Cultura

La Capilla Real canta a la belleza de Tomás Luis de Victoria

Festival de Música Antigua. 1 de julio de 2011. Sala María Cristina. Coro: La Capilla Real de Madrid. Músicos: Quito Gato (tiorba), Marta Calvo (bajón), Daniel Bernaza (corneto), Elies Hernandis (sacabuche), Patricia Mora (órgano). Aforo: Casi lleno.

El Festival de Música Antigua de Málaga tenía reservado para el pasado viernes uno de sus platos fuertes, con la visita de uno de los mejores conjuntos vocales del panorama nacional, La Capilla Real de Madrid.

La Capilla Real, que ya estuvo hace dos años en Málaga representando en concierto Dido y Eneas, de Purcell, interpretó un programa compuesto íntegramente por obras de Tomás Luis de Victoria, a cuya figura está dedicada esta séptima edición del festival: la Missa o quam gloriosum est regnum y tres motetes de tema mariano -el famoso Ave María, el Salve Regina y el Magnificat primi toni- en sus versiones para doble coro y acompañamiento instrumental a ocho voces.

Es posible que los no advertidos entre el público se llevaran una sorpresa cuando el conjunto salió a escena: no todos los días la primera dama del país canta en el María Cristina. La anécdota no dio para más una vez empezado el concierto.

Bajo la dirección de Óscar Gershesohn, La Capilla Real interpretó las obras de Victoria con una musicalidad y expresividad muy adecuadas al sentimiento religioso que las inspira, siendo capaz, al mismo tiempo, de reproducir la atmósfera de austeridad que también les es propia: sin alardes, amaneramientos o florituras, casi sin matices y un tempo constante.

Tan bellas o más que la Missa fueron las piezas para doble coro, que, sin desdoro del conjunto -que no lo merece- hicieron destacar sobre las demás las voces de Inmaculada Férez y Ángel Iznaola; la primera por su intensidad y la segunda por su color.

Quienes asistieran también al concierto de La Hispanoflamenca en este mismo ciclo, han tenido la oportunidad de experimentar dos versiones muy distintas, ambas excelentes, de la música de Victoria; los belgas sonaron con el sutil esquematismo de un cuarteto, mientras que La Capilla Real parecía una gran orquesta vocal.

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