NO parece que sean muchos los militantes socialistas que autobautizados como Bases en red tratan de organizarse como una corriente crítica ante el congreso federal del PSOE que se celebrará en febrero en Sevilla. Pero pueden llegar a serlo (muchos).

Para simbolizar que su conexión fundamental se hace a través de la red, este colectivo heterogéneo y por ahora disperso ha convocado un encuentro en Jun, Granada, un pueblo con alcalde socialista que es pionero en el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación. Los une la inquietud por la forma en que el partido está gestionando la derrota del 20-N y una propuesta concreta: la elección directa por las bases del nuevo secretario general del PSOE.

Las dos cosas, interrelacionadas, son importantes. Por un lado, la consideración de que los grandes perdedores de las elecciones generales se han apresurado a organizar un congreso de trámite en el que no piensan dar ni un pasito atrás, como si lo ocurrido fuera una crisis ordinaria más, un accidente superable en el más corto plazo posible sin conmover las estructuras del partido ni cuestionar su liderazgo a todos los niveles (el poder se ha perdido en todas partes), es ampliamente compartida. Por otro, las exigencias de democratización interna y participación en la vida orgánica encuentran su mejor formulación, sobre todo en circunstancias traumáticas como la actual, en la demanda de que el secretario general sea designado por toda la militancia. Muchos se fijan incluso en la reciente experiencia del PS francés, en la que el cuerpo electoral para designar al nuevo líder ha estado integrado por militantes y también por simpatizantes.

Es por eso por lo que creo que estas Bases en red inquietas pueden ser en esta ocasión los aglutinantes y detonantes de un malestar profundo que han incubado miles de socialistas que ya estaban cabreados porque se les arrebató la posibilidad de las primarias para sustituir a Zapatero y porque se les sigue hurtando un debate de fondo sobre el proyecto socialdemócrata de hoy, la renovación ideológica que demanda la crisis del Estado del bienestar y el modelo de organización del PSOE del siglo XXI, entre otras minucias que decidirán el futuro. Y a todo esto, muchos se preguntan a qué vienen tantas prisas por celebrar un congreso con más de lo mismo, cuando hay años por delante antes de que el país necesite una alternativa al Gobierno del PP.

Si es por la eventual conservación del islote andaluz en las elecciones de marzo, tal vez sea un intento condenado al fracaso. Lo que más se oye estos días en círculos socialistas, y no sólo en Bases en red, es esta frase: "Las andaluzas están perdidas".

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