Cultura

"La poesía es uno de los fusiles más eficaces para ganar la libertad"

  • El artista malagueño mantiene su último y más personal proyecto, la compañía Sueltos, con la que continúa representando su montaje 'Gasolina' mientras prepara la segunda edición del ciclo 'El mal de Tourette'

Como si la cosa no fuese con él. Como si no llevase más de dos décadas de trabajo como actor que le han otorgado un interesante premio: el prestigio que su humildad convierte en inconsciente. Así se comporta Miguel Zurita en las distancias cortas. Su voz le delata, pues posee una de las más privilegiadas del panorama escénico español; una voz que ha vibrado en éxitos teatrales como Combatientes, Madre Caballo, Después de Ricardo o El rey de Algeciras. Es uno de los más inquietos creadores andaluces como atestigua al formar parte de Sueltos y ser el organizador del ciclo de poesía escénica El mal de Tourette del que prepara ya su segunda edición.

-El éxito empieza a ser notable pero, ¿cómo definiría Sueltos para alguien que no sepa quiénes son?

-Es muy difícil clasificar las cosas. Quizás, Sueltos sea una banda de poesía pública, pero es el formato Spoken Word el que estamos trabajando. Yo soy actor pero siempre me ha gustado escribir y es ahora cuando hago mi primera incursión en este campo. La gente asocia poesía con algo aburrido, incluso cursi, y ni mucho menos lo es, pero sí es cierto que algunos recitales carecen de acción. Creo que la perfopoesía, la polipoesía... no son nada nuevo, aparecen ya hace mucho tiempo y tratan de intentar llevar las palabras a un contexto escénico y huir de ese aburrimiento.

-¿De dónde nace un proyecto tan heterogéneo como Sueltos?

-Surge de un momento de inactividad profesional en el que me encontré con Vicente Ortiz. Él pinta y escribe y ya tenía antes una banda de Spoken Word: Monólogos Solitarios. En 2010 dijimos "vamos a hacer algo" y fue entonces cuando estrenamos el primer espectáculo: Poemas. Primera Lectura. Lo estrenamos en Málaga e, inmediatamente, nos pusimos ya a trabajar en el segundo.

-Ese primer espectáculo fue una piedra de toque pero, ¿qué cambios aparecen en el segundo?

-El cambio en Gasolina fue introducir la música en directo que llegó con la incorporación de Juanlu Gutiérrez, que toca y compone, y de Damian Howsoon. En Gasolina se conformó nuestro método de trabajo, estilo, manera o lenguaje. Empezamos el proceso de trabajo y cuando lo hacíamos nos íbamos dando cuenta de los temas que nos abría. Percibíamos que estábamos enfadados y muy alerta. Curiosamente lo hicimos el 15 de abril y pensábamos que por qué la gente no reaccionaba. Y cuando fuimos a la manifestación del 15 de mayo dijimos "Éste es nuestro público". Los acontecimientos del 15-M nos han hecho ajustar algunas cosas del espectáculo. Se quedó antiguo en sólo un mes y eso es fantástico.

-Habla de proceso de trabajo… en algo tan plural es difícil figurarse desde fuera cómo y con qué sentido se ha engendrado todo.

-A nosotros nos interesa el qué queremos contar y más tarde el cómo. Poemas. Primera Lectura lo consideramos espectáculo 0. Era más hedonista, se hablaba de los placeres de la vida gracias a unos textos con más colorido, pero nunca renunciamos al sentido del humor. Nuestras propuestas no tienen un hilo conductor como trama, son textos y cada texto te va llevando a un mundo distinto. Pero Gasolina ha sido más político, más oscuro. Al final no sabíamos si dar esperanza o no y decidimos darla. Un poco. La última pieza que la hace Vicente dice: "Y he olvidado… creo que no soy el único". El espectáculo empieza diciendo: "La guerra llegó de puntillas", y ahí lanzamos la pelota a la gente: "Y tú, ¿has olvidado?".

