condes de Buenavista a la orden filipense y posteriormente desamortizado por Mendizábal cumple 170 años de dedicación a la docencia. Testigo excepcional de la historia, por sus aulas han pasado nueve ministros, poetas como Emilio Prados o Alfonso Canales, y pintores como Denis Belgrano y Blanco Coris. En el Vicente Espinel hizo su examen de ingreso en bachiller Pablo Picasso. Fue el único centro de enseñanzas medias de la ciudad hasta 1961. Las élites locales han pasado necesariamente por el Gaona, como se conoce popularmente el instituto, hasta los 70, pero vivir la historia en primera persona ha sido también conocer su reverso: sufrir el impacto del abandono y degradación del casco histórico durante los 80 y 90. Desde hace tres años, el nuevo equipo directivo dirigido por Julia del Pino y Pino (Granada, 1965) trata otra vez de "despertar con fuerza incontenible" no solo el alma de los alumnos, sino también del fabuloso barrio barroco de San Felipe Neri. La prueba más palpable es la cesión del patio del instituto a la compañía Pata Teatro para que represente Mucho ruido y pocas nueces de Shakespeare durante el mes de julio.

-¿No paran?

-Queremos que el instituto vuelva a ser un referente en Málaga. En julio cedemos las instalaciones para un campamento de la ONG Málaga Acoge en el que hay más de 60 niños y por la noche a Pata Teatro, una compañía acreditada que de otra manera no tendría donde actuar.

-¿Por qué y cómo llega al Vicente Espinel?

-Hace muchos años que soy profesora del centro, pero por mi vida profesional y familiar he estado yendo y viniendo. He vivido varios años en Marruecos, Budapest y México, aunque voy a hacer ocho años aquí continuos y de ellos tres en la dirección.

-¿Está aquí porque quiere?

-Claro. Es mi elección y mi vocación. Es un honor, una gran responsabilidad y un reto profesional.

-¿Por qué?

-Transciende mis expectativas de vida. He viajado, he conocido mundo y creo que las diferentes culturas enriquecen. Aquí convivimos y nos respetamos más de 25 nacionalidades. Mi equipo directivo y yo creemos que podemos aportar algo a Málaga y a la enseñanza. Cuando iniciamos esta aventura nos propusimos que el Gaona vuelva a ser un referente educativo y cultural. Ahora estamos a medio camino, sabemos que no va a ser fácil, pero seguimos trabajando para alcanzar esa meta. Esa es mi motivación. El maestro es vocacional. Se tiene que levantar con el deseo de ir a trabajar.

-¿No es profesora por las vacaciones y la seguridad laboral?

-[Risas] Este trabajo no tiene fin y menos ahora. Ya no sirven las clases magistrales. Estos niños no son los de antes, son dinámicos, cambian continuamente, nos exigen muchísimo, no solo en conocimientos, sino en habilidades, recursos y metodologías para tenerlos atentos y motivados.

-¿La formación de los maestros está a la altura?

-Los que tenemos un largo recorrido tenemos que formarnos en innovación, pero los que salen de la universidad necesitan más formación en pedagogía, metodología, psicología... Llegan muy bien preparados en contenidos pero le faltan recursos para acercarse al alumno. Las universidades debería incluir especialización para dedicarse a la enseñanza, la gestión o la investigación.

-¿Se supone que esa formación la da el máster en Secundaria?

-Se queda corto y escaso. Los alumnos del máster no tienen contacto con el alumnado hasta que hacen las prácticas.

-¿Qué desafíos plantean los alumnos?

-Son inteligentes, rápidos y curiosos. No son pasotas, pero tienes que llegar a ellos, tienes que inquietarles y provocarles la motivación por aprender. Por eso la clase magistral no vale. Necesitan una enseñanza que les haga ver la utilidad de lo que aprenden y formar parte de su propio aprendizaje.

-¿Trabajan por proyectos?

-Sí. Es más interesante que los niños hagan una lista de la compra, investigando antes las propiedades de los alimentos, que vayan al mercado de Atarazanas, conozcan los diferentes tipos de pescados y verduras, que compren, paguen y preparen una paella, en vez de aprender de memoria los componentes nutricionales de los alimentos. Se les abren los sentidos. ¡No sabes cómo preguntan a la profesora de Biología! Han hecho una videoguía del centro que integra historia, TIC e idiomas. Puedes ir a los diferentes espacios y, con un código QR, abrir un vídeo explicativo. La enseñanza por proyectos también integra el aprendizaje memorístico de ciertos contenidos, pero los niños así disfrutan, interactúan y trabajan en equipo. Nadie se queda atrás, todos tienen algo que aportar.

-¿Cuántos alumnos tienen?

-600. Ofrecemos ESO y bachillerato en régimen general y una enseñanza de adultos muy potente y consolidada con 400 matrículas en secundaria y bachillerato, tanto en modalidad presencial como semipresencial. En el bachillerato de las dos enseñanzas se ofertan los itinerarios de ciencias, humanidades y ciencias sociales.

-¿Los adultos han vuelto?

-Es una población muy joven que abandonó la enseñanza con un trabajo fácil y un buen sueldo pero se quedó en paro a consecuencia de la crisis. La enseñanza de adultos es compleja. Es un alumno que no está familiarizado con los estudios, cerca del 50% abandona, pero en el centro hay un jefe de estudios y unos tutores que están haciendo un gran trabajo. Desde hace dos años los alumnos se quedan y titulan.

