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Durao Barroso se despide con una crítica a los Estados por no reaccionar ante la crisis

  • El hasta ahora presidente de la Comisión Europea entona un tibio "mea culpa" por la imperfección y la lentitud con la que se tomaron decisiones.

El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, se despidió entonando un tibio "mea culpa" por la imperfección y la lentitud con la que se tomaron decisiones clave durante la crisis, que relacionó con los obstáculos planteados por los Estados miembros. Tras encabezar la última reunión de su colegio de comisarios, Barroso descendió a una sala de prensa llena para leer sus últimas palabras tras una década al frente de la institución. Barroso comenzó su discurso declarándose "orgulloso" por el trabajo realizado y mostrándose convencido de que, "pese a las dificultades", deja una Unión Europea "más abierta y unida". "Hemos asumido los desafíos sin precedentes que se han presentado en Europa", aseguró Barroso.

En los dos mandatos del conservador portugués, la Unión Europea ha pasado de tener 15 a 28 miembros, fracasó en su intento de adoptar una Constitución Europea y optó por un Tratado de Lisboa cuestionado por sus límites prácticamente desde su nacimiento, y ha visto avanzar la integración de la zona del euro. "Soy consciente que nuestra acción no fue perfecta", reconoció Barroso, quien a lo largo de su discurso insistió en varias ocasiones en esta idea de la imperfección, aunque sin llegar a hablar de errores o fallos.

"Lamento que, también debido al complejo sistema de toma de decisiones de la Unión Europea, no siempre fue posible moverse lo suficientemente rápido", dijo Barroso, que inauguró su segundo mandato en 2009, cuando la crisis se cebaba con especial dureza en la zona del euro. "Lamento que llevó demasiado tiempo movilizar la solidaridad suficiente cuando ésta era más necesaria, y al mismo tiempo asegurar la responsabilidad de los países recibiendo la ayuda", añadió.

Ya en la ronda de preguntas, Barroso pidió "poner las cosas en perspectiva" respecto a la falta de velocidad en la toma de decisiones comunitarias. "Nos ha llevado menos tiempo que a Bélgica formar un gobierno, mucho menos. No somos tan malos, en comparación", bromeó Barroso en uno de los pocos momentos distendidos durante su intervención. Barroso dijo que, pese a que el sistema de tomas de decisiones de la Unión Europea es lento y está "a veces lleno de contradicciones", es un modelo "más coherente" que el de otros actores.

También defendió que, en uno de los periodos más duros que ha atravesado la Unión, la Comisión Europea fue "la única institución que nunca dudó" sobre la necesidad de que Grecia continuara en el euro, y aseguró haber mantenido esta postura ante algunos líderes que se lo plantearon. "Ha habido muchos actores que tenían, por lo menos, una posición ambigua, muchos que apostaron sobre la salida de Grecia del euro, y la CE siempre estuvo en contra de esto, porque estaba convencida de que si caía Grecia, caerían también otros países", aseveró.

Barroso también defendió la "importancia" de las ampliaciones de la UE llevadas en la primera década del siglo XXI, aunque esto tampoco fue "perfecto" y había "riesgos". Consideró que los mayores "problemas" los han creado miembros más antiguos del club comunitario, no los nuevos. El presidente saliente también se mostró "preocupado" por el alejamiento de los ciudadanos de la UE y apuntó a la necesidad de abordar de "manera urgente" la "cuestión social".

Sobre su futuro, Barroso aseguró no tener "ambiciones" de continuar en la política y no haber tomado aún una decisión definitiva, más allá de participar en algunas conferencias universitarias. "Después de 30 años en la política nacional, europea y mundial, creo que me merezco una pausa", dijo Barroso, quien leyó un poema del autor luso Miguel de Torga titulado "recomençar" (volver a empezar). Y tuvo que aclarar "su último error" y corregir la cifra de reuniones del colegio de comisarios que ha presidido, 424, en lugar de las 444 que mencionó al inicio de su intervención. Barroso se despidió de los medios de comunicación con una sencilla despedida multilingüe, muy al estilo de Bruselas: "Thank you very much, obrigado, au revoir".

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