Mundo

Editorial: El fracaso de Grecia

LOS griegos han decidido cambiar, aunque su cambio guarda más incertidumbres que certezas. Syriza, la organización que agrupa a nuevos y viejos partidos de la izquierda radical, ha ganado las elecciones de un modo limpio, de forma contundente, y ha propinado una severa derrota a los populares de Nueva Democracia, hasta ahora en el poder, y al Pasok, la formación tradicional socialdemócrata que se queda en los puestos de cola del Parlamento heleno. Grecia ha decidido colocar en el Gobierno a una formación claramente contraria a la actual política económica de la Unión Europea después del fracaso de las recetas de rescate protagonizadas por la troika formada por Bruselas, el Banco Central Europeo y el FMI. Grecia ha necesitado, hasta ahora, 240.000 millones de euros, pero la deuda se ha disparado hasta un insoportable 170% del PIB y el paro hasta el 25%. Una quinta parte de la población griega vive en la pobreza. Los electores han elegido a un presidente, Alexis Tsipras, que ha prometido reestructurar esta deuda, aunque ahora se verá el cómo. La situación es complicada por cuanto Grecia no puede romper con sus acreedores, ya que los necesita para seguir pagando a sus funcionarios, a sus maestros y a sus médicos. Éste es el problema de Syriza, y a partir de hoy se comprobará cómo resuelve esta contradicción. Esta mañana se reúne el Eurogrupo, y el representante griego no podrá mantener el compromiso de su Gobierno. Se abre un periodo de incertidumbre en la Eurozona, donde países como España se deben afanar en no verse complicados por esta deriva que hoy inicia Grecia. Por lo demás, y aunque el mapa electoral español se presenta cambiante, España no guarda relación con la situación económica de Grecia. En España se ha comenzado a crecer y a crear empleo después de más de una legislatura de ajustes. No obstante, el ejemplo griego debe servir a los partidos españoles europeístas para atender a estas lecciones, de las cuales la principal es que la opinión pública no puede verse desesperanzada por gobiernos que sólo le presentan ajustes y desempleo. Pero es también el momento de la Unión Europea. Afortunadamente, la política basada únicamente en la austeridad comienza a ser revisada en Bruselas. El Banco Central Europeo ha iniciado una política monetaria expansiva que debe concluir con una mayor circulación del crédito, imprescindible para una mejora de la economía. Sin abandonarse a políticas de gasto público que sólo conducirían a más crisis, es preciso reconsiderar el rigorismo que no ha sacado a Grecia de su fracaso.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios