Copa del rey

El sueño hecho añicos (1-0)

  • Una versión menor del Málaga cae por la mínima ante un Athletic que sólo necesitó un contragolpe para pasar a semifinales de Copa del jueves. El equipo se mostró negado en ataque.

La Copa es así, derriba un castillo de sueños en apenas un segundo. No sólo se va por el sumidero la posibilidad de encontrar un camino accesible a una final de Copa, sino que la herida de San Mamés plantea la duda de cuándo se volverá a ver en una tesitura así. Fue un solo gol. Tal como anotó Aduriz, luego pudo haberse dado la réplica. En una acción aislada, con lluvia y épica en el tiempo de descuento. Pero no. La fortuna no quiso visitar al Málaga el día que tampoco el fútbol estuvo de su lado. Fue una mala noche para ofrecer una cara tan triste. Aun así, hubo opciones de soñar. Ahora queda un vacío tremendo. Si el fútbol sigue debiendo una desde lo de Dortmund, anoche no estaba para mucha dádiva.

Cualquiera de los dos que se hubiese metido en la semifinal lo habría hecho completando una eliminatoria bastante limitada. Decidió un tanto de Aduriz cuando el Málaga buscaba el suyo. Cuando Recio se disponía a botar una falta lateral peligrosa, nadie habría imaginado que nueve segundos después la pelota acabaría en las mallas de Ochoa. Pero así fue. No remató nadie el centro y Herrerín encontró un agujero negro en el repliegue blanquiazul. Beñat, Susaeta, Aduriz, apenas tres toques, un fuera de juego por milímetros y San Mamés rugía. Quedaba el consuelo de aún 42 minutos.

El caso es que el gol despertó a los de Javi Gracia, que completaron una primera mitad Málaga más que gris. Lo que pasa es que parecían pensar que sólo quedaban diez minutos de eliminatoria. Aunque el técnico tardaba en hacer los cambios, el equipo buscó a Herrerín con demasiada ansiedad. En una de esas, un centro muy largo de Antunes lo convirtió en gol Javi Guerra en el segundo palo en posición correcta. El problema es que Juanmi, por detrás de Etxeita, había hecho por rematar de cabeza y llevó al asistente a levantar la bandera. Con un poco de desesperación, algo de miedo en el Athletic y los Samus en el campo, pareció que el Málaga estaba mejor. La realidad es que peor que antes del gol no podía estar, y lo único que cambió fue que se asomó más al campo contrario.

Amagó más que pegó el equipo blanquiazul, que tuvo el empate en un tiro de Camacho en franca posición desde la frontal. Le pegó mal el maño, que demasiado tuvo con tenerse en pie ante el castigo acumulado del pubis, la fuerte lluvia y el molesto viento, que hicieron mella. Pero no era el día, la espesura había inundado al equipo. Y eso fue quizá la mayor desilusión; más que la eliminación en sí, que el Málaga no fuera competitivo ni valiente el día que más se esperaba. Tipos como Amrabat estuvieron fuera de combate, Gracia no paraba de ladear la cabeza en el banquillo. Y así se apagó la Copa. Ahora toca la Liga, una Liga en la que, dados los emparejamientos en semifinales, ya no habrá premio por acabar séptimos.

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