-¿En qué tipo de mercado puede tener cabida?

-En el panorama de espectáculo, de iniciativas diferentes. Es posible que un mercado a lo grande contradiga la idea que defendemos. Lo que sí que es cierto es que cada vez hay más gente haciendo nuevas propuestas. De hecho, El mal de Tourette recoge ese tipo de ideas. Hay nuevas propuestas porque hay nuevas herramientas, y hay nuevos formatos. Lo que es esencial para esa cabida es que nuestros espectáculos duren 45 minutos, porque más sería demasiado. Y quién sabe… Quizás podemos irrumpir en el marco de los circuitos teatrales, porque hay gente que está haciendo cosas muy interesantes. Creo que ha llegado el momento de las ideas, de la reflexión, y las palabras cobran ahora más protagonismo que nunca. Veremos.

-Precisamente, El mal de Tourette ha hecho familiar su nombre y su logo tan curiosos gracias a su éxito en Málaga. ¿De dónde surgen?

-La elección del dragón como identidad del ciclo es bien sencilla: porque echa fuego por la boca. El nombre El mal de Tourette es debido a que padecemos una irrefrenable necesidad de decir lo que pasa por nuestra cabeza.

-Ha sido un duro trabajo, pero si mira atrás…

-El balance de 2011 es muy positivo ya que se ha conseguido asentar el ciclo, que ha celebrado este año su primera edición en el Teatro Cánovas con más de 600 espectadores, nueve propuestas, tres estrenos absolutos y un espectáculo, De la S a la Z. Una experiencia de cante y confección, con Zenet, concebido ex profeso para El mal de Tourette y que jamás volverá a hacerse. A veces, en lo efímero está el verdadero lujo. También es importante subrayar que la pasada edición se sufragó en su totalidad con la aportación económica del público en taquilla, aunque no estaría mal algún apoyo y/o patrocinio público y privado en este sentido.

-¿Qué límites posee un género tan maltratado como la poesía?

-Pocos. La poesía es uno de los fusiles más eficaces para ganar la libertad. Aunque para ello la mayoría de las veces los cartuchos son los poetas. Podríamos hacer una lista interminable de poetas muertos que se asocian a una causa social.

-El público afirmó que el mensaje que ustedes lanzan en Sueltos es de impacto inmediato, pero han comprobado que es el tiempo el que hace un interesante trabajo…

-Hay que rumiarla, claro, porque hay una información muy frágil, pero muy dura también. Como el diamante: frágil y duro. Llega un momento en el que todo no lo puedes asimilar, pero lo importante es que se quede un poso ya que es muy importante la parte emocional; más, incluso, que la parte racional de las palabras, pues como decía no trabajamos con hilos narrativos, ni tramas. Aunque exista este desorden, la gente es capaz de decodificar muchas claves. Por ejemplo, los mecanismos audiovisuales, para algunas cosas pueden ser negativos pero ahora nos están convirtiendo en verdaderos maestros de la decodificación. En el siglo XIX esto era más complicado.

-¿Cree que este tipo de propuestas pueden cambiar ciertas cosas?

-Hemos vivido unos años de opulencia y todo se ha banalizado. Por ejemplo, el pop ha degenerado a algunas superficies estériles. Me refiero sólo al fondo, ya que el camino de la forma es inescrutable. Pero ahora viene una cultura de combate y los profesionales tienen que tener respeto con el público. Esos argumentos de las televisiones de "sí, es basura pero lo ven millones de personas"... No sé hasta qué punto la sociedad demanda esa basura que se le da. Se crea un círculo vicioso que es momento de romper y hacer a la gente pensar. Yo creo en el concepto público de la vida ciudadana, pero a partir de la suma de todos sus individuos, que tienen que manejar la información y las herramientas suficientes y en libertad para poder sacar sus conclusiones. Ese momento ha llegado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios