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Cultura

La voz prodigiosa, el seductor escarmentado

  • Carlos Álvarez debuta en el papel de Falstaff, aunque en versión de concierto, en un Cervantes a medio gas

Con una entrada de público no precisamente memorable, y no pocas deserciones en el descanso, el Teatro Cervantes acogió ayer la puesta de largo del Falstaff de Verdi en versión concierto (¿Tal vez lo que esperaba el público era una representación completa?), una producción del propio Teatro Cervantes con la participación de la Orquesta Filarmónica de Málaga y el Coro de Ópera de Málaga y la dirección musical de Miquel Ortega. La ocasión servía además en bandeja el debut de Carlos Álvarez en el papel de Falstaff (su comparecencia en ocasiones anteriores se había dado para el mismo título en el personaje de Ford, al que aquí interpreta Juan Jesús Rodríguez), y lo cierto es que el gran hedonista, ebrio, grueso, deslenguado, decadente y seductor por la vía patética, aunque dulcificado un tanto por Verdi respecto al original de Shakespeare, parecía, de entrada, un material de gran interés por cuanto pudiera hacer con él el barítono malagueño. La versión en concierto puso, evidentemente, límites a esta recreación al acontecer el personal desamparado respecto a escenografía, pero quizá uno de los atractivos de la cita fue el de poder comprobar cómo Álvarez componía a su particular Falstaff (el perfil de su barba parecía, desde luego, cultivado ex profeso para el personaje) a través de sus gestos y sus evocaciones de más que probables directrices cómicas; hábil, en suma, a la hora de transmitir al canto el alma de este aspirante a arrebatador mujeriego que sale escarmentado con su propia medicina. La sola presencia del artista, ya se sabe, basta para llenar el escenario y conferirle una naturaleza poderosamente dramática.

Pero, claro, este Falstaff se hace grande en la voz de Carlos Álvarez. Al malagueño, que ha hecho de todo, le cayó en su día la etiqueta de verdiano, pero ayer el público tuvo la oportunidad de verlo en casa al servicio de la ópera menos verdiana de cuantas compuso Verdi, virtuoso como siempre en cada nota. Eso sí, en una ópera sin protagonistas claros conviene que el reparto de solistas esté a la altura, y éste fue ayer el caso: Juan Jesús Rodríguez hace lo propio, y la soprano María Rey-Joly compone a una Alice Ford reveladora en sus matices. Mañana domingo hay otra función: habrá que ver si acaba en reconciliación.

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