Málaga

Una trampa mortal para los halcones

  • La chimenea Mónica se ha convertido en un peligro para estas aves protegidas que se posan en la parte superior para cazar y caen en su interior sin que después puedan salir

Un halo de romanticismo envuelve la historia de la antigua torre industrial más conocida por la pintada que un joven dedicó a su enamorada llamada Mónica en los años noventa. Sin embargo, para los halcones se ha convertido en una trampa mortal que si nadie lo remedia seguirá terminando con los ejemplares protegidos de esta especie ya de por sí tan mermada. Son muchos los halcones peregrinos que se calcula que han muerto atrapados en la chimenea en los últimos años. El último hace tan sólo un par de días y ayer fue recogido por el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (Crea) que se hizo cargo del cuerpo. Y en todos los casos, según parece, se repite la misma historia.

La estratégica ubicación de la chimenea la convierte en un lugar ideal como apostadero para la caza tanto de los halcones que llegan a Málaga de paso durante la migración como de la única pareja de la que se tiene constancia que anida en toda la capital y vive en la Catedral. La teoría a la que después de mucho indagar han llegado los miembros de la Sociedad Española de Ornitología (SEO) es como suelen posarse en la chimenea a comer las tórtolas, palomas y alguna que otra gaviota que cazan para comer "si se les cae al interior tratan de ir detrás a recuperar a su presa y luego les resulta imposible volver a salir".

Es lo que piensa el secretario del grupo SEO en Málaga, Julián Muñoz, que hoy presentará un escrito ante el Ayuntamiento de Málaga y la Delegación Provincial de Medio Ambiente para exponerle "la gravedad del problema" y pedir que se adopten medidas urgentes en la chimenea. Las posibles soluciones ya se plantearon durante las obras de restauración que se llevaron a cabo en 2007, pero en ese momento no se hizo nada.

La SEO propuso a la Gerencia Municipal de Urbanismo que permitiera hacer una muesca en la chimenea para que los halcones pudieran anidar, aunque eso implicaba dañar la estructura y se desechó. La otra alternativa entonces era colocar una malla o una plancha metálica para tapar la abertura superior e impedir que los halcones pudieran caer en su interior. Pero tampoco se hizo.

El resultado es que en los últimos años se han producido más muertes de las deseadas de una especie de la que ya quedan pocos ejemplares. El macho de la pareja de halcones peregrinos que anida desde hace más de 20 años en la Catedral malagueña se salvó por los pelos hace un par de semanas. Cayó dentro de la chimenea, aunque en esta ocasión salió ileso gracias a que un transeúnte que lo vio pudo avisar a tiempo al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (Crea). La próxima vez puede que no tenga tanta suerte.

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