Crítica de Teatro

Entre la Luz y la Paz

en ocasiones veo a umberto

Teatro Alameda. Fecha: 28 de octubre. Texto y dirección: Álvaro Carrero. Reparto: Ignacio Nacho, Virginia Muñoz, Natalia Roig y Salva Reina. Aforo: Cerca de 500 personas (casi lleno).

Que los tiempos siguen cambiando lo demuestra la ausencia de Tenorios en la cartelera de teatros ante el Día de Difuntos. Pero no se amilanen: En ocasiones veo a Umberto es una comedia de fantasmas, entre la Luz y la Paz, que ejerce de sustituto perfecto, aunque aquí, claro, se trata de pasar un (muy) buen rato. A menudo encuentra uno, todavía a estas alturas, producciones que se promocionan como la más fidedigna encarnación de Mihura y Jardiel; pero es aquí, al fin, donde el espíritu (miren por dónde) de ambos confluye de verdad, sin ser una propuesta absurda, sin ser histriónica, pero realmente arrimada a la intención original de la comedia. Álvaro Carrero ha parido un espectáculo directo, que ni da vueltas ni toma atajos, que incorpora el género desde la médula y devuelve al paladar del feliz espectador sabores que creía perdidos. Si además de los referentes citados añaden ustedes algunas gotas de los mejores tebeos de Vázquez y ciertos apuntes berlanguianos, encontrarán En ocasiones veo a Umberto: una comedia para todos, bien escrita, bien dirigida, mejor interpretada, con los tiempos bien medidos, sin nada que sobre ni nada que falte (de acuerdo, aceptamos el prólogo, que tal vez desmerece un pelín, aunque afortunadamente todo asciende desde entonces como debe), armada desde el más veraz amor al teatro.

Hacía mucho que un servidor no veía en escena una representación tan fidedigna del español medio como la que borda aquí un inmenso Ignacio Nacho, tremendo hasta resultar perturbador, genial en la composición física del personaje. Natalia Roig brinda un notable despliegue del oficio en sus matices: a ella le corresponde el papel menos agradecido del texto, pero resuelve el reto con maestría. Salva Reina pone en el horno su mayor talento y no hay más remedio que rendirse ante su dominio de la comedia, su acierto en las réplicas, el ritmo que imprime al invento. Y, respecto a Virginia Muñoz, qué quieren que les diga: la presencia de esta mujer en escena es una invitación directa a la felicidad. Vayan a verla y olviden el Tenorio. Lo agradecerán.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios