Málaga

"No sé si a los artistas de Málaga Picasso nos ha hecho un favor o todo lo contrario"

  • El Museo del Patrimonio Municipal resume en un centenar de piezas más de 30 años de vanguardia en un artista que ansía ver en sus políticos una mirada "de modernidad"

Perfeccionista, pasional y ecléctico. Tres atributos con los que Diego Santos (Málaga, 1953) se identifica, y que le devuelven quienes le conocen de cerca. Su trayectoria artística respira por estos poros y por muchos más. Desde hace 35 años este malagueño de pupila universal, pero "atrapado y encantado" en su ciudad, se ha dedicado a reinventar vanguardias y jugar con la modernidad para crear un lenguaje propio. Hasta el 7 de febrero el Museo del Patrimonio Municipal resume en un centenar de piezas la trayectoria de un artista que se empapó de la Málaga efervescente de los 50, se subió al tren de los 80 y confía ver revalorizado el pasado creativo de la Costa del Sol. "Alguna vez tendremos que hacer historia y contarlo", confiesa.

-Creo que no le gusta que definan esta exposición como una antológica de su carrera...

-No, porque en realidad es un proyecto nuevo, aunque yo lleve toda mi vida haciendo esto, el arte del objeto encontrado, que lo manipulo para convertirlo en una obra de arte. Y esta exposición es como un ready made. Hay una obra En la luz y en la alegría dedicada a Matisse. Yo en 1987 me inspiro en la exposición y el libro El estilo del relax, un trabajo que hago sobre la arquitectura de la Costa del Sol, y parte de esa obra sirvió de viñetas para el libro. Fueron las primeras macetas con cactus y amebas que realicé. Me inspiraban el hotel Pez Espada de Torremolinos, las piscinas con forma de riñón, el techo del cine Sohail de Fuengirola con esas curvas…

-Unos de sus primeros objetos encontrados fueron unos troncos de madera de la playa del Bajondillo. ¿Qué hizo con ellos?

-Convencí al del chiringuito para que desmontara los troncos de la playa y los llevara a la galería, que luego yo llené de arena. Estaba haciendo un ready made. Lo mismo que hacía Duchamp con el objeto encontrado. Después hice algo parecido con el Marcos Minibar, un bar típico de los 50, el de los últimos hippies de Torremolinos. Convencí también al dueño para que lo desmontara y lo montara en el Colegio de Arquitectos de Málaga. Se llevó allí a toda la clientela del bar durante la exposición y se hacían actuaciones.

-¿Dónde se quedó aquel dinamismo artístico?

-No se ha perdido. Ahora el Omau reedita en primavera otro Estilo del relax, el catálogo de toda aquella arquitectura para que se recupere y no se pierda. Ya la primera edición dio sus frutos. Gracias a aquel trabajo se protegió el CAC y se consiguió que no se tirara; igual con el Colegio de Huérfanos Ferroviarios de Torremolinos, lo que ahora es el Centro Cultural Picasso. Aquellos dos edificios se declararon BIC gracias a la publicación del libro.

-¿Y qué queda de esa flamante arquitectura?

-Quedan algunos edificios. Los que pasa es que muchos no están protegidos. Habría que hacer una guía interesante de todo aquello. En Málaga hay una pieza arquitectónica maravillosa que es la Casa Lange en el Limonar, de un discípulo del arquitecto norteamericanoFrank Lloyd Wright. Si esa casa en vez de estar en Málaga estuviera en Chicago, estaría protegida, se podría visitar, sería un pieza arquitectónica, de catálogo. Ahora es una casa privada. En Málaga hay edificios fantásticos como la Residencia de Tiempo Libre de Marbella, El Hotel Pez Espada, El Miami, el Bazar Aladino, La Equitativa, el Eduardo Ocón, la iglesia Stella Mari, la de Fátima… La lista sería interminable.

-¿Qué distinguía a aquella arquitectura de los 50?

-Málaga, a diferencia de otras ciudades cercanas no tiene un patrimonio arquitectónico antiguo importante, pero sí tiene un importante bagaje en modernidad. En los años 50 en la Costa del Sol se produce una arquitectura que responde bien al estilo internacional, y eso nos da una peculiaridad con respecto al resto de Andalucía. Por ahí llega la modernidad a España, y sobre todo con el turismo, que se convierte en la primera industria del país y que comienza aquí, en la Costa del Sol.

-¿Qué se le ocurre para rescatar toda esa modernidad arquitectónica?

-Habría que hacer un museo que cuente la historia de Málaga y de la Costa del Sol entendida como una sola ciudad. Recuperando las piezas más emblemáticas y a todos los personajes que pasaron por aquí: Gerald Brenan, Hemingway, Orson Welles, Jean Cocteau, Dalí y Gala. A pesar de todo ese turismo masivo que ha llegado después, esta zona sigue manteniendo unas características muy interesantes, de ese pueblo andaluz que convive muy bien con la modernidad.

-¿Cree que pervive esa imagen?

-Sí, pero no se valora todavía. Málaga da una imagen de ciudad caótica, la misma que ofrece cualquier ciudad moderna como Berlín, Nueva York o Londres. Pero dentro de ese caos uno encuentra hallazgos interesantes. Esa arquitectura durante un tiempo fue considerada de mal gusto. Pero a mí me ha ayudado mucho para hacer mi obra. Uno se alimenta de donde vive, y me ha servido de raíz para construir historias. Recordar a Dalí y Gala en Torremolinos o la visita de Cocteau en 1953 me parece muy divertido. Él estuvo en Marbella con una colaboradora de Coco Chanel y pintó unos murales para ella. Hemingway escribía en 1959 Un verano peligroso en La Cónsula, muy cerca de él vivía Brenan, en la calle Torrremolinos de Churriana, las cenizas de Orson Welles están en Ronda, De Gaulle escribió sus memorias en el parador de Istán… Málaga tiene tanto que contar que el día que lo hagamos será algo único.

-¿Por qué no se hace?

-A los políticos les falta visión moderna para entender Málaga, les cuesta. Siempre parece que llegamos tarde. Necesitan estar un poco más instruidos, haber viajado y tener una sensibilidad especial para adoptar esa mirada selectiva. Y ya es hora de que además de catedrales y teatros romanos protejamos el patrimonio moderno. Porque en el futuro ese patrimonio será como las catedrales. Pero para eso hay que quererlo. Hay que ponerlo en valor. Tenemos un patrimonio incalculable. Y en la costa se han tirado muchas cosas.

-A partir de los 90 usted dirige su mirada a los maestros de las vanguardias, a los que rinde homenaje con una relectura de sus obras, ¿cómo construye ese discurso?

-Me gusta mucho el Matisse en los años 50 en Niza y yo hago una similitud entre esa alegría, esos colores y el mediterráneo con la Costa del Sol. En esta exposición dedico una parte a la influencia del arte africano en los maestros de las vanguardias. Picasso lo coleccionaba, al igual que Giacometti, Brancusi, Matisse... Casi todos los artistas de París coleccionaban arte africano. Ayudó mucho a simplificar sus obras. Después apareció el Art Decó y también se inspiró en el arte africano. Yo hago un acercamiento conceptual a estos creadores, relecturas de su obra, con respeto. Algo parecido a lo que hizo Picasso con Las Meninas de Velázquez.

-En la presentación de esta exposición rescataba una frase de Picasso sobre la identidad del coleccionista, una faceta que usted cultiva con la misma intensidad que la creación propia...

-Él decía que un artista era un coleccionista que pintaba la obra de otros creadores que él mismo no puede comprar para crear su propia colección personal [risas]. Ese es un poco el juego que yo hago.

-¿Sería demasiado osado hablar de una Málaga de vanguardia?

-No. Se puede hablar. Aquí hay artistas de mucho interés. Pero, desgraciadamente, Málaga dispone de poco espacio para los creadores locales, y además es una ciudad que no está articulada. Ya tendría que estar acabado el Museo de Bellas Artes. Debería hacerse eco de todo lo que se ha producido en el siglo XX. Porque tenemos un museo bien ilustrado en el XIX. Pero no se ha contado todo lo que se produjo en el XX. Desde toda la Generación del 27 a los artistas de los 50, 80 y las últimas generaciones. Yo espero que los políticos sean capaces de recogerlo.

-¿Hacia dónde dirigiría usted la responsabilidad?

-Esta ciudad ha estado mucho tiempo dormida y se ha tenido que poner al día muy rápidamente. Los presupuestos han ido casi exclusivamente para Picasso. Está bien recuperar su figura, pero no ha quedado para nada más. Y hay mucha más vida después de Picasso. A veces pienso si a los artistas de esta ciudad Picasso nos ha hecho un favor o todo lo contrario. Porque, ¿de qué vivimos los artistas en la actualidad? Es casi un milagro, no sé cómo subsistimos. No tenemos espacio ni apoyo para exponer en nuestra ciudad. El artista aquí malvive de su trabajo. ¿De qué artista malagueño compran las instituciones obras? Eso es lo que habría que reivindicar. Que todos los presupuestos no giren en torno al CAC o al Museo Picasso . No hablo por mí sino por todo el colectivo, que somos muchos. Con que salieran en la prensa las mismas páginas de cultura que de deportes, yo me conformaba.

-En los últimos Málaga parece estar renovando su equipamiento cultural, con proyectos cómo el Museo Thyssen, ¿basta con eso?

-Todo lo que sea equipamiento cultural para la ciudad está bien, pero hecho con cabeza. Se están creando muchos museos pero, insisto, hay que poner mente contemporánea y acertar en lo que se proyecta. El Thyssen, el Picasso... Están muy bien pero hay que crear otros espacios que construyan ciudad, que la definan sin tener que copiar a otras. Hablar de nosotros mismos. Que de una vez por todas, los políticos se dejen aconsejar e influir por quienes llevamos trabajando muchos años, aquí en Málaga.

-¿Merece Málaga optar a la Capitalidad Europea de la Cultura en 2016?

-Estaría preparada si asumiera proyectos de envergadura y con una idea contemporánea. La ciudad que gane será la que apueste más fuerte con proyectos rompedores y muy de vanguardia. Que cuenten cosas de ahora. Málaga puede, porque tiene potencial, si lo sabe contar. Estoy cansado de que la ciudad se venda sólo con sol, playa y Picasso. Esos elementos llega un momento que se agotan. Hay que tener una perspectiva más amplia. Porque el mundo ha cambiado mucho.

-Su obra bebe mucho de la realidad que le ha rodeado, a la que aporta un punto de ironía y divertimento, ¿necesita aislarse por momentos?

-Yo me empapo, me alimento de lo que me rodea pero luego me aíslo. A veces me considero un turista en mi propia ciudad. Juego al aislamiento, si no no podría crear. Mi casa es como un laboratorio, con fotos de arquitectura, objetos que me encuentro… Hay que estar en el mundo también y viajar. Un artista es de donde nace, vive y trabaja pero se tiene que alimentar luego de otras muchas cosas.

-En su caso, ¿cuándo descubrió que necesitaba ese alimento?

-La obra más antigua de esta exposición es de 1974, cuando yo todavía estudiaba arte, y la realicé después de un viaje a París. Hasta esa época yo hacía figuración. A la vuelta me cambió la visión totalmente. Ya quería hacer esculturas como los cubistas, venía impregnado de otras atmósferas. Después vino Italia, Nueva York, Londres. Pero hoy día para tener una idea internacional de las cosas da igual donde vivas, ya estás conectado con todo el mundo. Yo me he quedado en Málaga. Me encanta.

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