El nombre de Pablo Ráez es conocido ya en toda España. Para muchos es sinónimo de fuerza, motivación y coraje. Este joven, desde su experiencia en primera persona con la leucemia, ha conseguido movilizar a miles de personas y ha hecho disparar el número de donantes de médula en tan solo unos meses. El marbellí de 20 años es ejemplo de superación. Ahora, a la espera de un donante, se recupera desde casa. En la entrevista su voz irradia optimismo. El mismo que le ha convertido en todo un referente de fortaleza.
-¿Qué se siente al estar otra vez en casa y poder dormir de nuevo en su habitación.
-Estoy muy contento. Ahora me pillas sin la tele puesta, sin la música, ni nada, estoy hasta solo en casa. Simplemente estoy descansando en el sofá y lo estoy disfrutando, estoy en la gloria [se ríe]. En cuanto a la cama… Ha sido una locura, dormí toda la noche del tirón, con mi almohada, mi colchón, mis sábanas... No tiene precio.
- ¿Qué es lo que más ha echado de menos?
- Todo. Estar en mi cocina, comer de mi plato, probar la comida de mi padre, hasta abrir la nevera y coger cualquier cosa. Allí todo es muy diferente.
-Echaba de menos su vida normal…
-Sí, y mira que no estoy normal. Estoy echo polvo, me sientomuy débil y cansado, ando un poco y las piernas me tiemblan, apenas me tengo en pie. Pero a pesar de todo estoy súper contento.
-¿Cómo se tomó el tener que volver al hospital?
-La verdad es que pasé por muchas etapas. Cuando entré intentaba aceptarlo, estaba regular y un poco me negaba a esto. Las cosas cambiaron a los dos semanas más o menos. Un día me desperté, vi los rayos del sol y me levanté con otra mentalidad y súper motivado. Hice una publicación que empieza por "nunca, nunca, nunca te puedes dar el lujo de rendirte". A partir de ahí pegué un cambio y comencé el movimiento. Subieron los seguidores en mis redes sociales, la gente me animaba y yo también me motivé. Empecé a estar mejor, estaba bien y de estar aquí porque no tenía ningún síntoma, disfrutaba de cada día y así tal cual lo iba contando en las redes. Después empecé a tener fiebre, vino mi ceguera, un derrame pericárdico, lo que me provocaba roce en las costillas, tuve también un derrame pulmonar y una inflamación en la vesícula, en el estómago… Todo eso más la fiebre alta y la morfina me dejó hecho polvo. En ese momento se vive todo muy lento, muy duro, oscuro y difícil. No veía la salida por ningún lado y encima la morfina te deja muy tocado, te hace delirar, te lleva a otra realidad, muchas veces creía que no estaba aquí o que me estaba cayendo por un precipicio o que había gente aquí mirándome por la noche.
-¿A pesar de todo continuaba esforzándose. ¿De dónde sacaba la fuerza?
-Yo ahí no tenía fuerza, sabía que eso pasaría y que tenía que pasarlo. Mi pensamiento era "aguanta, Pablo, aguanta" y algún decía "dios, yo ya no puedo más", pero sí se puede. Solo hay que aguantar, aguantar y aguantar. Te lo digo ahora que lo he pasado, pero mientras lo pasaba era muy difícil.
-¿Ha cambiado su personalidad de unos años atrás hasta ahora?
-Sí, bastante. Ya no pienso igual que cualquier chico de mi edad. Las inquietudes y las expectativas son diferentes. Es más, me he dejado a muchos amigos atrás porque no compartíamos prácticamente nada. He dado un salto muy grande, he crecido… Además mi manera de comunicarme y expresarme también ha cambiado, he madurado mucho.
-¿De qué forma asimilaba el apoyo que recibía por las redes sociales?
-Me vienen muy bien pero no puedo mirar todos los mensajes, son muchísimos. Además, tengo la vista tocada así que tampoco puedo leer mucho. Pero, a veces, a pesar de todo el apoyo, me he sentido solo en el hospital. Puede que todo el mundo estuviera pendiente de mí, pero soy yo el que estaba allí malo y apenas se enteraba de nada. Aún así lo agradezco muchísimo porque me ha ayudado.
-Es consciente del movimiento de donación de médula que ha conseguido en Málaga y en toda España. ¿Cómo se siente? ¿Lo ha asimilado?
-Me siento muy realizado, sé que esto no acaba aquí, pero ahora mismo he hecho todo lo que estaba en mi mano. Hay mucho trabajo y a mí se me queda muy grande por la situación en la que estoy. Muchas veces he hecho entrevistas con ganas de vomitar y estando malo, pero lo hacía por ayudar. Ahora lo primero es recuperarme, recuperar la vista y cuando lo haga llegaremos al millón de donantes.
-¿Qué planes tiene cuando esté mejor?
-Seguir descansando. Esto va para largo. Recuperarme son mínimamente dos o tres semanas. Es un proceso muy lento. Perder la fuerza, se pierde muy rápido, te dejan destrozado en cinco minutos pero recuperarte son cinco días...
-¿Qué le diría Pablo Ráez a alguien que está pasando por lo mismo?
- Lo tengo claro, "aguanta tío". Ni ánimo, ni eres un campeón, ni ten paciencia, no… Aguanta, es el mejor consejo que te puedo dar. Aguanta porque pasará.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios