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El yihadismo deja muda Estambul

  • Conmoción tras el devastador ataque que causó 41 muertos y más de 200 heridos. La relación de Ankara con el EI ha pasado de la indulgencia a la confrontación.

Turquía amaneció ayer consternada y horrorizada tras el atentado suicida perpetrado la noche anterior por supuestos yihadistas del Estado Islámico en el aeropuerto de Estambul, que causó al menos 41 muertos -entre ellos, 13 extranjeros- y 239 heridos. La oficina de Gobernación de Estambul precisó que se han identificado a 37 de las víctimas mortales, de las que 10 son extranjeras y tres tienen doble nacionalidad y añadió que 130 heridos seguían internados en diversos hospitales mientras que 109 habían sido dados de alta.

Según el recuento de las autoridades, tres kamikazes perpetraron el ataque a las 20:50, hora española, en una entrada a la terminal de salidas del aeropuerto. Armados con fusiles de asalto, abrieron fuego contra la gente y el personal de seguridad en el control de la entrada a la terminal de llegada de vuelos internacionales, antes de activar los explosivos que llevaban atados a sus cuerpos. Una de las explosiones se produjo en el interior del aeropuerto, otra antes justo en la entrada y la tercera en un aparcamiento.

Asuntos Exteriores informó ayer de que no había víctimas españolas y recomendó viajar con extrema precaución a Turquía. EEUU y Alemania habían advertido de la amenaza terrorista en el país otomano. Si bien hasta el momento nadie se ha atribuido la autoría de la masacre, el primer ministro, Binali Yildirim, señaló que "los primeros indicios apuntan al Estado Islámico". Al condenar el atentado, el presidente, Recep Tayyip Erdogan, destacó que este tipo de ataques podría haber pasado en cualquier otra ciudad del mundo. "Espero que sea un punto de inflexión para la lucha contra todas las organizaciones terroristas", dijo.

Atatürk, uno de los aeropuertos más transitados del mundo, fue cerrado durante cinco horas, pero se reabrió de madrugada para volver lentamente a la normalidad. La comunidad internacional, desde el Papa a la oposición siria, condenó enérgicamente este atentado, que significa un duro golpe para el importante y ya debilitado sector turístico del país.

La Organización Mundial de Turismo (OMT) pidió ayer a la comunidad internacional que no aisle al país euroasiático como destino turístico.

Precisamente, el ataque pone de manifiesto la capacidad y la voluntad del EI de herir Turquía en su punto más sensible: el turismo. Sería su tercer atentado en Estambul dirigido al sector turístico, tras el de la Mezquita Azul en enero, con 12 muertos (11 alemanes), y el de la céntrica calle Istiklal en marzo, con tres víctimas israelíes y una iraní. Es la fase más reciente de una relación entre el Gobierno y el yihadismo que ha ido empeorando desde agosto de 2014, cuando el entonces ministro de Exteriores y después primer ministro, Ahmet Davutoglu, definió al EI como "jóvenes suníes enfurecidos". Las banderas del grupo terrorista ondeaban en las calles de Estambul durante marchas progubernamentales en 2013, como un elemento más del islamismo internacional que se identificaba con las tesis de Erdogan.

Pese a considerarlo terrorista, Ankara trataba al EI en Siria con cierta indulgencia, tanto por combatir al régimen de Al Asad como por ser un baluarte contra la expansión de las milicias kurdas en el norte del país vecino. Aunque no se ha demostrado un apoyo directo de las autoridades turcas, el Gobierno sí admitió que en los hospitales se aceptaba a todo militante herido en Siria, sin excluir a yihadistas. Esta relación empezó a cambiar con los ataques del EI en suelo turco, en junio de 2015 contra un mitin de la izquierda prokurda y en julio contra una reunión en Suruç, en la que murieron 32 personas.

Días más tarde, Turquía abrió la base aérea de Incirlik, a 120 kilómetros de la frontera siria, a la coalición antiyihadista, encabezada por EEUU, para atacar al EI en el norte de Siria. El EI cometió el 10 de octubre en Ankara el atentado suicida más grave de la historia de Turquía, que causó 101 muertos, contra una manifestación a favor de la paz en el conflicto kurdo.

"Iban a Siria y venían sin problema. Se adoctrinaba a niños para la milicia. He visto hospitales en la frontera donde se trata a militantes del EI. Y en los tribunales hay grabaciones de conversaciones telefónicas entre militantes del EI, dirigentes locales y funcionarios turcos, para arreglar el paso por la frontera", declaró el periodista Dogu Eroglu.

El turismo, con unos 40 millones de visitantes al año, sostiene el 12% del PIB turco, pero este año ya se ha visto gravemente afectado, tanto por los atentados como por la crisis diplomática con Rusia, segundo país emisor de turistas. En los últimos días, Erdogan ha dado pasos para enmendar la relación y ayer Moscú anunció que iba a levantar sus sanciones.

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