Cultura

Geometría de una ciudad

  • Juan Manuel Bonet diserta este miércoles en el Museo Picasso sobre los años parisinos de Torres-García.

Después de una estancia de algo más de un año en Nueva York entre 1921 y 1922, periodo en el que, entre otras actividades, fundó la empresa de juguetes Aladdin Toys, el artista uruguayo Joaquín Torres-García (1874-1949), a quien el Museo Picasso Málaga dedica actualmente la exposición Un moderno en la Arcadia, y que se había formado en Barcelona, regresó a Europa. Después de algunas estancias en Italia y el sur de Francia, Torres-García se instaló en París en un año tan determinante como 1926. Allí permaneció hasta 1932, cuando volvió a España para, dos años después, asentarse definitivamente en su Montevideo natal; y allí fue donde alumbró su definitiva aportación y su singularidad a la historia del arte, concretada en el universalismo constructivo. Justo en aquellos años, artísticamente hablando, todo sucedió en París; y el contacto con este todo permitió a Torres-García desarrollar las estrategias necesarias para superar los límites entre figuración y abstracción a través, precisamente, del constructivismo y la geometría como materias primas, además de los elementos precolombinos propios de la tradición latinoamericana que fue añadiendo poco a poco a su imaginario (y que cobraron, de manera lógica, un protagonismo mayor tras la llegada del artista a Montevideo). Se produjo así una interesante confluencia de geometrías, la de la propia capital francesa y la que obsesionó a Torres-García. De todo esto hablará mañana miércoles a las 19:00 en el mismo Museo Picasso alguien con autoridad de sobra al respecto: el crítico de arte y actual director del Instituto Cervantes de París Juan Manuel Bonet, que pronunciará la conferencia Torres-García y Cercle et carré: para un mapa del París geométrico circa 1930.

Cercle et carré es el nombre de la revista y el colectivo que Torres-García fundó en París a mayor gloria del constructivismo junto a Michel Seuphord. Y, tal y como explicó ayer Bonet a este periódico, en torno a este proyecto se aglutinaron artistas cuyas inspiraciones e intereses, sin embargo, se desarrollaban en direcciones a menudo distintas: "El París geométrico es conocido por haber dado a luz el cubismo, pero también el futurismo y el caldo de cultivo del que luego emergió el surrealismo. Sin embargo, no se habla mucho de la aportación al arte abstracto, y eso que en la ciudad trabajaron artistas como Kandinsky y Mondrian". Ambos formaron parte del círculo de Torres-García, "pero también el cubista Fernand Léger, neoplasticistas como el propio Mondrian y dadaístas como Hans Richter, Hausmann y Jean y Sophie Taeuber- Arp, que de hecho evolucionaron hacia un cierto constructivismo. También había artistas hispanos como el catalán Pere Daura, el dominicano Jaime Colson y el mexicano Germán Cueto. E incluso franceses, que ya es decir, como Jean Gauguin, Marcelle Cahn y la fotógrafa Florecen Henri". Semejante magma, diverso y proteico, confluía de manera natural hacia una asunción de los lenguajes figurativos y abstractos no como contrarios, sino como aliados. Justo en el ojo del volcán se hallaba Torres-García, "que ya comenzó a ejercer de pintor latinoamericano en París", con su peculiar resolución a través de la forma y la materia. Y el Atlántico en un puño.

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