Cultura

El 'sketch' sentimental

Teatro Echegaray. Fecha: 4 de noviembre. Dirección y dramaturgia: Juan Luis Mira. Textos: Francisco Sanguino, Rafael González, Paco Zarzoso, Juan García Larrondo y Borja Ortiz de Gondra. Reparto: Lola Manzanares e Iván Gisbert. Aforo: Unas 30 personas.

El corazón hecho un lío es un montaje doméstico, accesible hasta lo entrañable, que recoge textos extraídos de obras escritas por un puñado de jóvenes dramaturgos españoles que tienen en común haber ganado el Premio Marqués de Bradomín precisamente por estas piezas. El resultado es una especie de collage en el que las distintas escenas van vertebrando una suerte de argumento común, al menos la constatación de que las miradas que aquí se posan sobre el ser humano y sus miserias (rara vez lo hacen sobre sus grandezas) adquieren conscientemente ángulos similares en alcances e intenciones. El leit motiv, si se quiere, es la mecánica de las relaciones personales en la sociedad contemporánea, con personajes a menudo castrados emocionalmente e incapaces de superar el umbral al que hace referencia explícita uno de los textos. El resultado, más allá de que consigne la existencia de una generación actual de dramaturgos que cuanto menos comparten intereses y retos, presenta un curioso experimento de tentativa dramatúrgica al hilar una narración escénica (coherente, al menos, en sus trasvases internos) a partir de fragmentos de distintas obras.

Lo mejor, no obstante, es el trabajo interpretativo de Lola Manzanares e Iván Gisbert, muy notables tanto en la construcción de sus registros individuales (singularmente maleables y cambiantes pero también poblados de lugares comunes para el reconocimiento del espectador) como en la conformación de una química conjunta, verdaderamente lograda en episodios como el de la conversación telefónica con el hombre araña y el del matadero. Quizá la intención didáctica, y más en su exposición directa con referencias a los autores, termine restando energía a la propuesta. El regusto final es que se ha asistido a un espectáculo de sketches, lo que puede hacer honor a la verdad en la medida en que la dramaturgia contemporánea abuse precisamente del sketch como hallazgo ingenioso en su arquitectura. Al menos, su autenticidad lo equilibra todo.

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