El próximo mes de marzo se cumplirá un año de la apertura del Centro Pompidou y del Museo Ruso en Málaga. Desde entonces, los dos equipamientos, complementarios en parte pero a la vez singularmente distintos, han trabajado no sólo para ampliar su resonancia en la ciudad (menester en el que el Pompidou partía con evidente ventaja), también para continuar definiendo sus proyectos y crecer tanto en volumen como en influencia. En este sentido, si el Pompidou presenta una vinculación clara respecto a su museo de referencia parisino, el Museo Ruso cuenta con una orientación bastante más amplia: tanto su colección como el contenido de sus muestras temporales han sido aportados por su titular, el Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, pero desde el principio los impulsores de la pinacoteca de Tabacalera han querido añadir esfuerzos y aportaciones de otras instituciones rusas. De hecho, el Museo Ruso tuvo su origen en una exposición de los fondos de la Fundación Picasso Casa Natal en Rusia, y ya entonces el Ayuntamiento de Málaga estableció conversaciones con diversos museos de titularidad pública (y también privada; entre ellas, según pudo saber este periódico, la Galería Tretiakov de Moscú) que habían mostrado su interés en hacerse con la iniciativa. Finalmente, fue el Museo Estatal de San Petersburgo el que suscribió el convenio, pero la búsqueda de nuevos aliados para ampliar las actividades del museo y hacerlo así más ruso si cabe no se ha detenido. La titularidad del museo no está en cuestión, pero sí la posibilidad de alcanzar acuerdos sustanciales con otros socios. Ayer, el director de la Agencia municipal para la gestión de la Casa Natal de Picasso y otras instituciones museísticas (entre las que se encuentra el Museo Ruso), José María Luna, participó en un foro cultural en San Petersburgo junto a los directores de las principales pinacotecas rusas para buscar estos socios con los que poner en marcha proyectos conjuntos. Y la impresión al respecto fue, al parecer, más que positiva.

En declaraciones recogidas por Efe, Luna afirmó que "nuestro museo destaca por la calidad de las obras expuestas y por la idea de que el mundo ruso no está distante de la cultura española. Somos mucho más parecidos de lo que podría parecer. Compartimos inquietudes y pasiones". "Somos un proyecto estratégico de la ciudad de Málaga a través del arte y la marca museo. No es un museo que Málaga haga para los rusos, pero no está de espalda a los rusos", añadió. El director indicó que su presentación del museo Tabacalera había generado una "enorme expectación y una buena acogida. Inmediatamente varios directores se me acercaron para interesarse por el proyecto". En concreto, se le acercó la presidenta de los museos del Kremlin, Yelena Gagárina -hija del primer cosmonauta de la historia-, quien se mostró dispuesta a colaborar, probablemente con un proyecto conjunto en 2017. El dato resulta relevante por cuanto la aspiración del Ayuntamiento a alcanzar acuerdos con los museos del Kremlin no es precisamente nueva; ahora, la puesta en marcha del Museo Ruso, y su buen ritmo en cuanto a visitantes, hace del proyecto un compañero de viaje bastante más apetecible.

José María Luna recordó que los directores de los principales museos rusos visitarán Málaga en junio del próximo año, cuando además se celebra el Centenario de Cervantes, otra excusa para futuros proyectos. Antes, en enero, y como también recordó el director, el Museo Ruso inaugurará una nueva revisión de su colección principal con el lema Las cuatro estaciones en el arte ruso, y seguidamente otra muestra colectiva a modo de propuesta temporal sobre el movimiento Sota de Diamantes, precursor de la vanguardia rusa, que tomará el relevo de la actual dedicada a Pável Filónov. Por algo el Museo Ruso de San Petersburgo alberga la mayor colección de pintura rusa del mundo.