Cultura

"Yo no soy nada valiente, pero con una cámara me veo capaz de todo"

  • El fotógrafo, autor de conocidas imágenes de la Transición española y del conflicto del Sahara, sueña con poder encontrar la imagen en la que contar que "por fin se ha encontrado una solución al cáncer"

-Morenatti no pudo salir el jueves de Libia y Sergio Caro ha viajado hasta Japón para cubrir la catástrofe que vive el país. Ninguno de los dos podrá venir al Andaluz Photofest. ¿Manda la actualidad, no?

-Intentaré hablar con ellos para que me puedan transmitir cómo lo están viviendo. La verdad es que me dan ganas de irme con ellos.

-Cuando hay conflictos de este tipo, ya sean guerras o catástrofes naturales de esta magnitud, ¿dónde cree que debe estar el interés para un fotógrafo?

-En todo tipo de conflicto y situación un fotógrafo tiene que buscar el origen humano. No importan tanto las grandes catástrofes en sí mismas, sino cómo lo sufre la ciudadanía. Tenemos un buen ejemplo en Robert Capa: cuando viene a la guerra española se dedica a sacar no sólo lo que pasa en la trinchera sino cómo lo sufre la gente, y cómo la vida cotidiana se ve afectada. Es algo que hacen perfectamente tanto Sergio Caro como Morenatti. Son capaces de ir a la trinchera, pero también de lo otro. Ver una bomba caer desde un avión no me interesa tanto como ver la tragedia que supone esa bomba cuando ha caído.

-¿Qué aprendió usted de aquella época de la Transición española que le tocó vivir como fotógrafo? Fue el fotógrafo oficial de Fernández Viagas y Rafael Escuredo...

-En cualquier situación lo que importan son las miradas, las personas... Aprendí mucho en ese tiempo porque en el fondo un fotógrafo es un mirón y lo importante es saber transmitir eso que ves. Si ser fotógrafo y periodista es muy fácil... lo único que tienes que buscar es cuál es tu conexión con la gente y cuál es tu mensaje.

-Imagino que no se quedaba usted con la típica pose política. ¿Recuerda alguna de Escuredo especialmente significativa?

-Cuando atravesó la crisis importante, que fue el culmen de los problemas que tuvo con su partido, lo vi en un momento en el que había un cuadro de unos ángeles y de repente miró hacia arriba. Pensé: ésta es la foto.

-Siempre las personas...

-Siempre me han interesado mucho más. Tuve un jefe en su momento, José Antonio Carrizosa, con el que me reía mucho y que decía: "Hay una manifestación pero no mandéis a Pablo que es capaz de sacar a una vieja comprando tabaco". Cuando hay una manifestación de 100.000 personas lo que yo busco es un detalle que transmita que había mucha gente. Uno puede buscar la foto desde el balcón y hacer una panorámica; es una buena foto, pero no es la foto para mí.

-Pasó de la política a El País. ¿Cómo vivió el cambio?

-Yo siempre he tenido un sentido de la curiosidad enorme. En cuanto la Transición se convierte en un fenómeno normal, donde lo único que hay que hacer son reuniones de directores generales, aquello dejó de gustarme. Me interesaba lo que significaba novedad y cambio. Yo quería morir por entrar en El País. Fui tan pesado que al final me tuvieron que aceptar.

-Cubrió conflictos en Marruecos o Argelia. ¿Qué situaciones extremas ha de pasar un fotógrafo para que el resto del mundo pueda vivirlos en directo?

-En el momento de la tragedia tú tienes una cámara que te sirve de protección. Yo no soy nada valiente y, sin embargo, con una cámara soy capaz de hacer cualquier cosa porque estás obsesionado con contarlo. He vivido conflictos importantes y graves como, por ejemplo, en el Sahara, porque no sólo consistía en ir a los campamentos sino en ir al muro donde estaba la guerra. No podías perder el centro de atención ni dejarte llevar por los tiroteos sino por las caras de los milicianos cuando estaban disparando.

-Se da ahora en cierto periodismo una situación con la que imagino no estará en absoluto de acuerdo. ¿Qué piensa sobre que un redactor haga también la foto?

-Me parece una barbaridad. Todo el mundo puede hacer fotos, pero nosotros hemos estado preparándonos muchos años para ver la foto que tenemos que utilizar como mensajero. Cada periódico debe tener su lenguaje.

-En su larga carrera, ¿ha habido alguna vez alguna foto prohibida, censurada o imposible?

-Imposible todas porque estoy muy descontento con lo que he hecho. Me gustaría haberlo hecho mucho mejor. Pero ni prohibidas ni censuradas.

-¿Con cuál se queda de todas?

-Hay algunas que me gustan mucho. Una de Felipe González, cuando después de ganar las elecciones se recostó en un sofá y se tomó una copita. Siento entusiasmo por ella porque le tengo cariño al personaje. O las fotografías llenas de contradicciones como una en la que aparece Manuel Fraga con un periódico que dice Vota al PSOE.

-Ahora le pido que le eche imaginación. ¿Una foto para el futuro?

-Hay muchas que me encantarían. Me gustaría encontrar, por ejemplo, la foto en la que contase que por fin se ha encontrado una solución al cáncer.

-¿Qué condiciones debe cumplir una buena foto de portada?

-Que sea sorprendente, sugerente, que rompa, que atraiga en lo cotidiano y que te haga preguntarte cosas. Las fotos de portada son difíciles de encontrar y cuando no la hay muchas veces queremos forzar lo inevitable. Pero eso es mentirle al lector.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios