Cultura

Donde calla la Historia

Centro Cultural María Victoria Atencia. Fecha: 24 de octubre. Compañía: Avanti Teatro. Dirección: Julio Fraga. Texto: Luis Felipe Blasco Vilches. Reparto: José Manuel Seda y Josean Bengoetxea. Aforo: Unas 50 personas.

Diez meses después de su estreno al fin pudo verse en Málaga El encuentro. Tanto ha habido que esperar, por más que la obra cosechara un gran éxito en la temporada madrileña y muy a pesar de las conexiones malagueñas del montaje (el actor Eduardo Velasco fundó Avanti Teatro en Málaga y aquí se estrenaron sus montajes anteriores, Después de Ricardo y El profeta loco). En estos diez meses han pasado muchas cosas, como la sustitución de Eduardo Velasco por Josean Bengoetxea en el papel de Santiago Carrillo y la muerte de Adolfo Suárez. El encuentro, no obstante, mantiene intactos sus alcances; aun así, el público malagueño recibió ayer la propuesta con la frialdad que tanto prodiga últimamente, por más que lo que se representa (la primera reunión entre los dos políticos que abrió las puertas a la democracia en España) interese, aunque sea por responsabilidad, a todo el mundo. Mal vamos, y alguna reflexión urge hacer.

A la hora de valorar la obra, conviene apuntar, de entrada, que levantar El encuentro es rematadamente difícil. Lo mejor es el texto de Luis Felipe Blasco Vilches, directo, limpio, en el que no sobra ni falta nada, impecable en su ánimo de incidir en el presente desde el pasado, a la manera camusiana. El enorme diálogo demuestra el poder del teatro (y menudo poder es éste) a la hora de hablar donde calla la Historia. Tal vez, eso sí, la proximidad de los acontecimientos obliga a imprimir un registro documental, aunque sabiamente quebrado en los pasajes en que los hombres prevalecen sobre los políticos (también en el intermedio que apela directamente al presente, y que en el fondo resulta prescindible: la necesidad de memoria sigue siendo la misma en los 70 y ahora). Tal vez porque los límites entre la cercanía de los acontecimientos y su teatralidad son inevitablemente laxos la función termina siendo átona, demasiado pendiente del mismo texto que lo gobierna todo. Seda y Bengoetxea bordan un trabajo estupendo, pero tienen el texto más en la cabeza que en la lengua. De cualquier forma, había que hacerlo. Y la Historia futura deberá recordar esta obra.

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