-¿Qué porcentaje acaba?

-Entre el 60% y el 80% de los que se queda promociona o titula.

-Habla de 25 nacionalidades. Esto significa mucha población inmigrante, diferentes culturas, manejos del español y nivel formativo.

-A lo mejor llegan en situación en desventaja por temas socioeconómicos, culturales o de lengua. Nuestra labor es compensar esa desigualdad para que tengan las mismas oportunidades .

-Pero el día a día no parece fácil.

-No, hay que hacer un esfuerzo extra. Este centro de es compensatoria y tengo que agradecer a la Delegación de Educación su apoyo. Nos da recursos. La integración de materias en ámbitos en primero y segundo de ESO, los desdobles de grupos, el apoyo en grupos ordinarios, programas de refuerzo y de mejora del aprendizaje y del rendimiento son medidas básicas para dar respuesta a las diferentes capacidades y ritmos de aprendizaje. Además contamos con profesorado de compensatoria, un especialista de pedagogía terapéutica, un educador social, y el orientador, que junto a los tutores realizan un seguimiento de cada uno de los alumnos y muy especialmente de aquellos con necesidades específicas de apoyo educativo.

-¿Cuentan con la complicidad de las familias?

-Claro. Hay familias muy comprometidas, pero también otras que no tanto.

-¿Cuál no está?

-A veces aquellas que están más concentradas en la búsqueda de trabajo y de sobrevivir, a veces las familias desestructuradas. Pero en cualquier caso, son las menos. Nosotros y la Administración estamos aquí para que ese niño no esté en desamparo. Este centro me encantó porque muchas veces ofrece a los niños lo que no tienen fuera. Aquí encuentran respeto, normas, sabiduría y experiencias. El alumnado en desventaja en un centro masificado y en una enseñanza muy normalizada se pierde. Necesita una atención personalizada como se da aquí. Eso no resta para que quien no está en desventaja siga su ritmo. Luego ya el bachillerato se da una enseñanza de calidad como en cualquier otro lugar. Esa antigua fama de que el Gaona es fácil no es cierta. Tenemos alumnos que abandonan y repiten, pero también tenemos un 100% de aprobados en Selectividad del bachillerato general y el 92% en el de adultos.

-¿Hasta qué punto la escuela equilibra las desventajas?

-Académica y educativamente sí, pero la realidad económica no. En la escuela se escucha, respeta y educa. El alumnado encuentra aquí sus derechos, pero hay un grupo minoritario que al volver a casa tiene la realidad que tiene.

-Agradece el apoyo de la Delegación de Educación, ¡caramba! Llevamos años en que fundamentalmente se oyen críticas. ¿Alguna petición tendrá?

-Sí, claro, como siempre obras y más mantenimiento para el centro. Además queremos ampliar la oferta educativa para adultos, donde somos un referente, e incorporar un ciclo formativo de grado medio de la familia marítimo pesquera. Sería, además, un guiño a los estudios náuticos que hubo en el Gaona [el centro recuperó el año pasado la corbeta didáctica utilizada hasta 1923 en la enseñanza y hallada casualmente en 1981 en la cripta del instituto por unas alumnas que hacían novillos].

-¿Pueden competir con la oferta de colegios concertados del entorno?

-Ahora mismo no pero a medio plazo sí porque también los dos centros de primaria adscritos, Nuestra Señora de Gracia y Prácticas 1, están haciendo un buen trabajo de base con los niños.

-¿Qué le parece la Lomce?

-Mal desde el momento en que nace sin consenso y, por tanto, sin garantías de quedarse, aunque no todo su contenido sea malo.

-¿Qué salvaría?

-Las pruebas externas tan criticadas me parecen bien si tienen el sentido de ser un análisis de resultados para mejorar, no para hacer un ranking de centros. Los profesionales queremos un acuerdo de educación definitivo que prevalezca por encima de los cambios de gobierno que nos permita formar a nuestros alumnos en valores democráticos, respeto y esfuerzo.

-Este ha sido el instituto de las élites de Málaga. Nueve de sus alumnos han sido ministros.

-Los últimos Celia Villalobos y Magdalena Álvarez.

-¿Cómo un centro que eran tan exclusivo puede sufrir esta transformación?

-Porque la población se fue a la periferia y el centro histórico de Málaga se despobló, quedando solo familias humildes. Ahora se está rehabilitando, pero va despacio.

-¿Desde el Gaona, corazón de la ciudad, cómo se ve Málaga?

-Cuando llegué [a finales de los 80] Málaga me pareció una ciudad un poco provinciana, pero el cambio ha sido espectacular. Se ha abierto al mar, la oferta cultural es amplísima y es una ciudad cosmopolita con muchísimo potencial. El centro histórico se ha transformado, se ha hecho un gran esfuerzo desde Carretería y Álamos hacia abajo, hacia Larios, pero se ha parado ahí y no hay perspectivas de que siga avanzando hacia arriba.

-Dígame, ¿y las terrazas?

-Eso es horroroso. No me parece bien que el centro histórico sea solo para el turismo, los malagueños también queremos disfrutarlo, pero ahora mismo está saturado. Hay calles intransitables.

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