Antonio de la Torre. Actor

"Ahora tengo menos miedo y también menos cosas que perder"

  • El malagueño Antonio de la Torre protagoniza junto a Roberto Álamo 'Que Dios nos perdone', que se estrena este viernes.

"¿Y qué me dice de los sentimientos?". Fue la primera frase que pronunció en el cine Antonio de la Torre. La película era Los peores años de nuestra vida, de Emilio Martínez Lázaro. "Se me oye pero no se me, ve porque el director no grabó el plano", recuerda el actor. La anécdota ilustra lo que le ha costado a este experiodista (Málaga, 1968) llegar a ser uno de los intérpretes más solicitados de España y uno de los más nominados a los Goya. Durante años encadenó papeles minúsculos (Periodista 3, Taxista 1, Telefonista) y sólo pasados los 40 empezó a vivir de la interpretación. "Si algo me ha quedado claro de mi propia experiencia es que nadie te diga nunca que no puedes: los sueños son propiedad de cada uno", subraya dos días de estrenar su segunda película de este año, el thriller policíaco Que Dios nos perdone, donde junto a Roberto Álamo, se dedica a perseguir a un asesino en serie.

-Es usted uno de los actores que más trabajan en este país. ¿Algún consejo para aspirantes?

-Es difícil. Yo siempre tuve la sensación de que valía para esto, aunque nunca pensé que me iría tan bien. Recuerdo una vez que me llegó por fax una separata de mi personaje y ponía UNO. Fui todo deprimido a mi representante y él me dijo "No, no, no eres UNO, tu personaje es OTRO". Ni siquiera era UNO. Así está hoy la mayor parte de la profesión.

-Y el consejo es...

-Si algo me ha quedado claro de mi propia experiencia es que nadie te diga nunca que no puedes: los sueños son propiedad de cada uno. La generación de mis padres, la de Franco, es la del miedo. Y también ahora nos lo quieren meter; por eso cuela el discurso de la austeridad. Vivimos por debajo de nuestras posibilidades. El consejo es no tener miedo; es fácil decirlo, pero estamos vivos, luego vivamos.

-Velarde, su personaje en Que Dios nos perdone, es un tipo raro. ¿Cómo lo describiría?

-El mayor reto es que era una persona disfémica. Me preocupaba tartamudear sin caer en el cliché. El apoyo de Isidoro Ruiz, portavoz de la Fundación Española de la Tartamudez, fue fundamental. Pero lo que define a Velarde es que es un personaje con dificultades para mostrar sus emociones, con una violencia interior heredada de la relación con su madre, y que se centra en su trabajo como vía de escape.

-Tiene a sus espaldas toda una galería de personajes atormentados o violentos. ¿Es el sueño de un actor o le preocupa encasillarse?

-¡Quién me lo iba a decir cuando vine de Málaga haciendo imitaciones! Nunca sabes por dónde te va a llevar la vida. Yo no siento que me encasille: creo que son personajes muy diferentes, pero no sé que pasará en el futuro. Tengo trabajo para el año que viene y me gustaría morir siendo actor. Lo bueno es que tengo menos miedo: por un lado, porque he conseguido cosas, y por otro porque al ser menos joven tienes menos que perder.

-¿Qué queda en usted del periodista que fue? ¿Sigue teniendo un periodista en su interior?

-El periodismo es un trabajo demasiado complejo, riguroso y en peligro como para frivolizar con que tengo un periodista dentro. Dicho esto, todavía tengo un periodista dentro (ríe), me encanta buscar en la realidad, contrastar, investigar, a veces me lo he pasado mejor investigando que rodando.

-Si pudiera elegir un tema de actualidad para rodar una película, ¿cuál sería?

-Si todo va bien, voy a rodar una película, un thriller político, basado en hechos reales, sobre un personaje real. Y otra también relacionada con la actualidad sobre unos guerrilleros que estuvieron en prisión. No puedo decir más.

-¿Qué opina del aparente desbloqueo en la formación de Gobierno?

-Hay que respetar la decisión de los ciudadanos y hay ocho millones de votos del PP, pero también 16 millones que han votado otra cosa. Por razones que no logro entender, esos 16 millones no han sido capaces de ponerse de acuerdo para formar una alternativa. Todos somos un poco responsables de la situación; los que no han sabido unir voluntades, también.

-¿Qué es lo que más le preocupa del actual escenario político?

-Como ciudadanos tenemos la obligación de tomar las riendas de nuestro destino. La política no es algo ajeno; en el siglo XXI el acto político es consustancial a estar vivo. Me preocupa que volvamos al divorcio o la pasividad con respecto a lo que pasa y los pequeños atentados contra la democracia: el despido de periodistas, el asalto a los medios del gran capital, la gente no yendo a votar, los casos de corrupción.

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