Eran las 23:15 de la noche y Lou Reed (Nueva York, 1942) estaba presentando a todos los miembros de su banda, coro, orquesta y personal de apoyo. Antes, durante casi hora y media, había interpretado de un modo soberbio y magistral uno de sus álbumes más complejos, Berlin, una obra calificada de maldita. Así de increíble fue el cierre del Terral, en el Teatro Cervantes.

El neoyorquino interpretó por completo y en perfecto orden los diez temas de su disco del 73 ante un público extasiado. Todas las expectativas se cumplieron y el espectáculo fue impactante como se esperaba.

La clausura del festival veraniego del Cervantes fue una cita con la Historia del Rock, tanto por la presencia de Lou Reed como por lo que hizo. Su única cita española -suspendió los demás conciertos que tenía previstos-, ha sido el final de su gira europea. Muchos privilegios para Málaga de una sola tacada.

Lo de anoche fue el noveno concierto de un evento que no ha brillado tanto como el precio de las entradas -superando los cien euros-, y que quizá cambie de rumbo en su próxima edición, que será la primera que no dependa de Salomón Castiel, el ahora director provisional del teatro malagueño tras su dimisión del pasado junio.