Málaga

Una 'prisión' con las puertas abiertas

  • Cientos de personas buscan su segunda oportunidad en el nuevo centro de tercer grado del polígono Guadalhorce · Aquí, un recorrido por algunas historias humanas

La finalidad es que el centro estuviese vacío, que no hubiese nadie. Esta es la política penitenciaria para los reclusos de tercer grado, quienes integran el nuevo centro de inserción social inaugurado en el polígono Guadalhorce, hace apenas tres meses. Su director, Ángel Herbella, prefiere definir a las personas que allí se encuentran como externos, no internos pues su reto es que todos puedan iniciar su reinserción en la sociedad a pie de calle, que sólo paren allí para dormir, como de hecho hacen tres de cada cuatro, todos los que ya tienen algún trabajo fuera del complejo penitenciario.

Los centros de tercer grado son un tipo de prisión. Pero nadie debe imaginarlo con altos muros ni férreos sistemas de seguridad. "Aquí las puertas están abierta, como puedes ver", afirma Herbella. Todo el que entra y sale es controlado, por supuesto. Y no se puede hacer de cualquier forma. Pero quien se encuentra en uno de estos centros es porque está a punto de terminar su pena y debe empezar a rehacer su vida en libertad. "Hemos de dar los recursos necesarios para que en el momento que cumplan su condena no vuelvan a delinquir", explica el director del CIS de la capital malagueña. Lo ideal, según las actuales políticas penitenciarias, sería el pleno empleo. En tiempos de crisis es más complicado conseguirlo, pero como alternativa estos centros ofrecen talleres de formación educativa y laboral.

El CIS se puso en marcha al inicio de los pasados meses estivales. Dispone de siete edificios que se levantan sobre una superficie de unos 13.000 metros cuadrados y supusieron una inversión de 14 millones de euros al Estado. Cuenta con 409 camas, pero a su cargo hay más de seis millares de personas. 538 son residentes, el resto lo conforman personas en libertad condicional, pues también realiza servicios de gestión de penas y medidas alternativas. Su director es Ángel Herbella, de 39 años y natural de la villa cántabra de Santoña. Antes había dirigido la prisión provincial de Alhaurín de la Torre, pero confiesa que trabajar con reclusos de tercer grado es "mucho más gratificante". A su cargo tiene a unos 70 funcionarios de prisiones, entre los que hay psicólogos, juristas o educadores, por citar varias especialidades. Reclusos y profesionales forman una gran familia, el trato es cercano y casi todos se conocen en primera persona.

El centro de inserción social Evaristo Martín Nieto, como se llama, controla a varios millares de personas, pero tiene camas libres en la actualidad. De su nómina de 538 residentes (67 mujeres), las condenas más comunes son contra la salud pública (204) y contra la propiedad (124). Aquello es un crisol de culturas, pues conviven personas de una veintena de nacionalidades diferentes, aunque la mayoría son malagueños, dado que el objetivo de estos complejos es la reinserción en la sociedad y para que ésta sea efectiva, debe hacerse en el entorno donde el preso desarrollará su futura vida en libertad. Respecto a la gestión de penas y medidas alternativas, el CIS tiene a otro medio millar de personas en libertad condicional, a las que debe controlar, y a varios millares más realizando trabajos por la comunidad. Curiosamente la gran mayoría de éstos son por infracciones de tráfico. El resto por quebrantamientos de condena, amenazas en el ámbito familiar, coacciones, robos, impagos de multa y malos tratos.

Juan Antonio Espejo Cejas fue condenado a un año y medio de prisión por conducir bajos los efectos del alcohol en repetidas ocasiones, según cuenta. Tras pasar por Alhaurín de la Torre, ya tiene el tercer grado y antes de final de año quedará libre. Durante su etapa en la cárcel ha retomado una vieja afición que tenía por el arte. Hoy se dedica profesionalmente a ello, dice, y colabora con el taller de pintura del CIS. Todos los talleres y demás actividades son gestionadas por los propios residentes. "Es una forma de motivarles y de que adquieran responsabilidades", dice Herbella. De hecho, Espejo pintará en las próximas semanas un mural de unos 40 metros cuadrados para el propio centro. Herbella considera que su firma en el futuro valdrá dinero y le anima a seguir adelante. La producción que muestra ciertamente sorprende a quien la ve.

Junto al taller de pintura se encuentra la biblioteca, con 1.400 fondos y pendiente de su informatización, como explica su responsable, Miguel Teseo, otro recluso. Se ofreció voluntario por su afición a la lectura y confiesa que entre los presos "hay interés por los libros". Los más demandados son los best sellers, aunque hay de todo. Sale el periodista y dos jóvenes musulmanes preguntan por un ejemplar de la Biblia para su lectura.

Entre los talleres más demandados está el de tráfico, una oportunidad para conseguir el carné de conducir de forma gratuita. La primera promoción, de 15 alumnos, se presentará a examen las próximas semanas y las primeras conclusiones son positivas. "Tenemos muchas personas que se dedican a la venta ambulante y tenemos que darles recursos", argumenta el director del centro. Estas actividades no están estandarizadas, sino que cada instalación puede crear las suyas. Entre los proyectos del Evaristo Martín Nieto está crear un taller de jardinería para criar bonsais. "Requieren un trato muy personal y puede fomentar la responsabilidad de cada uno", dice Herbella, que elabora el programa para el próximo trimestre.

Una de las actividades clásicas de toda prisión es el gimnasio. El del CIS del Guadalhorce está a cargo de Joseph Okho, un joven nigeriano condenado por delito contra la salud pública. "El director confió en mí y yo en él", explica, mientras muestra el parte de asistencia. Cuenta que ha pasado por la prisión de Canarias y Badajoz, antes de llegar a Málaga y le quedan sólo siete meses de su condena de cuatro años. La mayoría de residentes que se cruzan con el director le saludan y cambian impresiones. También con los jefes de servicio que conviven con ellos. Están privados de libertad pero saben que el sistema les dará una segunda oportunidad. Ahora mismo tienen la puerta abierta pero deben salir y entrar. El objetivo es que llegue el momento en que no tengan que volver, para lo que ya queda un día menos.

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