Córdoba-málaga

Banquete en Córdoba (1-2)

  • El Málaga se desarbola en el Arcángel con mejor fútbol que puntería pero anulando a su rival por completo. Golazo tremendo de Samu y protagonismo feliz para los canteranos.

La mejor versión del Málaga se vio en Córdoba. Con momentos de excelencia y máculas de falta de puntería. Con un gobierno incontestable y un equipo hablando en acento malagueño. Con un golazo espectacular de Samu y un rival agonizando en su impotencia. Con un torrente de tantos marrados y la anécdota del 1-2 final. Con una pose que encantó al aficionado por su talante ofensivo y a Javi Gracia por el equilibrio defensa-ataque. Llegó la primera victoria foránea, asomó el Málaga pretendido.

Pronto, el primer canapé se le comió Juanmi. Como Solskjaer, gasta hechuras de niño pequeño y mucha maldad en el campo. El malaguista esquió por la frontal, zigzagueó en el área y cruzó fuera lo más fácil. Se levantó del suelo sonriendo, sabía que tenía el día. Antes del ecuador ya había sembrado el pánico en la zaga, que conducía en dirección contraria por la autovía del Málaga. Él avisó, Samu ni pidió permiso. En un gol para recrearse. Si su gran desmarque en la jugada de Juanmi quedó en segundo plano, repitió otro para que Camacho lo viera por el retrovisor. Hasta ahí la jugada era buena. Pero quedaba lo mejor. Con la plasticidad de Ibrahimovic y el ingenio de Cruyff, definió un gol torero. Comparaciones muy serias y merecidas para un tipo que vive de su duende. Del esplendor que le da cuando le inspira y del ocaso que sufre cuando no se le aparece. Ya se puede dogmatizar que tiene sangre flamenca, los equipos andaluces son sus musas. Sevilla y Betis ya sufrieron tremendos tantos como el que ayer encajó Juan Carlos. Samu Castillejo sumaba como una flecha más, a él no hace falta animarle a sacar a relucir el desparpajo. Un festín a la malagueña, qué más se puede pedir.

Pero Amrabat faltaba por despertar. Esta vez el traje de delantero sí le vino bien, porque el Málaga atacó como los indios, por todas partes. Con otro de sus deliciosos movimientos de cuerpo creó una contra que coronó con una asistencia medida para Juanmi, que forzó el penalti con astucia. Se cobró el mérito el holandés, que engañó a Juan Carlos con mucha sangre fría. Así es el fútbol, de los problemas para anotar a jugar desatados. Juanmi, Samu, Amrabat, alquimia pura para coronar una primera mitad de supremacía tiránica en el Arcángel.

Con dos cambios al descanso, tocaba testar la respuesta al órdago de Ferrer. Amrabat tomó la batuta. Llevó por la calle de la amargura a todo el que se le cruzó, aunque se le olvidó que faltaba el de la sentencia y sobró alguna filigrana que impidió goles claros. Aún sin noticias del Córdoba en el partido, Amrabat decidió transformarse en rinoceronte. Corrió y corrió y no hubo futbolista ni elemento capaz de frenarlo. Otra vez le falló la conexión con Horta para definir. Pese al miedo a que un gol tonto convirtiera el final en una película de terror, un chut de Xisco al aire a doce del final confirmó que el Córdoba necesita milagros para marcar. Lo logró Ghilas, pero no hubo tiempo ni para que lo celebrara.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios