Cultura

Trozos de entraña herida

Hijo de padres francoalemanes, Max Aub era parisino de nacimiento, pero la nacionalidad francesa no le evitó ser catalogado de "indeseable" cuando tras la retirada de España -cruzó la frontera en el último año de la guerra, acompañando al equipo de rodaje de Sierra de Teruel, la película de Malraux en la que Aub trabajaba como ayudante de dirección- se instaló en la capital del país vecino. Comenzó entonces un calvario de detenciones e internamientos que lo llevaron a conocer varios de los campos de concentración -Roland-Garros, Le Vernet, Djelfa- en los que penaron tantos españoles derrotados, de cuyo sufrimiento dejó testimonio en un puñado de obras que no han obtenido, ni en vida del escritor ni apenas después, la difusión que merecen. Es conocida la amargura que le produjo al exiliado -dejó constancia de ella en su diario del retorno, La gallina ciega- comprobar que la memoria de la España peregrina se había diluido en la relativa prosperidad del tardofranquismo, y aunque en las décadas siguientes se ha hecho mucho por recuperar ese ingente legado, partes del mismo -es el caso de la llamada literatura de los campos- siguen siendo ampliamente ignoradas.

Publicado en 1944, dos años después de que Aub fuera liberado del campo argelino donde pasó casi seis meses confinado, y ampliado por el autor en la edición de 1970, el Diario de Djelfa es un libro singular en el panorama no sólo poético del siglo, por su valor documental -aunque, como explica Bernard Sicot, la recreación no sea completamente fidedigna- y por la crudeza de unas "páginas que son", según afirmara el mexicano Pedro Gringoire, como "gritos" o "trozos de entraña herida". El hecho de que el poeta ficcionalizara o manipulara en detalles concretos su experiencia, sin embargo, no resta verdad literaria a unos versos duros, dolientes, descarnados, "hijos -dice el propio Aub- de la intranquilidad, del frío, del hambre y de la esperanza -o de la desesperación". No eran unas condiciones, matiza Sicot, frente a los críticos que las han asimilado a las padecidas por los cautivos de los campos alemanes, ni remotamente parecidas, pero el modo áspero y decididamente antirretórico de Aub sí guarda relación con el de otros autores de la literatura europea concentracionaria.

DIARIO DE DJELFA

Max Aub. Ed. Bernard Sicot. Visor. Madrid, 2015. 196 páginas. 12 euros

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios