Cultura

Cantando (moderno) bajo la ducha

Se ha muerto Junior, sí, ése, el que estuvo casado con Rocío Dúrcal. Es lo que tiene la fama gregaria, como si aquel 8 de diciembre de 1980 te hubieran dicho que se habían cargado a tiros al marido de Yoko Ono. Pero no, John Lennon era más popular que Jesucristo. No es el caso de Antonio Morales, que después de algunas televisivas nocheviejas con Juan (Pardo) se abonó al famoseo consorte al lado de quien parecía más capaz de congeniar con el consumidor, su señora esposa, con una carrera labrada desde películas protagonizadas por una adolescente asexuada hasta el bombardeo de rancheras con la fecha de caducidad en números romanos. Pero para otros, probablemente los menos, quien murió ayer fue el guitarrista de Los Brincos. En un enésimo ejercicio de nostalgia -que a fin de cuentas es lo que constituye una necrológica, en la que el autor convierte al muerto en vehículo para regresar con él al pasado que disfrutaron juntos- Junior fue un tío guapo y molón que tocaba la guitarra en un conjunto moderno -porque se decía así, ni grupo ni banda ni combo- que importaba a la España de los sesenta los modos, las poses, el estilo y el rollo british. El marido de Yoko Ono y sus compinches dijeron "es por aquí", y detrás fueron los demás, con más o menos fortuna, según la habilidad y la gracia de cada uno. Los Brincos la tuvieron, para qué decir lo contrario. No vamos a hablar mal del muerto. Y éste es un obituario sobre el Junior de Los Brincos. Sobre el otro... sobre el otro que escriban lo que quieran los demás. Era la época de los singles y del pick up y era -me daría cuenta años más tarde- un afortunado por tener unos padres a los que les gustaba aquella música, que además vendía en una tienda de electrodomésticos de Jerez, Anión Radio, la mujer que me trajo al mundo. Sí, é ste es otro maldito ataque de nostalgia. Lo admito. Se ha muerto Junior, no el hombre que en su decadencia fue pasto de revistas para cutres y carne para programas de televisión de mierda, sino quien nos hacía tararear en casa "Mejor era cuando decías que también me querías. Ahora todo pasó. Y tú ya no eres igual. No me digas que sí".

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