Crítica de teatro

Consideraciones al teatro bien hecho

Insolación. Teatro Cervantes. Fecha: 14 de enero. Dirección: Luis Luque. Adaptación: Pedro Víllora, a partir de la novela de Emilia Pardo Bazán. Reparto: María Adánez, José Manuel Poga, Chema León y Pepa Rus. Aforo: Unas 300 personas.

La conexión de esta Insolación con la escuela de Miguel Narros es evidente. Luis Luque rinde homenaje a su maestro con los presupuestos más reconocibles de esta tradición, pues como tal debe ser ya considerada. Y, al cabo, el santo y seña de la escuela de Miguel Narros no es otro que el del teatro bien hecho: esto es, bien dicho, bien puesto y bien servido. La producción se percibe aquí como predilección por el esmero y el gusto por el detalle, y el principal acierto de Luque consiste en saber aprovechar la bellísima escenografía (salvo algunos elementos desmerecedores, como el celestial alumbrado navideño) y la eficaz y significativa iluminación a favor de la construcción dramática. En la adaptación, tanto los parlamentos y diálogos como las emociones no explícitas que sacuden a los personajes (Emilia Pardo Bazán invitaba a leer entre líneas, y eso es exactamente lo que pide este montaje al espectador) tienen una traducción directa en la escenografía, lo que multiplica los lenguajes puestos en juego. De este modo, Insolación es un ejemplo de la mejor producción del teatro español, de la que dio buena cuenta un aliado de Narros también muy recordado, Andrea D'Odorico, no como ejercicio de alarde sino como favor y merecimiento al público; y, también, de cómo una buena producción excita el juego tragicómico. Con la debacle de los últimos años y una escena cada vez más condenada a la desnudez y los formatos mini, ya casi habíamos olvidado estas cosas. Bueno es recordarlo.

Con una lograda versión de Pedro Víllora, que no evita los argumentos políticos, quizá la propuesta adolece de una calidad desigual del reparto: Adánez y Rus parecen tener el texto en la boca mientras Poga y León lo sueltan desde la cabeza. Pero, seguramente, ésta es la mejor lectura de Insolación que podría verse en un teatro, lo que no es precisamente poco. Al menos, suficiente.

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