Arcángel. Cantaor

"Acercarme al público era una asignatura pendiente"

  • El onubense presenta este viernes en el Museo Picasso 'Tablao', su último proyecto, un viaje a las maneras del flamenco con la proximidad como norma.

A Arcángel le gusta mirar de frente. De frente abraza el cante. De frente cruza sus ojos con los del interlocutor. Y de frente se coloca ante el espectador. Arcángel -antes de las modas y los credos- no cree en los arribas y los abajos, rechaza la verticalidad trazando una línea horizontal entre el artista y el receptor del arte. Arte, sí, pero arte de artesano, de orfebre, del que ofrece con la máxima profesionalidad el resultado de su trabajo al público. "No le otorgo al artista una condición diferente, no está ni vive en otra esfera diferente al que lo escucha. Porque, quien más, quien menos, parece que no se ha tomado nunca una tapa de caracoles", reflexiona un cantaor libre que sigue su instinto, un cantaor que quisiera que a sus hijos les enseñaran en la escuela quién es Paco Toronjo, un cantaor que salda una deuda, que aprueba "una asignatura pendiente" con la gira de su Tablao, que llegará este viernes al Museo Picasso, donde actuará en dos pases (a las 20:30 y 22:30) ante un aforo de 200 espectadores.

-Tablao en marcos atípicos, lugares especiales, ¿por qué?

-He buscado espacios que fueran sugerentes para la gente, donde, además del concierto, encontraran el aliciente de disfrutarlo en un sitio bello y, sobre todo, busqué el tronco común de elegir sitios en los que no se estilan eventos de esta índole. Aunque, es cierto, que también podrían haber sido otros lugares porque, afortunadamente, en Andalucía tenemos muchos sitios bellos.

-En el Museo Picasso actuará en el patio central, por ejemplo.

-¡Sí, sí! ¡Qué bueno! Es que he buscado esa singularidad. En el Teatro Real, por ejemplo, también será la primera vez que el público esté en el escenario y de espaldas a la platea... Realmente es que he querido mantener la coherencia con los espacios íntimos en los que se ha grabado el disco.

-¿Qué le aporta a usted esa mayor cercanía con el público?

-Casi siempre se tienen asignaturas pendientes con uno mismo y acercarme al público, en mi caso, era una de ellas porque yo, ya como profesional, no había experimentado tan de cerca esta sensación de cercanía con el público y me apetecía mucho vivirla. Me apetecía vivir cómo yo me enfrentaba a ese miedo, cómo gestionaba un espacio sonoro diferente y cómo incidía, directamente, lo que yo iba haciendo en el público, y cómo incidía todo eso en mí, de la A a la Z, desde el que se ríe, hasta el que se va, hasta el que pide una copa o hasta el que le mete mano a la novia que está al lado... Porque esas sensaciones te colocan en una posición muy distinta. Al igual que la sensación sonora. De hecho, de ahí parte la génesis de este proyecto, del intentar recrear un ensayo con público, bien hecho, y con la presión de estar en un escenario.

-Supongo que todo esto parte de la búsqueda de la verdad. De su verdad como cantaor. ¿Se siente más cerca de esa verdad en un espacio así o, al menos, es más fácil encontrarla?

-Bueno, el espacio no es determinante para que uno encuentre verdades o las deje de encontrar. El espacio puede propiciar un estado anímico que sí te lleve a querer hurgar dentro de ti un poquito más en la búsqueda de tus errores y tus miserias pero, realmente, lo que determina esa búsqueda es la necesidad de ella y la honestidad suficiente para enfrentarte a lo que te vas a encontrar.

-En el caminito que va de los tablaos a los teatros, ¿qué ha perdido y qué ha ganado el flamenco?

-Buaff... Es que determinar eso es complicado... En general te podría decir que el flamenco, y el resto de manifestaciones artísticas, en la cercanía ganan porque se crea una sensación de recogimiento, de intimidad y de concentración, o bien te podría decir que lo grandilocuente y la sensación que te apabulla en un teatro se pierde en el tablao... Pero es que las generalidades creo que abren y reabren siempre un debate de conceptos donde se olvidan a las personas. ¿Es mejor lo cercano sólo por ser cercano? Pues no es verdad porque dependiendo del talento o la sensibilidad de cada cual las cosas son de una manera o de otra. Hay cosas, o personas, que en la cercanía pierden mucho y en la lejanía se magnifican. Es cuestión de las personas, además, es que yo no le otorgo a la condición artística algo espiritual por encima de los demás. Eso es más del terreno de cada persona, hay personas que no se dedican al mundo del arte pero que tienen una sensibilidad tan extrema que te hacen estremecerte con dos palabras, con un gesto, con una mirada, y creerte que eso es sólo coto privado de la gente del mundo del arte me parece un error y da sustento a muchas valoraciones que he escuchado sobre el mundo del arte que lo que provocan es que la gente nos vea como personas muy lejanas y muy distantes que no tienen nada que ver con ellos.

-¿Pero no cree que el teatro le ha dado, cara a la galería, un prestigio o profesionalidad al flamenco que no se le reconocía en el tablao?

-Has dicho bien, cara a la galería. Porque desgraciadamente el concepto que tiene la sociedad es que el profesional es aquel que tiene éxito o que tiene una cara conocida. Yo creo, honestamente, que ni en Andalucía ni en este país la sociedad tiene una concepción del flamenco como una profesión prestigiada, o sea, que el prestigio es directamente proporcional al éxito y si no hay éxito no hay prestigio, y a mí me parece que eso es una crueldad y un error gravísimo.

-Si el flamenco formara parte el currículo escolar, ¿ayudaría a cambiar esa concepción?

-Es obvio que difícilmenteel flamenco, la música o el arte pueden estar en un lugar de los más altos de tu escala de valores si el sistema educativo no te los brinda como algo natural sino como algo excepcional. Creo que en este país, y sobre todo Andalucía, las instituciones deberían haber dado ya un paso al frente para incluir al flamenco como materia de estudio en la escuela, ojo, como materia de estudio para su conocimiento general, no para ejercerlo como profesional. Ese es uno de los caminos a emprender, sin duda alguna.

-¿Recuerda la primera vez que se subió a un tablao?

-Tablao, no escenario. Uf, pues en los primeros concursos de fandangos en los que participé. Tendría 8 o 9 años. Así que hace unos 31.

-¿Su recuerdo era parecido a lo que se encontró cuando grabó este disco (tres directos en el Corral de la Morería de Madrid, El Cordobés en Barcelona y El Arenal enSevilla)?

-Los tres tablaos donde grabamos llevan muchísimos años y con una enjundia que no han perdido... Lo que pasa es que la vía por la que yo entré al flamenco fue más cantar para bailar en compañías que en tablaos, así que he ido algunas veces al tablao aunque no asiduamente. Pero es un ambiente que me encanta. Me fascina.

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