Cultura

Una apropiación debida

  • Diego Santos presenta en la Fundación Casa Natal 'Picasso on the beach', una reinterpretación multidisciplinar de la imaginería acuñada por el genio

Cuando Borges puso a Pierre Menard a reescribir Don Quijote letra a letra, estaba reivindicando el Renacimiento. Y es que cuando Garcilaso y Boscán imitaban a los sonetistas italianos también estaban imitando, sin saberlo, a Virgilio y Apolonio de Rodas; pero de este infinito juego de espejos se nutre la creación literaria, así como la artística. Picasso rehizo, reinterpretó, copió y plagió hasta la extenuación a sus maestros, y luego fueron otros, desde Kippenberger a Ray Smith, los que hicieron lo propio con él. El malagueño Diego Santos empezó a jugar mediante las mismas reglas con los maestros de las vanguardias del siglo XX ya a comienzos de los 90, en sus series Museum, cuando la consecución de la Beca Picasso de la Fundación Casa Natal le había ganado ya de lleno para el arte. "Y siempre Picasso estuvo presente en aquellas reinvenciones", advertía ayer Santos: "Lo que espero ahora es que los artistas jóvenes vengan a ver mi obra y la copien, la imiten, se apropien de ella y hagan con ella lo que quieran, como hice yo, porque así es como avanza el arte". De modo que Santos tiene clara la máxima Renacimiento o muerte; pero su idilio picassiano llega a adquirir matices nigrománticos en su tráfico de influencias: "Por aquel entonces yo vivía en el número 17 de la Plaza de la Merced, en el que había residido Picasso. Mi relación con él era tan cercana que conservaba en mi domicilio algunos muebles de anticuario que yo mismo había comprado para la Casa Natal y que se exponen aquí ahora. Cuando en aquellos días me liaba a pintar, sentía la presencia de Picasso a mi espalda, su aliento en el cogote. Y me decía: 'Diego, si me vas a plagiar tendrás que trabajar deprisa, sin rectificar, pero sin equivocarte, como lo hacía yo". De modo que la exposición Picasso on the beach, que Santos presentó ayer en la misma Fundación Casa Natal, donde podrá verse hasta el 23 de noviembre, tiene mucho de círculo cerrado y paisaje completo, de hijo pródigo regresado y de semilla germinada. Y, por otra parte, como es de recibo, da cuenta de los extremos en los que Picasso llega a significar en el presente.

Picasso on the beach es una mirada multidisciplinar que reúne 23 piezas adscritas a diversos periodos de la producción picassiana. Hay así acercamientos al surrealismo a su vez más arrimado al genio, como los lienzos Mujer con boca cerrada y Mujer con boca abierta; recreaciones de las esculturas que Picasso dedicó a sus Bañistas ("Los Bañistas de Picasso eran más arte povera y los míos son más arte conceptual: están realizados con deshechos que encontré en la playa", apuntó Santos al respecto); revisiones de las obras cubistas alumbradas al alimón con Braque, con la guitarra como elemento protagonista y armados mediante la técnica del papel collé; y una última sección, la más reveladora, en la que Santos emplea la fotografía y la videoperformance para ejercer de voyeur: las imágenes giran en torno a la escultura de Picasso de la Plaza de la Merced, y en ellas aparecen inmigrantes que duermen al raso y hablan en disposición confesional con la estatua, alcoholizados llenos de moscas que tratan al broncíneo de tú y devotas que se dirigen a la representación de Picasso "como si fuese el Cristo de Medinaceli". En el vídeo, es el propio Santos el que se calza una máscara africana similar a las que sirvieron de inspiración a Picasso para Las señoritas de Aviñón y se sienta junto a la escultura para suscitar las más diversas reacciones. "Esto no es un chiste. Yo me acerco a Picasso con mucho respeto", advierte Santos, que habla de sus obras y de la misma estatua de la Merced como de "fuentes de energía". Con vida propia.

La comisaria de la exposición, Tecla Lumbreras, recordó esta sentencia que el propio Picasso pronunció en su momento: "Un artista es un coleccionista que crea su propia colección rehaciendo las obras que más le gustan de otros artistas". Lumbreras se mostró proverbialmente pedagógica al comparar la actividad de Santos con la de "los músicos de hip-hop, que samplean fragmentos de músicas que han hecho otros hasta obtener un resultado único, distinto, que supera de algún modo las fuentes sonoras de las que partía". La comisaria subrayó que el título Picasso on the beach se corresponde con una aproximación al Picasso "más divertido y jovial, pero también al icono turístico en que se ha convertido". Este guiño resulta especialmente visible en un conjunto donde predominan el mar y los tonos azules, y donde descaradamente se inmiscuyen cruceros en las estampas picassianas repletas de minotauros. Santos asentía ayer mientras confirmaba que "Picasso ha convertido a Málaga en una ciudad de un enorme atractivo turístico y cultural, y me apetecía indagar en eso".

El director de la Fundación Picasso, José María Luna, en compañía del alcalde, Francisco de la Torre, y la concejal de Cultura, apuntó que "la exposición de Diego Santos nos permite seguir ahondando en la relación entre Picasso y Málaga, un asunto que nos afecta de manera directa. Y además podemos hacerlo desde la creación contemporánea". Por algo genes y genios comparten esencia.

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