Cultura

La pluma y la pistola

  • La obra que Ludwig Renn dedicó a la Guerra Civil española muestra la visión de la contienda desde la perspectiva de la ortodoxia comunista

Integrante del grupo de voluntarios alemanes que vinieron a España a combatir el fascismo, en una guerra que era interpretada por muchos europeos como parte del conflicto mayor que de hecho llevaba años incubándose y estallaría muy poco después de la derrota de la República, Ludwig Renn (1889-1979) encarnó en el plano ideológico la estricta observancia comunista, pero tenía en lo personal un perfil singular que lo distinguía de muchos de sus correligionarios extranjeros o autóctonos entre los que destacaba por varias razones. Heredero de una familia de la nobleza sajona, Arnold Friedrich Vieth von Golßenau, que tal era su verdadero nombre, había combatido en el frente occidental durante la Gran Guerra, primero como teniente y luego con el grado de capitán, llegando a dirigir un batallón de infantería. Era por lo tanto un renegado de su clase desde que tomó distancia de los veteranos paramilitares, obsesionados con la leyenda de la puñalada por la espalda, para abrazar la causa del internacionalismo proletario. Era también, cuando llegó a la península, un escritor ya celebrado y un intelectual de prestigio en la órbita prosoviética, al que la estancia en las cárceles nazis había conferido una justificada aureola de resistente. Tenía dotes para el mando y una capacidad organizadora que pronto darían sus frutos, pero también valor personal e ideas muy precisas sobre la necesidad de profesionalizar unas tropas que no estaban preparadas para la guerra moderna.

Hace dos años, coincidiendo con el centenario del inicio de la contienda, Fórcola publicó el libro más o menos autobiográfico, escuetamente titulado Guerra, en el que Renn -nom de plume que el autor acabaría adoptando como propio- recreó su experiencia bélica en los campos de Francia, donde el antiguo oficial narraba un itinerario que lo había llevado a participar en las batallas del Mosa, el Marne o el Somme. Fueron esa crónica de "un soldado alemán", aparecida en 1928, y su continuación Posguerra (1930), donde el testigo de los hechos acentuaba su mirada crítica, los que dieron fama a un escritor que ya en la década de los treinta militaba en el Partido Comunista, colaboraba en sus publicaciones, viajó a la Unión Soviética y seguía la doctrina estalinista hasta sus últimas consecuencias. Todos estos datos los cuenta, con su buen pulso habitual, el historiador y ensayista Fernando Castillo, que prologó la recuperación íntegra de la ópera prima de Renn y vuelve a hacer de presentador de La guerra civil española, traducida asimismo por Natalia Pérez-Galdós. La edición de Fórcola restituye el original que el autor, ya instalado en la Alemania Oriental después de su exilio en México, se vio obligado a reducir cuando finalmente vio la luz en 1955, no tanto por discrepancias con el régimen de la RDA -del que no se apartó nunca- como por las alusiones a antiguos camaradas que o habían sido purgados u ocupaban entonces posiciones relevantes en la vida pública.

Al contrario que otros brigadistas que no habían visto un arma en su vida antes de venir a la península, o de los escritores que se dedicaron sobre todo a labores de propaganda, "Luvirrén", como lo llamaban los españoles, se incorporó desde el principio a la disciplina militar y desempeñó un papel importante como jefe del Estado Mayor de la XI Brigada Internacional, previo paso por la Centuria Thälmann en la que se encuadraron inicialmente los voluntarios alemanes. Tras visitar Barcelona, el frente de Aragón, Madrid y Albacete, donde se constituyeron formalmente las Brigadas, el escritor tomó parte en los durísimos combates que se libraban a las afueras de la capital, en la Ciudad Universitaria, la Casa de Campo, Boadilla o la carretera de La Coruña, donde aquellas, siempre en vanguardia y a costa de grandes pérdidas, lograron contener el avance de las tropas sublevadas. Convertida en una fuerza clave del Ejército Popular, la XI Brigada -y con ella Renn- participó en las decisivas batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete o Belchite. Además de los combates, minuciosamente referidos, Renn da cuenta en su libro de su viaje por América, ya con la nacionalidad española, para promocionar la causa republicana o de su participación en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en el que abrió una de las sesiones madrileñas con un discurso donde pronunciaba unas palabras que parecen dialogar con las que Machado dirigió a Líster -"Si mi pluma valiera tu pistola..."- y han sido muchas veces citadas, recuerda Castillo, a propósito de la figura del intelectual comprometido: "Nosotros, escritores que luchamos en el frente, hemos dejado la pluma porque no queríamos escribir historias, sino hacer historia".

Al contrario de lo que se ha afirmado, precisa el prologuista, Renn no ejerció como comisario político, pero su obediencia ciega a las consignas de la Komintern, eficazmente transmitidas por los omnipresentes sicarios de Stalin, no presentaba fisuras y se refleja por ejemplo en su interpretación de los llamados "sucesos de mayo" -que culminaron en la disolución del POUM y el asesinato de su líder, el trotskista Andreu Nin, con la consiguiente depuración de los brigadistas afines- o en sus invectivas contra "socialtraidores", "anarcofascistas" y todos aquellos que cuestionaran la hegemonía comunista en el revuelto bando republicano, dividido en facciones enfrentadas. El testimonio de Renn es por ello resueltamente sesgado, pero sobre su indudable valor documental, particularmente en lo que se refiere a las operaciones en las que participó la XI Brigada, tiene el de reproducir punto por punto una visión, la del Partido, que impregna todos sus juicios o más bien sus prejuicios, transmitidos con la frialdad objetivista de un profesional de la guerra al que mueve una fe casi religiosa en la ortodoxia.

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. CRÓNICA DE UN ESCRITOR EN LAS BRIGADAS INTERNACIONALES

Ludwig Renn. Trad. Natalia Pérez-Galdós. Prólogo Fernando Castillo. Fórcola. Madrid, 2016. 724 páginas. 39,50 euros

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