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Ucrania, al borde de la guerra civil

  • El presidente interino ha firmado la orden que autoriza una operación antiterrorista especial contra los activistas prorrusos que ocupan edificios oficiales.

El peligro de un nuevo derramamiento de sangre en Ucrania es cada vez mayor. Casi dos meses después del derrocamiento del ya ex presidente Viktor Yanukovich y de la muerte de unas 100 personas en la plaza Maidan en Kiev, crece la presión a la cúpula prooccidental de Kiev, a la que muchos ucranianos responsabilizan de un caos cada vez mayor en el país. La divisa ucraniana, el grivna, y con ello los ahorros de los ciudadanos del país pierden valor día tras día y los precios, no sólo del gas ruso, no dejan de subir. Y mientras, en el este rusoparlante, uniformados armados sin distintivo ocupan cada vez más edificios públicos, entre ellos de la policía y los servicios secretos. 

Mientras, muchos analistas en Kiev tienen la impresión de que los gobernantes ucranianos, con el presidente interino Alexander Turchinov a la cabeza, no tienen planes para el país y sólo esperan la ayuda de Occidente. ¿Está ya perdido el este del país?, se preguntan muchos. El gobierno desatiende las exigencias y deseos de la población de esas regiones, opina el politólogo de Kiev Vadim Karassyov. Antes de las elecciones presidenciales del 25 de mayo ningún candidato ha viajado a las convulsas regiones del este para llamar a la calma y hace campaña por una Ucrania unida. "Los levantamientos continúan. Lamentablemente podemos perder el este", cree el politólogo. 

La cúpula de Kiev, como también la Unión Europa y Estados Unidos, siguen responsabilizando a Rusia de la situación cada vez más desesperada, y acusan a agentes encubiertos de Moscú de desestabilizar la situación al máximo. Culpar a Rusia parece la explicación más fácil de todas las posibles a lo que está ocurriendo en el este, donde hombres enmascarados izan banderas rusas en ciudades como Donetsk, Járkov o Lugansk, entre otras. Pero Moscú asegura no tener nada que ver con ello. "No nos metemos en cuestiones internas de Ucrania", no deja de repetir el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, el mismo diplomático que casi a diario exige que en el futuro, tras un cambio constitucional al estilo de Rusia, Ucrania se convierta en una federación con fuertes derechos de autonomía para las regiones. 

Además, los medios estatales rusos presentan los disturbios en el este y sur de Ucrania desde hace semanas como las aspiraciones de la población a "estabilidad y orden rusos y a una vida digna". La convulsa región del este es feudo de Yanukovich, que huyó a Rusia y que tras su elección en 2010 sigue considerándose el jefe de Estado legítimo ucraniano. Y su influencia en la zona rusoparlante sigue considerándose grande. Desde su exilio en Rostow del Don advirtió que el país se encuentra al borde de una guerra civil. También su opositor, el ex campeón mundial de boxeo Vitali Klitschko, y otros políticos han hecho advertencias en ese sentido. 

El domingo el gobierno de Kiev inició una "operación antiterrorista" en Slaviansk, una de las ciudades del este. Y tras vencer un ultimátum a los activistas a desalojar los edificios públicos y a deponer las armas antes de la mañana de este lunes, Turchinov, firmó la orden que autoriza una intervención especial. Además, tropas especiales integradas por voluntarios -ex soldados y policías y otros con experiencia en combate- deben ahora ayudar en todo el país a mantener la unidad de la nación, anunció el ministro del Interior, Arsen Avakov, en Kiev. Las fuerzas proucranianas recibirán armas para obligar a los separatistas a retirarse y se someterán al Ministerio del Interior. Mientras, el jefe de gobierno interino, Arseni Yatseniuk, lleva días sin aparecer en público. 

Pero las perspectivas son negativas: la nueva cúpula ucraniana no tiene la situación bajo control, cree el politólogo Andrei Yermolayev. "Los pasos para combatir la crisis son caóticos y sólo llevan a una nueva escalada política, social y económica de la situación", afirma. Mientras tanto en Ucrania ya circulan nombres para un nuevo país, en el caso de la escisión del este y el sur: en foros online se ven propuestas como "Nueva Federación Rusa" o "Nuevorrusia". Y mientras, sigue sin haber claras señales de que Rusia pueda anexionarse fácilmente esos territorios como hizo con la península ucraniana de Crimea. 

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