Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

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Puesta a punto (2-2)

  • El Málaga completa un notable partido contra el campeón de Liga y se resigna a un empate que deja buenas lecturas. El hambre de Griezmann impide el triunfo tras remontada local previa.

El poso del partido es de haber vivido varias vidas. Un carrusel de espasmos desde que a Kameni se le escurrieron las vergüenzas de los guantes hasta que la estirada de Oblak le negó a Amrabat la tarde de su regeneración. Tenso e intenso y al final ambos con la sensación de ser náufragos en la orilla, de ser ganadores incompletos y perdedores reconfortados. Al Málaga, que no encarnaba el papel de Goliat precisamente, parece que no le dará para poner más nervioso al Villarreal ni para espantar al Athletic del cogote, pero eso se sabrá hoy. Sí como oportuna puesta a punto cuando parecía que podía despeñarse en este tramo de competición. El punto no refleja en plenitud el empujón anímico para seguir soñando en voz alta. 

 

Hay que hacerlo muy bien para salir indemne de los bofetones mentales que propone el juego del Atlético de Madrid. No muchos pueden decir que le remontaron un 0-1 en contra al campeón, experto en tejer telas de araña y alumno ejemplar de la escuela estajanovista. Casi se podría considerar un triunfo también que el 2-2 no derivara en un bajón para que los de Simeone asestaran el zarpazo definitivo. Claro que el 2-1 prendió la ilusión de modo viral en La Rosaleda, radiante por la remontada de su equipo y viendo dos horizontes, el final de una mala racha de resultados y tres sabrosos puntos para acechar al Villarreal y amarrar la séptima plaza.  

 

A lo largo de la semana, el punto se hará más grande, ahora se ve menos brillante. Para empezar, el equipo se habrá garantizado salir del Santiago Bernabéu en la séptima posición. Queda confirmado igualmente que a este equipo joven le sientan mejor las misiones complejas. Tuteó al campeón, lo tuvo contra las cuerdas; saqueó la cueva del Barcelona con maestría. Los precedentes llevan a pensar, por raro que parezca, que es mejor acudir el sábado al Bernabéu que a Ipurúa. 

 

Añádase al optimismo las ganas de Amrabat de hacer travesura. Miranda empapó más de la cuenta la camiseta, el holandés se pareció a su mejor versión y le dio un tormento tremendo. Se ofreció para enganchar, se dejó caer, disparó, centró. Hasta aplaudió al ser sustituido y se abrazó con Javi Gracia. El Bernabéu, además, será otra musa espectacular para Samu, al que le ponen los gigantes. El Atlético conoció su duende con una definición propia de quien era el rey de la calle jugando. Si le da por hacer un museo de fotos con sus golazos, de aquí a un año le faltarán paredes. 

Hasta Kameni se hizo grande tras un error muy grosero y poco habitual en el fútbol. Se comió un saque de banda como si fuera un portero benjamín. Pero sólo un guardameta de gran fortaleza mental se reharía como él, evitando hasta tres goles a sendos remates rivales. De nuevo el aficionado se marchó lamentando un empate, pero sin motivos para reprochar a los suyos futbolísticamente. 

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