Jorge Drexler. Músico

"Trato de trasladar la alegría privada del baile a una experiencia pública"

  • El cantante y compositor uruguayo presenta el sábado en la Sala Eventual su último disco, 'Bailar en la cueva', una reivindicación del movimiento con raíces del folclore de aquí y de allá

Fiel "a la ética médica", el facultativo Jorge Drexler no ve "muy lindo" recetar su propio remedio, un milagroso disco llamado Bailar en la cueva, aunque asegura que a él le ha hecho "mucho bien". Eso sí, el músico uruguayo, que se licenció en Medicina y ejerció durante tres años, no tiene reparo alguno en aseverar que la música es "enormemente curativa". El próximo sábado presentará este trabajo en la Sala Eventual (C/ Cuernavaca, 21, Polígono de San Luis) con Rafa Toro como telonero, a partir de las 21:00.

-La cueva, la caverna, nos remite al comienzo. ¿Buscaba también usted un nuevo principio?

-Yo nunca lo había pensado así... Si te soy sincero, sería muy fácil decirte que este disco es un nuevo principio, pero yo en todos los discos que hago trato de abrir una puerta. Sí te puedo decir cuál es el nuevo principio de este disco. Los discos anteriores estaban hechos desde otro lugar. Amar la trama está hecho desde los afectos, desde el esternón, desde la vocal abierta a, sale del pecho, desde el mundo emocional, desde mi relación con Madrid, un relación de amor con una ciudad. N, el proyecto intermedio, estaba hecho desde la cabeza, el nombre correspondía a una serie de números naturales, estaba hecho desde el mundo de las ideas, desde las matemáticas, desde la combinatoria del verso. Y Bailar en la cueva está hecho desde el mundo del movimiento, desde los pies, desde el centro motriz del cuerpo, también está hecho desde lo que dices tú, desde un lado ancestral. La danza y la conexión entre los seres humanos como un hábito que nuestra especie lleva practicando desde decenas de miles de años.

-La música es esencial en este disco, ¿qué buscaba?

-Una soltura física, una tensión con los pies... Fíjate, que creo que no habría podido hacer Bailar en la cueva si no hubiera hecho antes el pregón del Carnaval de Cádiz. Creo que son dos procesos relacionados. Hice la canción Cádiz creo que caí para el pregón que dice "de un tiempo a esta parte me noto un poco cambiado"... Para ese cambio que se produce con más alegría en el cuerpo, con una disposición para bailar, lo primero que se tiene que aprender es a reírse de sí mismo, a perder el pudor. Y aprender a reírse de sí mismo arriba de un escenario es sinónimo de Carnaval. Además, sin dejar de lado la crítica social.

-Escucho su disco y me voy a Colombia, a Bolivia, a Venezuela... ¿Han influido esos cuatro años donde ha recorrido su continente?

-Claro. Lo que rescato es la alegría en el cuerpo, pero el carácter musical del disco, el colorido, se lo han dado esos cuatro años de recorrer desde la Patagonia hasta Canadá y de sentirme en casa en Chile, en Ecuador, en Venezuela, en todas las ciudades por las que he estado y, a la vez, ir incorporando cosas, conociendo músicos, conociendo ritmos, yendo a bailar en Chile, vallenato en Medellín, salsa en Puerto Rico... ¡Hasta reggaeton bailamos!

-¿Es bailongo, Jorge?

-¿Cómo?

-Que si le gusta bailar

-Sí, estoy tratando de trasladar esa alegría privada a una experiencia pública. Como cantar en la ducha, bailar en una fiesta está bien pero es diferente en un escenario... Pero en eso estamos...

-¿Grabar en Colombia también fue una vuelta a los orígenes?

-Mi abuelo materno, diferente a la historia de Bolivia. que es la de mi bisabuelo paterno (me estoy dando cuenta que mis abuelos están muy presentes en este disco)... Bueno, parte de mi familia vivió y murió en Bogotá, porque cuando mi abuelo enviudó de mi abuela conoció a una colombiana y formó una familia nueva en Colombia y siempre me traía los discos de Alejandro Durán de vallenato. Así que siempre vi a Colombia como un territorio musical mítico. Además de eso, cuando fui a Colombia se estableció una relación muy poderosa con los músicos, había mucho cariño recíproco y siempre acabábamos en casa de alguien con una banda, con gente tocando y bailando cumbia...

-¿Cómo llevó los sones de un folklore tan variopinto a la contemporaneidad de su música?

-Ahí, de vuelta, el precedente del Carnaval de Cádiz fue muy importante porque yo soy muy pudoroso con meterme en folklores ajenos, pero cuando tienes un honor y una experiencia tal de estar en el epicentro de una cultura local como tienes que perder el pudor y, de alguna manera, dialogar con otro lenguaje. Y me gustó. Al principio me sentí como entrando de prestado en algo pero luego me sentí dentro y fue maravilloso. Perdí el prejuicio con el Carnaval y ya luego me metí con la champeta, con la cumbia... Con cosas con las que antes era más pudoroso. Ahora, también te digo, Colombia es un continente musical, tiene música andina, pacífica negra, pacífica india, caribe, la música urbana, la amazónica pero, además, tienen una muy buena cultura contemporánea, buenos dj´s, buenos programadores, hacen muy bien la música electrónica, son folklóricos y, a la vez, muy innovadores.

-¿Cómo lleva al directo los diferentes colores del disco?

-Llevando una banda totalmente desproporcionada para los tiempos que corren, cometiendo una locura. Es una bonita banda, expansiva, pero no es rentable (ríe).

-¿Le choca que la música, que siempre estuvo con nosotros, en España ahora se la trate como un artículo de lujo?

-Los músicos estamos muy dolidos. Pero no sólo por un IVA desproporcionado, también tienen otros gestos muy feos. Recuerdo, por ejemplo, el fallecimiento de Paco de Lucía, del que se acaba de cumplir un año, y con todos mis respetos, Paco tenía que haber sido homenajeado en el Teatro Real, no en el Auditorio. No se le dio el Teatro Real de Madrid porque estaba alquilado para una gala de coches que tenía que haberse cancelado. ¡Señores, había muerto el músico más importante que ha dado este país! También fue una vergüenza que no acudiese ni una sola autoridad del Gobierno en su entierro en Algeciras, ¿cómo se explica eso?, ¡qué falta de amor!, como si la música perteneciera a algún partido político, la música existe 45.0000 años antes de que hubiera instituciones políticas. Yo invito a los políticos a que se acerquen a la música, a que vengan a los conciertos, no mordemos.

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