Cultura

Los poemas de un deslumbramiento

  • Una edición ilustrada recupera 'Ladera Este', en cuyos versos volcó Octavio Paz su fascinación por la India

"Vieja Delhi fétida Delhi / callejas y plazuelas y mezquitas / como un cuerpo acuchillado (...) tus templos son burdeles de incurables / estás cubierta de hormigas / corral desamparado (...) Estabas cubierta de poemas / todo tu cuerpo era escritura / acuérdate / recobra la palabra / eres hermosa", canta Octavio Paz en El balcón, uno de los poemas de Ladera Este, un libro publicado en 1969 y escrito en los años previos, cuando el autor era embajador de la India en Delhi, un cargo que desempeñó entre 1962 y 1968. La estancia en aquel país donde conviven el esplendor y la miseria, "lujo y polvo", donde se siente abrumado por los prodigios del exterior pero no por ello deja de indagar dentro de sí mismo, supuso una sacudida en la sensibilidad de Paz, un impacto que se advierte en el salto de calidad que registra su poesía, personalísima, evocadora y honda.

"A Octavio Paz, como a cualquiera que no vaya a la India a hacer turismo y ocasionar unas cuantas experiencias más o menos exóticas que encerrar en un álbum que mostrar a las visitas, la llegada a la India, el descubrimiento de la India, le resultó biográficamente esencial", asegura Juan Bonilla. "Que coincidiera en el tiempo con la explosión de todas sus virtudes fue una suerte: nunca sabremos si la explosión se debió a la cronología, a la llegada de una madurez en la que se asentaba el indudable talento precoz del poeta mexicano permitiéndole llegar más lejos que nunca y permitiéndole darse a la experimentación gracias a sus facultades, o si de veras está vinculada con la India (...) Lo cierto es que en muy pocos años, los años de la India, Octavio Paz produce, en verso y en prosa, sus mejores libros, sus más importantes libros".

Ladera Este, uno de los frutos de esa etapa fecunda, aparece ahora como un nuevo título de la colección Poetas y ciudades que promueve el editor Pedro Tabernero, un volumen en el que el verso pleno de Paz -"vi un cielo azul y todos los azules (...) Vi al mundo reposar en sí mismo. / Vi las apariencias. Y llamé a esa media hora: / Perfección de lo finito"- se acompaña de las ilustraciones de Vicente Rojo, nacido en Barcelona en 1932 y residente en México desde 1949, y de textos del latinista y académico de la RAE Juan Gil; el director del Instituto Cervantes de París, Juan Manuel Bonet y los escritores Juan Bonilla y Jacobo Cortines. El libro se presenta la semana próxima, el 1 de septiembre, en el Centro Cultural de la Embajada de España en México con la presencia de Tabernero, Rojo, los escritores y ensayistas Vicente Quirarte y Alberto Ruy Sánchez y Marie José Paz, la viuda del Premio Nobel.

Quien se adentre en las páginas de Ladera Este sentirá cómo sus poderosas imágenes refuerzan la idea de exuberancia que transmite la India. "Delhi, la capital, y el país, recorrido desde ella, son para Paz mármoles, palacios y fuertes, mezquitas, una cúpula turquesa, la convulsa historia india (...) jacarandas, sedas marchitas, islas, mangos podridos, murciélagos dormidos, la caligrafía de los pájaros de la tarde", describe el crítico literario (y de arte) Juan Manuel Bonet. Pero, más allá del exotismo y la riqueza de su paisaje, Ladera Este esconde entre sus versos una travesía de otra índole: un viaje interior no exento de la extrañeza y la incomodidad, la búsqueda de su protagonista. "Más allá de mí mismo / en algún lado aguardo mi llegada", observa Paz entre los primeros versos del libro. "Cuelga del muro, / obscuro sol en celo, / un avispero. / También mi frente es sol / de pensamientos negros", anotará en El día en Udaipur. En Perpetua encarnada, otro de los poemas, expone: "Pedí templanza pedí perseverancia / Estoy atado al tiempo / prendido prendado / estoy enamorado de este mundo / ando a tientas en mí mismo extraviado / pido entereza pido desprendimiento / abrir los ojos".

Paz, en todo caso, no camina por los escenarios de la India con la mirada colonizadora que otros gastan en su visita. "Desde el siglo XV, los europeos pisaron el suelo de la India tratando de forjar sobre aquel inmenso territorio su propio imperio", argumenta Juan Gil en sus notas preliminares. "No deja de ser significativo, para comprender la postura intelectual de Paz, que los grandes triunfadores -desde 1947, los grandes perdedores- apenas hayan dejado huella en estos poemas. La única mención al elemento británico no puede ser más irónica, ridiculizando al viejo colonial con una intencionada acumulación de anglicismos e hinduismos", sostiene Gil.

Cortines, que recuerda en su prólogo la presencia de Paz en Sevilla en la primavera de 1988, dos años antes del Nobel, ve en Ladera Este una muestra de la inmensidad de un autor que nunca quiso ceñirse a las etiquetas."Cuánta precisión, cuánta riqueza de imágenes, y así en todos los poemas; unos largos, complejos, cultos, que requieren un conocimiento religioso orientalista para su cabal comprensión; otros muy breves, fáciles, directos a nuestra sensibilidad; deslumbrantes en ambos casos".

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