De ayer a Hoy

Punto de encuentro de toda una época

  • La Plaza de la Marina estaba presidida a principios del siglo XX por la fuente de las Tres Ninfas, que luego fue trasladada a la Plaza del General Torrijos, y gozaba de una gran actividad

A principios del siglo XX, lo que hoy en día se conoce como la Plaza de la Marina, llevaba el nombre del periodista de la época Augusto Suárez de Figueroa. Pero como sigue ocurriendo en la actualidad, ya entonces era hervidero de una constante actividad y un punto de encuentro en el que discurría el devenir de la sociedad del momento. Su elemento más característico entonces era la llamada fuente de las Tres Ninfas. Fue trasladada desde la Plaza de la Constitución en 1902 como símbolo de que la reurbanización de la zona había terminado tras la gran obra que se realizó en el puerto y que permitió ganar al mar el terreno suficiente para construir el Paseo del Parque.

La historia de la fuente se remonta a 1876 cuando el ingeniero José María de Sancha la trajo de París para conmemorar el fin de la obra que permitió traer agua desde Torremolinos. Era de bronce y costó cerca de 20.000 francos, que en aquella época equivalían a unas 20.000 pesetas. Pero en los años 20 fue trasladada de nuevo, ésta vez a la Plaza del General Torrijos donde aún sigue hoy en día. La Málaga de principios del siglo XX vivía de cara al mar. Bulliciosa y cosmopolita, el arqueólogo Javier Noriega asegura que la Plaza de la Marina es un reflejo fiel de "la identidad que acompañará a Málaga en su historia, ya sea presente o futura". Contratistas, estibadores, funcionarios del puerto, algún que otro pilluelo y viandantes se daban cita a diario en esta céntrica plaza, por la que no era encontrar la tradicional figura del cenachero en su paseo habitual entre el puerto y el centro de la ciudad para tratar de vender su mercancía de pescado.

En la imagen, tomada desde el actual edificio de la Diputación Provincial de Málaga alrededor de 1910, aparecen aún en pie las casas de la llamada Cortina del Muelle que formaban una esquina en torno al Castillo de los Genoveses que se levantó en 1260 por orden del Rey de Génova y que permitió el comercio entre el norte de la actual Italia y la zona del Magreb. Esta fortificación se mantuvo en pie hasta que a mediados del pasado siglo fue derribada para poder llevar a cabo el enlace entre el Paseo del Parque y la Alameda Principal.

La Plaza de la Marina se quedó entonces como un amplio llano en el que el alcalde de la ciudad de la época, Francisco García Grana, impulsó la urbanización de la zona con jardines, una imagen que se mantuvo hasta que en el año 1989 se construyó el parking subterráneo que en la actualidad preside la céntrica plaza. También la imagen superior de la derecha muestra parte del trazado del medio de transporte que revolucionó aquella época y que entonces se llamaba de sangre porque era tirado por animales. El tranvía de Málaga comenzó a funcionar en el año 1890 y hasta 1906 no fue cuando se incorporó el eléctrico.

José gonzález edo

Nació en Madrid en el año 1894 y fue un arquitecto y urbanista que revolucionó el concepto del urbanismo en el siglo XX. Obtuvo una plaza como arquitecto del Catastro Urbano del entonces Ministerio de Hacienda y, tras unos años destinado en las provincias de Cádiz y Madrid, se instaló definitivamente en Málaga, donde realizó una importante transformación que ha perdurado hasta hoy en día. González Edo tenía un visión del urbanismo muy de conjunto y con ideas totalmente innovadoras y transgresoras para la época como redactar normas para la ordenación de las zonas costeras.

Una profesión de antaño

El cenachero o zenachero es, junto a la biznaga o el boquerón, un símbolo popular de característico de Málaga. Se llamaba así al pescador que en su cenacho o espuerta de esparto llevaba el pescado fresco por las calles en busca de un comprador. Es un oficio ya desaparecido, pero que es conocido hasta en Estados Unidos, donde en la ciudad de Mobile, en Alabama, hay una réplica de la escultura de El Cenachero donada por Málaga en homenaje al hermanamiento que existe entre ambas ciudades. Para los malagueños, es mucho más que una simple escultura de bronce.

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