Cultura

"Con Morente se ha ido un maestro y un aficionado, que es lo más difícil "

  • El veterano músico visita mañana la Vivero con una zambombá jerezana y toda la fiesta flamenca de un hombre "muy inquieto", define

Le llaman el gurú del compás y él dice que "todos se equivocan". Le consideran el patriarca de la fiesta flamenca y él dice que sólo es "un hombre inquieto". Diego Carrasco (Jerez de la Frontera, 1954) rompe los cánones del género desde el mismo Barrio de Santiago hacia el resto del mundo. Mañana se detiene en Málaga para trasladar parte de la tradición jerezana a la sala Vivero (a las 22:00) con una zambombá "en familia".

-¿No resulta extraño trasladar el espíritu de una zambombá tradicional alrededor de una candela y con las puertas abierta a un recinto cerrado que cobra entrada?

-Lo importante es que se haga con toda naturalidad. Todo lo que sea abrir las puertas para que el público vea cómo se manifiesta un pueblo, un barrio, una familia... eso es lindo. Si vieras cómo reacciona el público y, sobre todo, la gente mayor alucinarías. Y si me ves a mi con una bata y unas zapatillas de casa, ya ni te cuento (risas).

-Y luego están las zambombas diarias que lleva por Jerez...

-Ese es otro formato, el de la calle. Y no sabes cómo está esto ya, es horroroso. No sé si le darán algún título, no me extrañaría.

-Resulta curioso que sea una tradición nacida de la precariedad y se haya convertido en una fiesta, de moda en toda Andalucía...

-La zambombá nace de la fatiga, de los problemas de un pueblo. En esos corrales cada vecino ponía un poco de lo que tenía, los pestiños, la botellita de anís...todo el mundo lo disfrutaba, y las penas se transformaban en alegrías .

-Con villancicos por bulerías...

-Eso es. Aquí los gitanos se manifiestan de otra forma...

-Y usted ¿lo sigue viviendo igual?

-Yo, afortunadamente, todavía vivo en un bajo con su patio. Las puerta están abiertas y las candelas encendidas, entra uno, sale otro, uno canta, otro baila, el otro llora... Llevamos una semana entera así.

-Sus compañeros de profesión le llaman el maestro del compás, ¿cómo recibe tremendo halago?

-Pienso que están todos equivocados (risas). Yo siempre digo que eso es un regalo que Dios me ha dado, mis genes, mi familia, el entorno donde me críe. Cuando creces escuchando buen compás se te mete en la sangre y sale solo.

-¿Y en qué lío con compás anda metido ahora?

-Ahora estoy en el estudio con un trabajo que rebosa compás y ritmo. Tengo la gran suerte de estar rodeado de una familia de gente joven, con mis hijos y mis sobrinos, y con grandes músicos. Estoy disfrutando mucho porque la hierba fresca que nace es la que te hace moverte y te llena de inquietudes. Todos son temas nuevos, muy rítmicos y con una picaresca en las letras. Vamos en buen camino. A ver si hacemos alguna pinceladita en Málaga.

-Se suele rodear de gente joven, con la que crea talleres de ritmo ¿cómo ve la cantera?

-Hoy día hay una cantidad de gente joven con unas virtudes y conocimientos increíbles. Antes tocabas la guitarra y solo eras guitarrista. Ahora además tocan la batería, el piano. Eso es una alegría. Yo les enseño caminos nuevos, todo lo que yo aprendí de pequeñito.

-¿No está ya todo inventado en el flamenco?

-Qué va, para nada. Lo más lindo del flamenco es que está totalmente vivo, al día. Hoy se hace un flamenco diferente al de hace 50 años. Y espero que siga siendo así. Hay gente joven que están aportando muchas cosas y abriéndose a otras músicas y eso lo enriquece.

-¿No habría que poner límites?

-Todo lo contrario. En el flamenco, como en cualquier música, lo que es bueno es bueno, y lo que es malo es malo. Si quieres adulterarlo lo vas a adulterar, pero va a haber otra mucha gente que lo va a enriquecer. Yo estoy con Los Rockeros Canasteros, una banda de gente joven como Tomasito, Junior... que llevan el flamenco al sonido que suelen hacer.

-Hace unos días se cumplió un año de la muerte de Morente, ¿se le está haciendo más justicia ahora a su talento que en vida?

-¡Uf!, quizás todavía sea demasiado pronto para saber la profundidad intelectual y, sobre todo, en la investigación que ha dado al flamenco. Se nos ha ido un gran maestro y un gran aficionado, que es lo más difícil, porque significa llevar toda tu santa vida investigando y que cuando te vas, te quedan deberes pendientes.

-¿Se sigue considerando 'inquilino del mundo', a pesar de cómo está?

-Hombre, por favor, siempre inquilino del mundo, con todos sus problemas. En el fondo somos todos una familia.

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