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Reconciliar un país dividido, la primera tarea de Rousseff

  • La agresiva campaña y la ajustada victoria revelan la gran polarización con la que deberá gobernar la presidenta

Reconciliar un país dividido por la más agresiva campaña electoral de la historia reciente será el principal desafío de la presidenta brasileña Dilma Rousseff en el segundo mandato que conquistó el domingo, al derrotar por estrecho margen a su rival, el socialdemócrata Aécio Neves.

El tono encendido de la disputa electoral asustó al propio líder del Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien destacó la necesidad de poner en marcha de inmediato un proceso de negociación con el nuevo Congreso, de perfil conservador y donde están representados 28 partidos.

El domingo, Lula afirmó que Rousseff debe dedicarse a un "aprendizaje de convivencia" con el Congreso, que "será ahora cada vez más difícil". "No es fácil armar una coalición de 28 partidos. En lugar de quejarnos, debemos pensar sobre cómo construir la ingeniería de la gobernabilidad en el país", agregó el líder socialista, a quien el PT pretende reconducir al Gobierno de Brasil en las presidenciales de 2018.

En su primer discurso tras su victoria, Rousseff aseguró que está "dispuesta al diálogo" y convocó a la unión de "todos los brasileños y brasileñas, sin excepciones". "No creo que estas elecciones hayan dividido el país en dos. Creo que sí se han movilizado ideas y emociones a veces contradictorias, pero impulsadas por un sentimiento común: la búsqueda de un futuro mejor para el país".

No obstante, varios analistas recordaron ayer que la mandataria se abstuvo de nombrar a la oposición o a su rival y que minimizó su ajustada victoria sobre Neves con 54,5 millones de votos (un 51,64%), sólo 3,5 millones más que los recibidos por el representante del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

"Algunas veces, en la historia, resultados ajustados produjeron cambios más fuertes y rápidos que las victorias muy amplias", aseveró Rousseff, en una frase que fue interpretada por algunos analistas como una señal de que no buscará negociar puntos de consenso con la oposición.

"No parece que ella se sienta obligada a ampliar consultas o hacer nuevos gestos... Todo indica que Dilma será más Dilma, una presidenta con reducido círculo de consejeros, tal como es hoy, con posiciones fuertes sobre temas y cuestiones de Gobierno", afirmó la comentarista política del canal GloboNews, Cristiana Lobo.

No obstante, el ministro brasileño del Deporte, Aldo Rebelo, se manifestó convencido de que el llamamiento de la mandataria a la unión del país sí incluye a la oposición, que no será ignorada en su segundo mandato.

Las divisiones generadas por la campaña siguieron muy vivas en las primeras horas después del anuncio del resultado. Militantes del PT en Sao Paulo festejaron la victoria de Rousseff con consignas de ataque a la "prensa golpista" y a los seguidores de Neves, pese a las recomendaciones del partido a que se evitaran manifestaciones de hostilidad.

Por otra parte, la insatisfacción de los que apoyaban al candidato del PSDB se reflejó en mensajes agresivos divulgados a través de las redes sociales -en especial contra los habitantes de la empobrecida región noreste, que votaron masivamente por Rousseff- y también en el mercado financiero, donde la reelección de la presidenta generó una acentuada depreciación de la moneda brasileña y la Bolsa de Valores de Sao Paulo.

La polarización del país generó manifestaciones de preocupación de algunos analistas, como el diplomático Rubens Ricupero, quien recordó que un ambiente similar antecedió el golpe militar que derrocó el Gobierno constitucional de Joao Goulart en 1964 e instaló una dictadura que se prolongó por 21 años. "Para enfrentar los desafíos que lo esperan, el Gobierno necesitará un mínimo de unidad y consenso, incluso de las oposiciones", agregó.

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