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Javi Gracia, la dolorosa cicatriz de Simeone

  • Como técnico de Osasuna, le endosó al campeón del año pasado un 3-0 con un gran repaso táctico

Si hay adjetivos continuamente asociados al Atlético de Madrid de Diego Simeone, todos pasan por definir su solidez, lo difícil que es ya no ganarles, sino hacerles daño, descomponerlos. En cifras: una derrota cada seis partidos, 0,8 goles por encuentro. Pues Javi Gracia descosió toda esa fortaleza el año pasado, fue el único técnico capaz de darle un repaso táctico al hombre que obró el milagro de devolver a los rojiblancos el título de Liga. El 23 de febrero le propinó no sólo la derrota más abultada de la era Simeone (fue el único choque de la temporada en que el Atlético de Madrid encajó más de goles el mismo día), sino que le dejó una cicatriz de la que le costó bastante tiempo recuperarse.

Aquel día le costó asumir la derrota. Alterado y desubicado, tras el 3-0 de Osasuna el pasado 23 de febrero, Simeone salió a hablar a la rueda de prensa del estadio rojillo sin sus tópicos habituales, con respuestas más cortas de lo habitual en él. Su erupción comenzó cuando un periodista local le cuestionó por segunda vez consecutiva acerca del partido. "Una pregunta: ¿vamos a hacer notas individuales o es una pregunta cada uno?", le interrumpió el argentino. Tras aclarar el jefe de prensa de Osasuna que se trataba de hacer "una pregunta cada uno", Simeone prosiguió con palabras poco decorosas: "Van dos y van dos [dijo señalando a dicho periodista]. Otro, otro", fue su recurso en tono despótico para la conversación con él.

El Osasuna, en puestos de descenso, bailó a un Atlético de Madrid que cedió el liderato al Real Madrid tras aquella derrota. Al descanso, 3-0. Con una exhibición rojilla, por tierra, mar y aire. Haciendo mucho daño por las bandas y a balón parado, el cuadro navarro le borró las costuras al conjunto rojiblanco. Patente quedó en el primera tanto, una jugada ensayada de córner que despistó a toda la zaga, la toma de la propia medicina. A los 5 minutos, Armenteros botó un saque de esquina lleno de emboscadas con movimientos de arrastre que llevaron a los centrales colchoneros al primer palo y que permitieron a Cejudo aparecer solo en el segundo palo para volear a placer ante Courtois. Un gran gol de laboratorio que el Málaga sufrió en sus carnes dos semanas después, aunque en dicha ocasión Caballero desbarató el gol con un paradón a bocajarro. Más intenso y haciendo mejor lectura del choque, Osasuna fue imponiéndose hasta el punto de que en el minuto 43 ya vencía por 3-0. La segunda parte derivó en el lógico tirón de orgullo de los visitantes para maquillar el resultado, pero ni aun así pudieron hacer frente a los rojillos, que cuadraron el mejor encuentro de la temporada para deleite de sus aficionados.

Aunque finalmente aquel gol de Godín en el Camp Nou en el última jornada le acabó dando el campeonato al Atlético, la derrota en Pamplona sembró muchas dudas acerca de si los de Simeone estaban realmente capacitados para luchar hasta el final o se iban a desinflar en el último tramo de campaña. "No pudimos jugar de la manera que hubiéramos querido porque el rival fue mejor", repitió entonces el entrenador argentino para justificar el cortocircuito que le había deparado el sistema táctico ideado por Javi Gracia y la magnífica actitud con que se desempeñaron sus jugadores. El resultado, además, sirvió para confirmar al técnico en uno de los logros que nadie pudo igualar aquella temporada: acabar invicto en su campo ante el campeón y los dos grandes (el Real Madrid y el Barcelona acabaron empatando allí en la primera vuelta).

El Osasuna descendió y el Atlético de Madrid salió campeón. Gracia nunca olvidará el varapalo que supuso bajar con el equipo de sus amores; Simeone siempre recordará en esa histórica campaña que su colega le pasó por encima como ningún otro lo había hecho antes en España, a pesar de que en temporadas anteriores Real Madrid, Barcelona y Athletic también le ganaron con tres tantos de diferencia.

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