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El ecologista Van der Bellen gana por la mínima a la ultraderecha austriaca

  • El candidato de la izquierda sacó apenas 31.000 votos más que el ultranacionalista y eurófobo Hofer

Apenas unos miles de votos decidieron ayer que el nuevo presidente de Austria sea el progresista Alexander Van der Bellen, apoyado por el partido de Los Verdes, y no el ultranacionalista Norbert Hofer, tras unas elecciones que sirvieron de termómetro para buena parte de la derecha populista europea.

Si Hofer ganó el domingo el recuento de los sufragios en urna con un estrecho 51,9%, al incluirse el voto por correo el resultado giró a favor de Van der Bellen hasta ganar con un aún más apurado 50,3 % de las papeletas. Finalmente, tras el agónico recuento, sólo 31.026 votos, en un país de 8,3 millones de habitantes, establecieron quién será el jefe del Estado los próximos seis años.

"Se ha hablado de las divisiones en este país, entre derecha e izquierda, entre la ciudad y el campo, entre los de arriba y los de abajo, entre jóvenes y viejos. Pero creo que se puede ver así: son dos mitades que forman Austria y una es igual de importante que la otra", dijo Van der Bellen poco después de confirmarse su triunfo.

El veterano economista de 72 años, intelectual de izquierdas y antiguo líder de Los Verdes, es consciente de la fractura política que estas elecciones han demostrado y prometió ser un presidente de consenso y para todos los austríacos. "Que en seis años, cuando termine mi mandato, que el mayor número posible de personas en Austria puedan decir: me va bien o mejor que hace seis años. Mis hijos tienen un buen futuro", definió su objetivo.

Los comicios sirvieron para certificar las horas bajas de los grandes partidos tradicionales, el Popular y el Socialdemócrata, que se disputaron el poder los últimos 70 años y que forman ahora una mal avenida gran coalición. El triunfo de Hofer en la primera vuelta electoral, el 24 de abril, en la que quedaron eliminados los candidatos socialdemócrata y popular, provocó una crisis de Gobierno y la dimisión del canciller federal, el socialista Werner Faymann.

Pese a que las cifras de empleo y el bienestar social en Austria siguen destacando entre los países de Europa, entre muchos austríacos existe una sensación de parálisis y de falta de respuesta a los miedos de las clases más populares. La creciente inestabilidad del mercado laboral, la reciente crisis de refugiados, que trajo a Austria a 90.000 solicitantes de asilo, y el temor a ser perdedores en la globalización han sido aprovechados, y alimentados, por el ultranacionalista Partido Liberal (FPÖ), al que pertenece Hofer.

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