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Más de 20 detenidos tras el atentado en el Museo del Bardo en Túnez

  • El país inicia una remodelación de los servicios de seguridad para impedir que arraigue el 'yihadismo'

Más de una veintena de sospechosos han sido detenidos por las fuerzas de seguridad por su presunta relación con el ataque contra el Museo del Bardo, en Túnez, en el que murieron 23 personas, incluidos dos turistas españoles, según las autoridades.

Entre los detenidos hay diez individuos que se cree que están directamente implicados en el ataque, explicó ayer el portavoz del Ministerio del Interior, Mohamed Ali Aroui. "Hay una campaña a gran escala contra los extremistas", indicó.

En este sentido, el Gobierno tunecino inició ayer una remodelación de los servicios de seguridad, clave para evitar que el yihadismo que florece en sus fronteras arraigue en el país y amenace su endeble democracia con atentados como el del pasado miércoles.

Fuentes oficiales confirmaron que el ministro de Interior, Mohamad Nayem Garzalli, relevó en las últimas horas a los responsables de diez departamentos de seguridad y distritos de la capital "considerados sensibles". Asimismo cesó al jefe de la dirección general para Asuntos de Fronteras y Extranjería, después de que se conociera que los autores de la masacre en el museo de El Bardo -en la que murieron 20 turistas extranjeros- habían entrado en el país de forma clandestina desde Libia el pasado diciembre.

Además, ordenó abrir una exhaustiva investigación para esclarecer por qué no había guardias de seguridad ni en la puerta del Parlamento ni en el aparcamiento del museo en el momento del atentado, asumido por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

"Está bien que haya medidas de este tipo, pero son a todas luces insuficientes. Se necesita una remodelación absoluta en los servicios de seguridad y en la estrategia en la lucha antiterrorista", explicó Naser al Hani, abogado tunecino experto en terrorismo yihadista. "Se necesita inversión en nuevo equipamiento, más personal y sobre todo mejor formación para los agentes", agregó el experto.

Según la versión del Gobierno, el ataque fue obra de dos yihadistas tunecinos que estaban fichados, a los que se les seguía la pista desde que regresaron al país a escondidas el pasado diciembre, pero a los que no se les consideraba especialmente peligrosos. El padre de uno de ellos ya admitió el miércoles que su hijo había salido de casa hacía tres meses y que lo último que había sabido de él era que había viajado a Siria o Iraq para sumarse al EI.

Túnez es el principal exportador de yihadistas a Siria e Iraq con unos 3.000 voluntarios, de los que 500 se considera que ya han regresado al país.

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