Sara Baras. Bailaora de flamenco

"La mitología y el flamenco comparten la misma pasión"

  • La bailaora gaditana Sara Baras presenta su nuevo espectáculo 'Medusa, la Guardiana' el 30 de agosto en La Malagueta.

Es bien sabido que la pasión, la vehemencia y el frenesí del baile flamenco no conoce límites. Cualquiera que haya tenido la ocasión de observar a Sara Baras en esta disciplina, ha sido testigo del arrollador torrente de energía que la gaditana despliega en cada espectáculo. Una danza que no entiende de público, tiempo, lugar o registro: su arrebatadora presencia no deja indiferente a nadie. Una muestra de ello podrá verse el próximo sábado, 30 de agosto, en plaza de toros de La Malagueta, donde la bailaora acogerá su espectáculo más escénico: Medusa, la Guardiana.

-¿En qué consiste su último espectáculo Medusa, la Guardiana?

-Es una dramaturgia flamenca en la que narramos la historia de Medusa desde el principio, cuando todavía no era el monstruo por el que todos la conocemos. Es un espectáculo en el que antepongo la interpretación y la voz al baile.

-Una historia dura la de Medusa.

-Desde luego, además de injusta. Me sobrecogió mucho ese mito: Medusa era un ser que vivía tranquilamente con sus hermanas en el templo de Atenea hasta que fue violada por capricho del dios Poseidón. Aún siendo la víctima, fue castigada por los dioses con la monstruosa maldición de tener que enfrentarse a la soledad de convertir en piedra a todo el que mira. Me pareció tremendo. Y que siglos después estas cosas sigan pasando...

-Supongo que será complicado narrar sucesos de este tipo. Incluso con la danza.

-Sí, pero en realidad el flamenco lo que nos da es la libertad y la riqueza de poder expresar todo lo que queramos. Es posible que tengamos más facilidad para contarlo.

-¿Se encuentran en algún punto el flamenco y la mitología?

-Yo creo que sí. En la mitología hay mucha pasión, mucho corazón, fuerza; pero también hay desengaño, desilusión... es un cúmulo de sentimientos y mensajes muy pasionales que comparte con el flamenco.

-¿Alguna vez se ha sentido injustamente tratada en la farándula, como le ocurrió a Medusa?

-No me ha pasado nunca, pero porque he tenido la suerte de vivir una vida y una carrera muy privilegiada. Solo tengo experiencias positivas, e incluso de lo malo, he aprendido mucho.

-¿Ni si quiera por ser paya en un mundo como el flamenco?

-Pues hasta en eso he tenido suerte. Yo he llegado en una época en la que por supuesto había payas, pero la discriminación venía más por la imagen de la mujer que rompe con la casa, la cocina... Ahí sí que se notaba. En las compañías había muchos hombres, y al principio lo único que me decían es que el flamenco era un mundo muy machista. Pero nunca he vivido una mala experiencia.

-A día de hoy, si pudiera convertir a alguien en piedra, ¿a quién condenaría?

-No lo haría para desearle el mal a nadie, intentaría utilizarlo para ayudar a las personas que más lo necesitan. Si pudiera mirar y convertir en piedra, lo haría con las enfermedades. Sobre todo las conocidas como raras que tanto daño hacen a las familias, como el síndrome de Rett. Vivo la enfermedad muy de cerca y es algo tremendo, horroroso. Colaboro con la investigación de esta enfermedad y no dudaría en acabar con ella.

-En esta obra también ha ejercido de productora ¿cómo lleva vivir el espectáculo delante y detrás del tablao?

-Bastante bien, el truco está en llevar cada cosa en su justa medida, como todo el la vida. Tengo la gran suerte de trabajar con un equipo muy grande, y que tanta gente haya confiado en mí es todo un regalo.

-Imagino que compaginar ambas será laborioso.

-Bueno, normalmente solo me ocupo de lo artístico. Pero sí, soy muy pesada desde el primer momento, estoy siempre encima de todo. Pero estoy muy orgullosa de mi compañía, siempre que tenemos un nuevo proyecto nos metemos de lleno, sin dejar una gota de sudor fuera. Y luego se termina notando en el gran apoyo que tenemos por parte del público

-Pero como en todo, flamenco y crisis van de la mano. Lo habrán notado.

-Por supuesto. Toda la cultura lo ha notado. Nos hemos tenido que adaptar a la crisis y a esa subida del IVA. Y se nota, ahora hay que ponerle a todo el doble de esfuerzo, pero luego es verdad que la recompensa se valora más que antes.

-Habrá sido muy sacrificado, en cualquier caso.

-Por supuesto. No todo ha sido bueno. Ahí está mi sacrificio, en mis horas de sudor, mi soledad. Esas primeras giras, en las que me iba a Japón o Australia... Ahora te lo tomas de otra manera, pero al principio parece que rompes con tu vida. Y es muy duro.

-Supongo que le habrá cambiado mucho ser madre.

-Sí que me ha cambiado. Como yo digo, te cambia la escala de valores sin anestesia. Al principio pensaba que después de ser madre no podría bailar tan fuerte o con la misma velocidad, sin embargo todo lo que ha traído ha sido positivo. Pisas el escenario con un peso distinto y la seguridad y felicidad que te da ser madre se nota en el baile. Y al papá (el bailaor José Serrano) le pasa lo mismo. Lo disfrutas y lo sientes más con los cinco sentidos.

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